Alejandro Álvarez en un aula de Red Íncola en la calle Ruiz Hernández, donde imparte clases de informática a alumnado inmigrante. a. mingueza

Migrantes que se apuntan al voluntariado social en Valladolid

Ibtissane y Alejandro dejaron Marruecos y Colombia para asentarse en la capital, donde en su tiempo libre atienden a sin techo y dan clases a extranjeros

Jesús Bombín

Valladolid

Martes, 13 de diciembre 2022, 00:06

Reconforta el contacto con alguien que desprenda optimismo en estos tiempos. Una sonrisa serena brota de Ibtissane H. y Alejandro Álvarez cuando hablan de sus ... vidas. Del pasado y de cómo encaran desde Valladolid un horizonte vital ilusionante que se dibujaba inalcanzable para sus familias en sus países.

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Con esfuerzo y trabajo ambos se van abriendo paso en el día a día de la ciudad, integrados en estudios y ocupaciones en los que sacan tiempo libre para dedicarlo a los demás en labores de voluntariado. «No sé si les ayudo más a ellos o ellos a mí», confiesa Ibtissane H. cuando cuenta su experiencia en el 'Café solidario' con los sin techo de Valladolid. En esta iniciativa de la Fundación Red Íncola participa cada lunes a las nueve de la noche. A esa hora comienza una ruta por lugares de la ciudad donde se cobijan indomiciliados, ofreciéndoles café, abrigo, conversación... «Ha habido una campaña de recogida de dinero para comprar forros polares, guantes y sacos de dormir, y algunos compañeros les acompañan al médico».

Ibtissane (que significa sonrisa en marroquí) ha pasado la mitad de sus 26 años en Marruecos y el resto, en Valladolid. En la actualidad estudia cuarto curso de Finanzas, Banca y Seguros en la Facultad de Económicas y ha trabajado como camarera, dependienta y en prácticas en alguna empresa. Todo un logro si echa la vista atrás: «Mi padre trabajaba en Tordesillas y por agrupación familiar pudimos venir mi madre, dos hermanas, un hermano y yo; luego nacería otra más aquí; los inicios no fueron fáciles, al principio encontramos rechazo en el colegio incluso entre algunos profesores... mucha gente desconfiaba: 'musulmanes, marroquíes,..', los vecinos nos miraban con curiosidad y no pocos prejuicios, aunque hoy eso ha cambiado».

Ibtissane H. junto a la sede de Red Íncola, de donde parten las rutas nocturnas de apoyo a los sin techo. A. MINGUEZA

Nada más llegar a Tordesillas, se matriculó Ibtissane en el primer curso de Educación Secundaria sin saber español, que tuvo que aprender junto a su hermana «a pico y pala». «No sabíamos nada del idioma, íbamos a clase y no nos enterábamos de nada, pero sabíamos que nuestros padres nos trajeron aquí para poder estudiar y buscar un futuro mejor». Tanto ella como su familia no se plantean volver a Marruecos, donde en trece años solo ha retornado en dos ocasiones. «Red Íncola ha ayudado mucho a mi familia», agradece esta estudiante, que cada lunes, junto a su hermana pequeña, acompaña a los sin techo, a los que conocen «con nombre y apellido».

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En 2017 el ambiente de violencia e intimidación en Colombia llevó a Alejandro Álvarez a abandonar su país con su esposa y su hijo de cuatro años. «La abuela de mi esposa trabaja con la política y tuvo dificultades con un grupo armado, hubo amenazas a la familia y decidimos migrar, vinimos a España buscando un cambio prometedor para el pequeño», relata este graduado en Seguridad en el Trabajo. Gracias a un familiar encontraron cobijo pero no trabajo en Vinaroz (Castellón). Después, el apoyo de una amiga colombiana residente en Valladolid les trajo a la capital del Pisuerga. Aquí comenzaron a trabajar en un bar: él en la barra y su esposa a cargo de la limpieza. Pero la pandemia les dejó en el paro. Merced al apoyo de Red Íncola (integrada por entidades religiosas) la mujer de Alejandro encrontró un empleo. Hoy, ella cuida niños y limpia una casa y él hace extras en bares mientras busca un trabajo a la espera de los trámites que regularicen su situación ante Extranjería. Entre tanto, colabora en el programa 'Calor y café' impartiendo clases de informática y español a inmigrantes en las sedes de Red Íncola en las calles Olmo y Ruiz Hernández.

«Dedico un poquito de mi tiempo a devolver el apoyo que me han dado en Red Íncola»

Alejandro Álvarez

Muchos de sus alumnos están preparando el examen de nacionalidad y agradecen la dedicación de Alejandro tanto como él el apoyo recibido para asentarse en Valladolid. «Dedico un poquito de mi tiempo a devolver lo que me han dado en Red Íncola», explica este colombiano que asegura no haber sentido rechazo, «ni trato discriminatorio que nos haya hecho sentir mal; mi casero es estupendo, es comprensivo y nos ha ayudado mucho».

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«No sé si ayudo yo más a los sin techo o son ellos quienes que me ayudan a mí»

Ibtissane H.

Sus horas de voluntariado le dejan «sensaciones muy gratificantes al poder brindar lo poco o nada que puedo ofrecer; el alumnado se muestra muy agradecido y atento conmigo». Después de lo vivido al salir de su país solo imagina un futuro «que tiene que ser muy prometedor; vinimos por mi hijo, nuestra felicidad es que estando aquí ha ganado en estudio y desarrollo y eso es fundamental». Mientras apuntalan su futuro, Ibtissane y Alejandro no olvidan de dónde vienen y dan aliento a quienes, como ellos, no lo tienen fácil.

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