José Manuel Fernández posa en el camión con el que ha trabajado hasta hace unos días. Aida Barrio

Valladolid

José Manuel aparca su camión después de 50 años y millones de kilómetros por España

El veterano transportista, que se jubila a los 76 años, recuerda sus inicios como «una forma de salir de casa, del pueblo y ver mundo, aunque fuera solo los polígonos»

Sofía Fernández

Valladolid

Lunes, 20 de octubre 2025, 06:43

El 29 de septiembre el camionero José Manuel Fernández aparcó para siempre el medio de transporte en el que se ha pasado dos tercios de ... su vida. La cabina de su último camión, que lleva rodados más de un millón de kilómetros, no acogerá más anécdotas ni historias de este asturiano afincado en Valladolid desde hace 55 años. Ha pensado que el momento es ahora, «porque un día por otro, si no, nunca te jubilas». Lo dice a sus 76 años y con una sonrisa al hacer balance de su vida en carretera.

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Siempre ligado al mundo del transporte, Fernández comenzó su andadura profesional en 1963, cuando entró a trabajar en un taller como aprendiz de mecánico a los 14 años. En él aprendió a arreglar y adaptar camiones del Ejército. Después pasaría casi cuatro años en los talleres de Renault en Avilés y, finalmente, decidió ponerse en carretera por las anécdotas que le contaba un familiar que se dedicaba a hacer rutas nacionales. «Decidí dejarlo todo y hacerme autónomo con un socio en Valladolid, simplemente de palabra. Antes las cosas eran así».

Recuerda sus primeras rutas como un salto a otro mundo profesional que le dio vértigo al principio. «Fíjate si tenía mala cara por no saber si había acertado con la decisión de dejar Renault, que por entonces era algo seguro, que el camarero de un bar de carretera se acercó a mi mesa y me dijo: -No te preocupes joven, que todos los problemas tienen solución», cuenta entre risas José Manuel.

«España es preciosa, la mires por donde la mires y desde el camión tienes unas vistas privilegiadas»

Su curiosidad y esas ganas de conocer mundo, de salir a otras ciudades y ver lo que había más allá le llevaron a recorrer sus primeros kilómetros. Poco después fundaría una empresa dedicada al transporte de plátanos, durante 18 años, y desde entonces llevaría tras su cabina toneladas de fruta, paquetería, bobinas de papel, uralitas... Ha hecho portes de prácticamente todo y ha pasado por todas las carreteras de España. También ha repartido en Francia y Portugal.

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«Aquí atrás, en la cabina les he llevado a todos», dice con una sonrisa señalando la pequeña litera tras su asiento y recordando cómo su mujer Natividad y sus cuatro hijos (Marta Belén, Francisco José, Jesús y Diego) le han acompañado en algunos de sus viajes. «Aquí iban sentados los niños, todos en fila. Eso hoy sería impensable». En total, Fernández ha sido durante 48 años autónomo. Los dos primeros fue asalariado y desde 1987 trabajaba con la firma DHL (anteriormente Guipuzcoana) donde continuaba hasta el pasado 29 de septiembre, el día en que colgó las llaves de su trailer.

Primera vez en ruta

Hizo su primer viaje a los 21 años y recuerda cómo ha mejorado todo desde entonces. «Ir con un cargamento de carbón de Cangas de Narcea a Madrid te llavaba catorce horas, hoy no llega a las ocho», asegura. Ha pasado tanto tiempo en carretera que confiesa haber tenido «unas vistas privilegiadas porque desde el camión tienes otras perspectiva. España es preciosa, la mires por donde la mires». Eso sí, en sus 50 años sobre el asfalto reconoce que «han sido dos ocasiones solo» en las que no ha estado de acuerdo con la Guardia Civil: «Han sido pocas las multas que me han llegado».

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En su trayectoria profesional solo ha habido un pequeño parón. «Tuve que bajarme del camión y dejarlo en Asturias para ir a la mili. Tras varios destinos, terminé en el polvorín de Sardón de Duero (el destacamento de munición más grande de España), donde conocí a Natividad».

Este veterano conductor se escapaba de vez en cuando a ver a su amor a la tienda de comestibles en la que ella trabajaba. Fruto de esa relación, que hoy continúa, nacieron sus cuatro hijos. «Dos de ellos se dedican a este sector y tienen una empresa con 14 camiones, que gestiona mi mujer», cuenta con orgullo. Las cosas han cambiado mucho desde aquellos años 70 de una dictadura en sus años finales y el sector del transporte no ha sido ajeno a los cambios. «Las mejoras en carretera y en el interior de las cabinas hacen que el trabajo sea más cómodo que antaño y aún así hay falta de conductores», dice Fernández.

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Asegura este vallisoletano de adopción que «la gente no quiere pasar tanto tiempo fuera de casa, hay menos vocación y saben que hoy un mozo de almacén gana un poco menos pero no tiene que moverse de su casa, por lo que no hay relevo», admite. José Manuel sabe que muchos se lanzaron a este trabajo «porque era una forma de salir de casa, del pueblo y ver mundo, aunque fuera solo los polígonos».

El ambiente que recuerda cuando echa la vista atrás dibuja un panorama muy diferente al actual. «Antes te juntabas a comer tres o cuatro compañeros que hacíamos la misma ruta y ahora eso no lo ves, cada uno está en su cabina y la gente se lleva su comida para ahorrar porque el tema de las dietas también es algo que ha cambiado mucho y todo está mucho más caro», dice.

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Define esta profesión como «un pelín más sacrificada que el resto por la cantidad de tiempo que uno pasa alejado de la familia y por el riesgo de accidentes, pero vamos, como todos los trabajos, que tienen sus cosas». Ahora que ha dejado atrás una vida laboral que se inició a los 14 años y con unos muy bien llevados 76, José Manuel tiene claro a qué va a dedicar su tiempo a partir de ahora. Dedicará esta nueva etapa a su mujer, sus hijos y sus siete nietos, a hacer planes sencillos y, sobre todo, «a viajar, pero esta vez por turismo». Ahora los viajes a su pueblo natal, Villaoril, serán más frecuentes aún y sin preocupación de que llegue el lunes, porque el tiempo libre ahora es el mejor compañero de viaje de José Manuel.

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