Valladolid
El fiscal exculpa a una de las chicas juzgadas por apalizar a un menorMenores ·
La defensa argumenta que la agresión fue en «defensa propia» porque el menor ejercía 'bullying' contra una tercera hermana más pequeña que iba a su clase en Arturo EyriesEl fiscal ha decidido retirar la acusación de lesiones que pesaba sobre una de las dos hermanas que participaron hace un año en la agresión a un menor cuando entraba en un colegio del barrio Arturo Eyries ... , en la capital vallisoletana. Durante la vista celebrada este lunes en el Juzgado de Menores, la chica de mayor edad, que ha cumplido los 18 años, se ha reconocido autora de los golpes con una barra de cortina propinados a Mario, que entonces contaba 10 años, en la cabeza y brazos. Así que el ministerio público ha decidido excluir del procedimiento a la otra hermana de 16 años y, a la mayor, reducirle la petición de pena propuesta inicialmente, de un año de convivencia en grupo educativo, por la de un año de libertad vigilada.
Esta medida, explican fuentes jurídicas, no tiene que ver con la que se impone en la jurisdicción de mayores sino que, en la práctica, suele ser un programa de actividades elaborado por un equipo técnico dirigido a 'corregir' el comportamiento de la chica, que era menor de edad cuando protagonizó los hechos, pero no se le somete ni a seguimiento policial ni tampoco se le coloca un dispositivo electrónico.
Se trata de una medida «muy suave» si se compara con los dos años en un centro de internamiento que solicita la acusación particular para cada una de las chicas, a quienes atribuye un delito de lesiones con instrumento peligroso. La decisión del fiscal encrespó los ánimos de los miembros de la familia del niño agredido, que insisten en pedir «justicia» y que se ingrese a las chicas en el Zambrana «porque no es la primera vez que lo hacen, tienen sobre ellas varias denuncias». En la decisión del ministerio público de reajustar su petición ha podido pesar el argumento expresado por la defensa durante el juicio, basado en «el derecho a la defensa propia» porque, según han declarado las chicas, el niño, de etnia gitana, ejercía 'bullying' sobre la tercera hermana por ser de origen marroquí. «Querían proteger a su hermana pequeña, aunque no lo hayan hecho de la mejor manera», subrayaba su letrada, Joana Miranda, al término de la vista.
La familia del menor agredido sostiene que fue «intento de asesinato premeditado» y la letrada de las chicas, que actuaron «en defensa propia, de su hermana pequeña»
Los hechos ocurrieron el 6 de junio de 2022, dos días después de que el chico propinara un balonazo durante la clase de gimnasia a la hermana pequeña de las dos chicas, que iba a la misma clase del agredido. Según relata la familia del niño, el golpe con el balón fue accidental y el chico le pidió perdón, pero la niña le advirtió «que sus hermanas se vengarían». Aseguran los familiares que, cuando salieron de clase ese día, las hermanas le salieron al paso «y le zarandearon y tuvo que intervenir el profesor de gimnasia para explicarles que había sido un accidente, que es algo que pasa muchas veces y no tiene importancia», cuenta la tía del pequeño, Coral Ferreruela, mientras esperaba con otros miembros de la familia a las puertas del Juzgado de Menores de Valladolid a que finalizara la vista, que se prolongó durante más de dos horas.
«Fue un intento de asesinato, fue premeditado del todo: esa tarde lo esperaron a la puerta de casa, pero el niño no estaba, así que el lunes fueron al colegio, se escondieron detrás de unos matorrales y cuando llegó, se echaron sobre él y le golpearon«, concluyen los familiares, quienes aseguran que desde entonces el chico »apenas sale de casa y cuando lo hace mira detrás de él, porque piensa que le van a atacar; tampoco quiere dormir solo, está con pastillas y en tratamiento«.
Las hermanas H. y M. G., de nacionalidad española aunque nacidas en Marruecos, fueron detenidas el 6 de junio de 2022 a raíz del aviso recibido en el 091 que alertaba de que a la puerta del instituto Jorge Guillén de la calle Argentina «una mujer estaba agrediendo con un martillo a otra persona». Era en torno a las diez de la mañana cuando la directora del centro relató a los agentes de la Policía Municipal que primero habían llegado al lugar, que todo ocurrió a la entrada, cuando dos niñas se acercaron a un alumno y después vio que el niño «estaba sangrando abundantemente por la cabeza». Con la descripción de las chicas, funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía se personaron en el domicilio de ambas y fueron las dos menores quienes les abrieron la puerta. Allí también estaba la tercera hermana, de 10 años, junto a una cuarta niña, todavía lactante, y la madre de todas ellas. Durante la entrevista, M. relató que su hermana A. «estaba sufriendo 'bullying' por parte de un compañero de clase de etnia gitana y que la había agredido en repetidas ocasiones, si bien no le han denunciado nunca». Ese día, aseguraron, habían acompañado a su hermana al colegio y que cuando el niño la vio se dirigió a ella «y vieron como empujaba con fuerza a su hermana contra la puerta de entrada del colegio, golpeándose la niña la cabeza con un hierro de la puerta y cayéndose al suelo».
Las chicas reconocen en su declaración policial que acudieron en auxilio de su hermana menor y que se «enzarzaron» con el niño quien, «a pesar ser un niño de 10 años de edad, es muy corpulento y fuerte». M. manifestó que llevaban un palo de cortina que «iban a llevar a reparar» y que golpeó con él al chico en la cabeza, aunque H. la interrumpió para autoinculparse. Relataron a la Policía que después arrojaron el palo (de 10 centímetros y en el extremo un boliche metálico) a la acera de enfrente junto a la orilla del río y se marcharon llevándose a la hermana pequeña.
Como consecuencia de los golpes recibidos con el palo de cortina, el menor sufrió un corte profundo en la frente y otro en la nuca, además de varias lesiones en un brazo. Durante la detención de las chicas tuvo que establecerse un cordón policial porque cerca de medio centenar de personas «todas ellas de etnia gitana y muy exaltadas», según refiere el atestado, se congregaron a la puerta del domicilio de las adolescentes. A raíz de lo ocurrido, la familia sacó a las niñas del colegio y se mudó a otro barrio.
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