Ángeles de Lózar
Dueña de un quiosco en Valladolid
«Como autónoma estás todo el día con la cabeza en el banco, en las cuentas»Esta trabajadora por cuenta propia comenzó su vida laboral como asalariada, pero la crisis inmobiliaria le obligó a reinventarse
Se hizo emprendedora porque no le quedó otra que «reinventarse» y en enero cumplirá doce años al frente del Quiosco Gredos de Parque Alameda. Ángeles ... de Lózar (Valladolid, 1964) es autónoma, una ocupación exigente porque «aquí los horarios son de lunes a domingo. En este tipo de negocio en el que llevas pan, prensa... los descansos son mínimos, y no puedes permitirte tener a nadie a tu cargo porque la economía no da para otro sueldo. Ni para medio», explica con su habitual amabilidad.
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Precisamente «intentas tener mucho horario para algo muy ajustado», y por eso para ella es un motivo de preocupación el aumento de las cotizaciones que ha planteado el Ministerio de la Seguridad Social. «Una subida de cuotas siempre te hace polvo. Todo lo que sea una subida de algo te hace polvo. Pero también entiendo que los servicios hay que pagarlos de alguna manera. Otra cosa es cuándo se aprovechan y cuándo no, porque está claro que muchos no sabemos donde están», opina.
Cuando se le pregunta si el suyo es un trabajo fácil responde que «no, pero creo que para ningún autónomo lo es», y recuerda cómo fueron sus orígenes. «Yo voy de crisis en crisis», expresa resignada. «Cuando me casé tenía 25 años, el trabajo era muy precario y había mucha juventud, porque somos los del 'baby boom' y nos teníamos que insertar todos en el mercado laboral», continúa. Por eso «hice peluquería, pero llegué tarde, porque con 25 años ya era mayor para cierto tipo de empresas en las que tenían ayudas por contratar a gente joven. Me pasaba de la edad».
«Para mí no había oportunidades y tuve que meterme donde pude», prosigue Ángeles. Le ofrecieron trabajo en una promotora inmobiliaria y a pesar de que «entonces no sabía ni lo que era una hipoteca, porque estaba de alquiler», se puso al día y a ese sector se dedicó durante años a cambio de un salario y una comisión variable «por la que tenías que pelearte mucho». «Cuando parecía que todo estaba encarrilado estalló la burbuja y otra vez tuve que reinventarme», continúa. «El local es de mi hermana, se le quedaba vacío y aproveché para continuar el negocio que ella había abierto en el barrio», señala agradecida.
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«Ser asalariado es más cómodo»
¿Qué responde cuando se le pregunta cuál de las dos opciones es mejor? «Ser asalariado siempre es más cómodo, aunque como autónomo tienes tus ventajas. No discutes con nadie, llegas tarde y te riñes a ti mismo, pero estás todo el día con la cabeza en el banco, en las cuentas. Yo me levanto y lo primero que miro es a ver qué pagos me tocan hoy», sentencia. Eso sí, está contenta porque «de momento me estoy manteniendo, me doy con un canto en los dientes, sinceramente».
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