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Los tres acusados, en el banquillo de la Audiencia este lunes. Rodrigo Jiménez

Juicio por el mayor alijo de coca descubierto en Valladolid: 862 kilos valorados en 65 millones de euros

Los agentes describen al principal acusado, un «histórico narco del País Vasco», como una persona «muy lista», que contó con la colaboración de un ertzaina y un ciudadano argelino

Álvaro Muñoz

Valladolid

Lunes, 10 de noviembre 2025, 15:10

Un agente, tras otro. Todos ellos por videoconferencia, problemas tecnológicos mediante, han declarado en la mañana de este lunes en la Audiencia Provincial sobre la ... operación que descubrió en Valladolid el mayor alijo de cocaína colombiana hasta la fecha. Fueron 862 kilos de droga impregnada en sacos de carbón, un método sofisticado con el que los ahora tres acusados pretendían distribuirla en el País Vasco. A la cabeza de este supuesto entramado se encontraba el calificado como «narcotraficante histórico» Julio Ángel Picazo Aguirrebengoa, quien contaba con la colaboración del ertzaina Gabriel Martínez y del ciudadano de origen argelino Abdelkrim Mouhoubi, considerado por los investigadores como el «testaferro» de Julio Ángel.

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La droga cruzó el Atlántico hasta que en el puerto de Sines (Portugal) se inició una investigación que explotó definitivamente en Medina del Campo en abril de 2021 y que acabó con los tres detenidos.

Durante la primera sesión, en la que cada uno de los tres acusados se enfrentan a una pena de prisión de diez años, han declarado principalmente los agentes que completaron esos seguimientos de los camiones en los que viajaban la droga, así como de Julio Ángel y de Mouhoubi, que se movían en un coche particular.

Fue la autoridad aduanera y tributaria de Portugal la que detectó la cocaína en uno de los contenedores al llegar a Sines. Eso fue el 23 de abril de 2021. Tres días más tarde, Julio Ángel, acompañado siempre de Abdelkrim, viajó hasta Portugal con la intención de aportar la documentación para la retirada de ese carbón impregnado de cocaína. Con los trámites completados, los dos contenedores pusieron rumbo hasta Medina del Campo por dos camioneros que desconocían lo que portaban, si bien se iniciaban los seguimientos de los dos acusados. Estos, antes de llegar hasta la villa medinense, hicieron noche en Badajoz y Madrid. «Los investigados no hicieron contravigilancias hasta llegar a Medina del Campo. En ese momento había aún toque de queda por la pandemia y en las proximidades de la nave revisaron todos los coches estacionados que se hallaban en ese momento», han continuado los policías.

«No fue fácil detectar los sacos contaminados»

Agente de la Policía Nacional

Hasta que empezaron a llegar los camiones a la nave. Un día uno, al día siguiente, el segundo (el que portaba la droga). Fue en ese momento cuando los agentes descubrieron la implicación del tercer acusado, el ertzaina Gabriel Martínez. Con los dos vehículos pesados en el interior, la operación explotó y en ese momento se detuvo a los tres sospechosos.

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Desde ese momento arrancó una ardua investigación para detectar la droga. «Sabíamos que venía cocaína, pero no en qué parte», han apuntado los policías en sede judicial. Porque lo que allí encontraron fueron más de 1.300 sacos con un peso bruto de 40.000 kilos. «No fue fácil detectar los sacos contaminados», han agregado. «Ese señor -por Julio Ángel- es muy listo», han proseguido.

Entre otros aspectos, según su testifical, porque la cocaína venía en los últimos sacos en ser descargados. Así, ante una posible inspección, se ahondarían en los más próximos a la puerta. Hasta tal punto que los investigadores efectuaron hasta 76 muestras, todas ellas por duplicado y con la complejidad de detectarla con los narcotest. Ante las dificultades, los agentes pusieron en práctica un método rudimentario a la par que efectivo para conocer qué sacos eran los de cocaína. «El carbón no responde al calor. Es necesario mucho. Así que acercamos un mechero y si estallaba y se convertía en chicle, sabíamos que ahí estaba la droga. Además, ese carbón era de mala calidad», han desvelado la decena de policías que han declarado este lunes.

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De esta forma pudieron cuantificar que el peso neto de las sustancias estupefacientes intervenidas era de 862 kilos, con una pureza en cocaína del 25,24%. El valor económico de haber llegado al mercado ilícito hubiera sido de 11 millones de euros si se hubiera vendido por kilos, de 29 millones, por gramos; y de 65 millones, por dosis.

A la espera de que declaren los tres acusados, estos se enfrentan a penas de diez años de prisión y a una multa económica de 33 millones de euros cada uno.

Según recalca la Fiscalía, los hechos relatados son constitutivos de un delito de tráfico de drogas que causan grave daño a la salud, siendo notoria la cantidad de droga incautada con una conducta de extrema gravedad por haberse llevado a cabo simulando una operación de comercio internacional entre empresas.

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