Valladolid
Una empresa de transportes suma treinta robos de gasoil y 30.000 euros en pérdidas en cinco añosLos últimos asaltos ocurrieron el pasado domingo y el anterior y los encapuchados, «como siempre», vaciaron los depósitos de dos camiones con tubos y garrafas
La escena se viene repitiendo como si se tratara del día de la marmota cada domingo al anochecer. Tres o cuatro encapuchados aparcan un vehículo ... junto a una empresa de transportes situada al borde de la autovía de Burgos (A-62), descargan unas cuantas garrafas blancas, saltan la valla perimetral y extraen con un tubo (absorbiendo) el combustible de los depósitos de los camiones estacionados. Y luego se desvanecen entre las sombras mientras la recurrente escena es grabada por las cámaras de seguridad. «Estamos hartos», reconoce abiertamente Laura Casorrán, la administradora de Cafaes, que así se llama el negocio, antes de relatar que solo en lo que va de año suman media docena de asaltos, «la media habitual de los últimos cinco». Y faltan casi cuatro meses para que acabe 2025.
La empresa familiar, fundada hace 32 años por Carlos Asensio, viene sufriendo robos, en su inmensa mayoría de combustible, de manera habitual desde que se mudaron a su actual emplazamiento en el kilómetro 117 de la autovía. Y solo en el último lustro, concreta su administradora, «vamos a seis robos, como mínimo, cada año», además de algún intento frustrado. Y en cada uno de ellos, de media, los delincuentes sustraen en torno a ochocientos litros. Así que las cuentas son claras: una treintena de asaltos y 24.000 litros sustraídos superan los 30.000 euros en pérdidas en cinco años. Solo de gasóleo.
La empresa, además, ha sido el escenario entre robo y robo de combustible de otros asaltos en los que sustrajeron chatarra o herramientas e, incluso, en una ocasión los ladrones se llevaron nueve ruedas, con llantas incluidas, de sus remolques.
Los camiones se encuentran en ocasiones con el depósito en la reserva y «eso retrasa el inicio de las rutas los lunes»
«Lo peor es la impotencia, al margen de las pérdidas y los problemas que causan los robos, y las veces que tienen que avisar a la Policía, poner la denuncia... Y no hay forma de que los pillen», suspira Laura antes de reclamar «mas vigilancia en la zona», sobre todo, los domingos.
Y es que los ladrones, «prácticamente siempre», asaltan las instalaciones al anochecer de los domingos. Los dos últimos asaltos, de hecho, ocurrieron el pasado domingo (5 de octubre) y el anterior (28 de septiembre) en torno a las nueve de la noche. Y en las dos ocasiones rondaron la media habitual de ochocientos litros sustraídos.
El 'modu operandi' de los delincuentes responde al mismo patrón. «Está claro que nos tienen controlados y que saben que precisamente los domingo aquí no suele haber nadie y que muchos de nuestros camiones -su flota la conforman medio centenar de vehículos pesados- tienen los depósitos llenos para iniciar sus rutas a primera hora de la mañana de los lunes», suspira la administradora de Cafaes.
Los ladrones utilizan, al menos, un vehículo; dan unas vueltas en torno a la empresa para comprobar que no hay nadie; y lo paran en el camino que discurre por el Canal de Castilla (por detrás de las instalaciones) o en la parcela vacía de un lateral. Después descargan las garrafas, de unos 20 o 25 litros; saltan la valla perimetral y van directos a por los camiones. «Meten una goma en el depósito, absorben y van llenando las garrafas y pasándolas para cargarlas en su coche antes de irse».
En directo... y en diferido
Suelen ser, apunta Laura, «entre tres y cuatro personas y van siempre con ropas oscuras y encapuchados». Y así imposibilitan su identificación a través de las grabaciones de las cámaras. El dueño de la empresa, en ocasiones, ha llegado a ver en directo el asalto desde su móvil y, aunque ha avisado a la Policía o se ha desplazado él mismo, nunca han conseguido detener a los delincuentes. A veces, a lo sumo, la llegada de las patrullas o de algún trabajador ha precipitado su fuga sin botín. Pero han sido las menos.
Y los ladrones, a sabiendas de que la empresa se encuentra en las afueras de la ciudad, dentro de su término municipal, se suelen tomar su tiempo. Más de media hora, de hecho, emplearon en su última visita desde que saltaron la valla a las 21:10 horas del pasado domingo y se fueron, después de vaciar los depósitos (cada uno ronda los ochocientos litros) de dos camiones, a las 21:45, según recoge la secuencia de las grabaciones de las cámaras, en las que se ve poco más que sombras que se mueven en la oscuridad cargando bultos blancos (las garrafas).
Los robos no siempre son detectados en directo y, en ocasiones, son los propios camioneros los que suben a sus vehículos en la madrugada de los lunes y se encuentran con sus depósitos en la reserva. «Es una faena, al margen del dinero que perdemos en cada robo, porque retrasa las rutas cada vez que pase al tener que mover el camión para llenar el depósito antes de salir», lamentan las víctimas.
La empresa, una firma familiar fundada en los años noventa por Carlos Asensio, viene sufriendo asaltos idénticos con algún descanso de por medio. La peor oleada de robos se produjo en 2018, cuando sumaron quince robos de combustible y miles de euros en pérdidas. Después hubo un cierto parón y en los últimos cinco años, apunta su administradora, «salimos a media docena por año».
En este 2025 acaban de alcanzar la «media habitual» con los asaltos de los últimos domingos después de un breve descanso durante el verano. En abril, recuerda Laura, «había un mecánico al que no vieron y que les sorprendió y salieron huyendo dejando las garrafas». En otras ocasiones, la mayoría, no hubo tanta suerte.
Las víctimas inciden en la necesidad de «incrementar la vigilancia de patrullas por la zona porque, aunque es cierto que a veces las vemos pasar, no parece que se consiga nada sino aumentan la frecuencia, sobre todo, los fines de semana», concluye la administradora de Cafaes.
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