
A simple vista, lo primero que diferencia a estos ágiles roedores -cuyo nombre científico es 'Rattus rattus'- de otras especies es su color, poseen un pelaje negro, y su tamaño. Suelen medir unos 20 centímetros de largo y pesan unos 200 gramos, por lo general son más delgadas que las ratas de alcantarilla, que pueden llegar a pesar hasta 500 gramos y medir casi 30 centímetros; en este caso su hábitat natural son las redes subterráneas de saneamiento y, a diferencia de ellas, la rata negra o de árbol es menos agresiva y no huye de la presencia humana porque nace y vive en superficie.
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No superan el año de vida y se reproducen con mucha facilidad, con casi seis camadas anuales y un tiempo de gestación de tres semanas cada una, una única hembra es capaz de criar 20 ejemplares al año. Estos roedores anidan en matorrales, árboles y tejados, pues la rugosidad que le proporcionan las pequeñas láminas de sus almohadillas plantares hacen que sean excelentes trepadoras, mucho más ágiles que las de alcantarilla.
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Su cola es proporcionalmente más larga que el propio cuerpo y presenta unos anillos bastante marcados que le diferencian de otros roedores. Además, posee unos ojos de mayor tamaño y unas orejas más prominentes que otros roedores. Pese a que pueden transmitir enfermedades como la toxoplasmosis, el hantavirus e incluso la peste bubónica, desde el Consistorio explican que «jamás se ha registrado un solo caso de contagio».
Se alimentan de semillas, brotes «y todo lo que encuentran a su paso», señala Miguel Sancho, jefe del Servicio de Salud Pública del Ayuntamiento. Precisamente, es el mayor problema con el que se encuentran a la hora de lograr controlar su población. «La gente que alimenta a otros animales en la calle, creen que están dando comida a pájaros o patos, pero en realidad están alimentando a la rata negra», explica Sancho.
«Es un problema serio que no solo sucede de forma consciente, también se produce cuando la gente deja por ejemplo en la papelera comida a la vista, como sucede en los parques con las meriendas de los niños. Las personas que dejan bolsas de basura fuera del contenedor que sepan que están favoreciendo su proliferación», añade el experto.
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Desde el Ayuntamiento señalan que «solo las personas autorizadas y con permiso vigente pueden alimentar a los animales en la vía pública», como sucede con las personas que se encargan de la alimentación de las colonias de gatos. «En estos casos, vigilan que no sobre nada para que no se aprovechen otros animales».
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