Un ingeniero vallisoletano que emigró por amor: «En Tokio he encontrado mi lugar en el mundo»
Javier Orbañanos Vela emigró a Japón en 2017 y allí ha formado su familia; trabaja en el banco internacional Goldman Sachs
Javier Orbañanos Vela (Valladolid, 1995) trabaja como ingeniero informático en el distrito financiero de Tokio, concretamente en el gigante de la banca de inversiones Goldman ... Sachs. El amor y una fuerte inquietud por superarse a sí mismo le llevaron a emigrar y convertir la ciudad más poblada del mundo en su nuevo hogar. «Siempre he tratado de crecer todo lo posible a nivel personal y profesional. Eso me hizo cruzar fronteras y establecer mi hogar en Tokio», afirma desde el otro lado del planeta.
Desde pequeño, siempre tuvo inquietudes internacionales. Con tan solo 13 años, mientras estudiaba en el colegio Lourdes, salió por primera vez de España para pasar un verano de inmersión lingüística en Inglaterra. Más tarde también conocería así Irlanda y Estados Unidos, donde estuvo hospedado por distintas familias. «Fue entonces cuando se despertó en mí el interés por explorar el mundo y conocer otras culturas», cuenta. En 2014, durante una estancia en San Francisco, conoció a la que más tarde sería su esposa, Yui, una joven japonesa natural de Yamanashi, que cambió el rumbo de su vida para siempre.
En 2017 se licenció en Ingeniería Informática por la Universidad Europea Miguel de Cervantes y, con tan sólo 22 años, fue seleccionado para participar en Vulcanus en Japón, un programa financiado por la Unión Europea y coordinado por un consorcio europeo-japonés que combina formación intensiva de cuatro meses en japonés con ocho meses de prácticas profesionales en las empresas más punteras. Gracias a esta importante beca se le abrieron las puertas de Goldman Sachs en Tokio. «Me ilusionaba muchísimo vivir esta experiencia en Japón. Me atraía su avanzada tecnología, su rica cultura y su sistema social. Era todo un desafío para mí ya que este país combina como ningún otro, tradición y modernidad», explica este vallisoletano que tras sus prácticas recibió una oferta que no pudo rechazar, un contrato a tiempo completo en la misma empresa, algo que, además, le permitiría estar cerca de su pareja.
Gracias al programa Vulcanus y al enfoque internacional de Goldman Sachs, su llegada al país nipón fue relativamente sencilla. «Conté desde el principio con un buen salario y un entorno laboral que me brindó muchas facilidades», señala este joven que no tardó en adaptarse a las costumbres y al idioma. «Me impresionó la limpieza, el orden y la eficiencia de los japoneses, pero también noté que la cultura laboral y el papel de la mujer en la sociedad reflejan una mentalidad más conservadora», admite.

Dentro de Goldman Sachs forma parte del equipo One Delta GSET, responsable de los sistemas y la optimización de los algoritmos que hacen posibles las operaciones en bolsa de la compañía. «Como ingeniero, me dedico a diseñar, implementar y optimizar soluciones tecnológicas que garanticen la eficiencia, seguridad y escalabilidad de las plataformas utilizadas para la compra y venta de acciones en los mercados financieros globales. Este trabajo requiere un alto nivel de precisión, habilidades analíticas y de programación y me permite colaborar con equipos internacionales. Aunque mi sede está en Tokio, el idioma que utilizamos en el trabajo es el inglés. Eso también facilitó mucho mi adaptación», comenta.
Sus datos:
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Edad: 30 años
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Lugar de nacimiento: Valladolid
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Estudió en: el colegio Lourdes y el grado de ingeniería informática en la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC)
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Fecha de partida: 2017
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Lugar actual de residencia: Tokio (Japón)
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Profesión: Ingeniero informático
En estos ocho años Javier Orbañanos ha formado allí su familia. Se casó con Yui en 2020, es padre de Román, de dos años, y de un bebé que viene en camino. «Mi familia es mi motor y mi mayor fuente de felicidad. Aquí también tengo contacto con grupos de españoles, pero sobre todo tengo amigos de otros países, principalmente de habla inglesa», aclara. Para él, Japón tiene todo lo que necesita a nivel personal, laboral y también de ocio. En invierno este vallisoletano practica snowboard en las montañas de Nagano y Hokkaido mientras que en verano disfruta buceando en las cristalinas aguas de Okinawa o la península de Izu. «Tokio es una ciudad con una actividad muy intensa. Realizar estas actividades me ayudan a conectar con la naturaleza», explica.

Su vínculo con Valladolid sigue muy presente. Dos veces al año viaja hasta su ciudad natal para reencontrarse con sus padres y amigos, sin embargo, siente que Tokio es su lugar definitivo en el mundo. «Echo muchísimo de menos a los míos, pero en este país he encontrado mi sitio. Mi vida está aquí. Japón no es una etapa, es mi hogar. Aunque, por supuesto, siempre mantendré el contacto con España, sobre todo por mi familia», afirma rotundo. «En estos años que llevo fuera, he aprendido que el verdadero sentido de pertenencia no reside en un país, sino en la capacidad de crear un hogar allá donde la vida te lleve. No me siento especialmente español ni tampoco japonés. Para mí esos son términos demasiado abstractos. Mi identidad está más ligada a mis valores, mi familia y mi forma de ver el mundo. Al dejar España descubrí que 'casa' no es solo el lugar donde naces, sino el espacio que creas con las personas que amas y las experiencias que vives. Aunque echo de menos a mi gente en Valladolid, he construido una vida plena en Japón aceptando que mi hogar es donde estoy en cada momento», concluye.
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