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El inminente desahucio de Verónica con sus tres hijos pequeños: «Es muy duro verse así»Espera que la situación de un giro de última hora y cambie para bien, que pueda volver a deshacer sus maletas y las cajas que ... guardan enseres acumulados durante los seis años en los que la casa del número 21 de la calle Batuecas, en el corazón de Barrio España, ha sido su hogar y el de sus tres hijos menores. Verónica Hernández muestra aún un halo de esperanza de que la orden de desahucio fijado para este miércoles (26 de noviembre) no se ejecute finalmente, aunque esa esperanza se nuble al instante y suelte un «qué se yo qué va pasar a partir de ahora».
Pese a su edad, 23 años, su cara denota cansancio y tristeza. Madre de tres niños pequeños de seis y cuatro años y de un bebé de solo 12 meses, Verónica está preocupada por el futuro de su familia y está pasando este bache sola porque está «reñida» con el padre de los pequeños desde hace un par de meses.
Unas maltrechas persianas y una de las ventanas de la planta superior rota dan cuenta del estado de la vivienda. Hace seis años Verónica y su marido pagaron «2.500 euros a los anteriores dueños» para entrar a vivir en la casa. «Aunque desde el primer momento intentamos hablar con el banco para ver si nos podían hacer un alquiler pero nos dijeron que no se podía vender ni alquilar», relata.
Enseña su casa y las mejoras que desde entonces le han ido haciendo. «Esto estaba en muy malas condiciones, le hemos puesto el cableado, el suelo y hemos tratado de quitar las humedades. En la casa, apenas un par de correpasillos, la estructura de una pequeña cuna de madera, una cama y una caja con playeros denotan que en esa casa ha vivido una familia que desconoce cuál será su futuro a partir de mañana.
«No me quiero ir de aquí, de verdad que nunca nos hemos negado a pagar al banco, aquí es donde han nacido y han crecido mis tres hijos, la mediana tiene una discapacidad por hipoacusia y estoy muy contenta con el colegio que tengo aquí al lado, donde ella tiene mucha ayuda en este sentido», asegura Hernández, quien reconoce que un cambio de centro puede «costarle mucho» hasta que logre adaptarse de nuevo.
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Hace un mes habló con un mediador y no ha recibido respuesta. De momento, la única solución que se le presenta es irse a vivir con sus hijos de forma provisional a casa de su suegra «y malamente porque es una casa pequeña... No sé cómo nos vamos a apañar».
Uno de los vecinos le ha dejado un cuarto para guardar sus enseres, por eso ahora la casa está vacía. «Se lo agradezco, la verdad, al menos para tener un sitio donde meter las cosas. Ayer terminamos de recoger todo y ver la casa así de vacía hace que de ánimo esté fatal, imagínate mi situación con los tres niños y sabiendo que en cuanto me vaya esta casa se va a okupar», explica.
El pasado 6 de noviembre se produjo el primer intento de ejecución de desahucio en la vivienda. «Entonces vinieron de seguridad, dos policías y tres personas del juzgado, aunque hablé con ellos y al ver la situación nos dieron quince días de plazo», señala.
Se inquieta al pensar en la incertidumbre de su futuro. Hasta el último embarazo ella estaba trabajando limpiando casas; su marido es soldador, pero ahora se encuentra de baja por la fractura de un hueso de la mano lo que aumenta la incertidumbre familiar y Verónica se pregunta qué va a ser de ellos ahora. «Otra cosa que también influye, y mucho, es que al ir a buscar un alquiler en cuanto me ven entrar por la puerta y ven que soy gitana... adiós, ya está, no hay más opción y no exagero».
Hace apenas unos días una asistenta social se puso en contacto con ellos para que rellenasen un formulario con el fin de poder encontrar una solución habitacional. «De verdad, que quede claro que nosotros no nos negamos a pagar nada ni a negociar con quién sea, solo queremos seguir aquí con una vida tranquila como hasta ahora y que mis tres niños crezcan lo mejor posible», finaliza.
El portavoz del Sindicato de Vivienda de Valladolid, Daniel Martínez, conoce de cerca el caso de Verónica: «Se consiguió frenar y aplazar ese primer intento de desahucio y no vamos a dar la batalla por perdida, esperamos lograr que se aplace el proceso», señala.
Por eso, han lanzado por redes sociales un llamamiento para intentar parar el desahucio de Verónica y sus tres hijos pequeños. «Esta vivienda primero fue propiedad del Banco Castilla, después pasó al Banco Popular y ahora es de Abanca -este periódico ha intentado sin éxito recabar su respuesta sobre la situación de la vivienda-, que se niega por el momento a ofrecerles un contrato de alquiler. Eso sí, durante muchos años han mostrado un desinterés total por esta casa», apunta.
Si nada lo impide, este miércoles se quedarán en la calle «por cuestiones puramente administrativas», ya que carecen del informe de vulnerabilidad que paralizaría este proceso, puesto que el Gobierno aprobó el año pasado la suspensión de desahucios y lanzamientos de hogares social y económicamente vulnerables hasta el 31 de diciembre de este 2024.
«Es evidente que esta familia lo es y que no tiene más alternativa. El que okupa lo hace porque no tiene dónde caerse muerto porque a nadie le gusta vivir con la incertidumbre y las maletas preparadas por si le echan al día siguiente. Por eso, mañana estaremos con ellos para llegar a un acuerdo», finalizan desde el Sindicato de Vivienda de Valladolid.
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