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Sanidad en Valladolid
«Si volviera a empezar no esperaría a operarme de la rodilla ni un día»Buenaventura anda ahora por la vida con dos rodillas nuevas, después de visitar los quirófanos del Hospital Clínico Universitario de Valladolid y salir de este ... centro primero con una prótesis a la que ha sumado otra recientemente. «Me han cambiado la vida», resume a unos 82 años extraordinariamente llevados la mujer que fue el 30 de diciembre pasado la paciente número mil en ser operada con ayuda de Mako, el brazo robótico que se utiliza en el Clínico en la cirugía para implantar prótesis de rodilla y cadera.
Buenaventura relata que ha evolucionado de no poder casi andar y estar llena de dolores a moverse con fluidez y olvidarse de los analgésicos. La primera operación le costó. «No quería pasar por quirófano. Yo decía, 'mientras me valga, no me opero'», apunta esta zamorana de nacimiento (de Belver de los Montes), que llegó de niña a Valladolid y emigró luego a Alemania a trabajar en una fábrica. Comenta que ahora tiene arrumbado el alemán que llegó a manejar hablado, escrito y leído, porque necesitaba conocer la lengua en la que estaban escritos los manuales de instrucciones de las máquinas que manipulaba.
Con su primera rodilla cruzó el umbral del quirófano cuando ya no podía más. Esperó meses para dar el paso. «Demasiado», dice ahora. «Me tuve que convencer de que no podía estar sin operarme», remarca. En esa segunda ocasión, con la otra pierna, llegó al hospital convencida. «La segunda vez ya sabía a lo que iba y fui muy decidida, porque la primera rodilla había quedado muy, muy bien. Cualquiera que tenga dolores, que se opere. Si volviera a empezar no esperaría ni un día», aconseja, agradecida al trato que le han dispensado los sanitarios del hospital y al resultado de las dos operaciones.
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Buenaventura está volcada ahora en la recuperación. Llega al hospital caminando con muletas, pero puede aparcarlas y moverse sin ellas. «Me valgo mejor, veo la primera rodilla, que está completamente bien, como si no me hubieran hecho nada, y veo que esta va igual y entonces yo misma me animo», explica, al tiempo que describe su rutina de ejercicio: «Hay que ir poco a poco y trabajar la pierna, con fuerza de voluntad, la doblo mucho para que vaya cogiendo juego. Trabajé mucho la primera y ahora lo estoy haciendo con la otra, con las dos».
A Buenaventura le acompaña su hija, que sintetiza en una frase lo que han supuesto las dos prótesis de rodilla que le han implantado en el Clínico. «Le han devuelto la vida», concluye.
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