Dos vecinos de Santa Ana vuelven a casa esquivando los adoquines levantados de la calle Barcelona. Alberto Mingueza

Valladolid

Las aceras rotas de Santa Ana obligan a los vecinos a caminar por la calzada: «Hay que ir con cien ojos»

Los residentes reclaman una solución al mal estado del firme en la calle Barcelona, en la que hay una residencia y un centro de mayores, y otras vías de la urbanización

Lucía San José

Valladolid

Sábado, 2 de agosto 2025, 15:09

«Tenemos que caminar mirando al suelo, porque nos caemos», critica María Luisa Martín, una vecina de la urbanización Santa Ana, situado junto al Camino ... Viejo de Simancas. Y lo dice en alusión al (mal) estado del firme de una de sus arterias principales, como es la calle Barcelona, junto con sus perpendiculares, calle Atenas y Berlín, en las que muchos peatones caminan directamente por la calzada, incluidas personas mayores de las dos residencias cercanas. «No nos queda otra, por las aceras no se puede ir», ya que las raíces de los plátanos han levantado el adoquinado hasta convertirlo en una cordillera de obstáculos que dificultan o imposibilitan directamente, en el caso de personas con movilidad reducida, el tránsito.

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«Esto no es nuevo, lleva años así», observa otra mujer, Rebeca De Diego, vecina del cercano barrio de Parque Alameda, que se mueve por estas calles «todos los días a pasear a su perro porque hay mucha más sombra». Pero en los últimos años, con el crecimiento de los árboles y la falta de intervención, la situación ha empeorado y «se han levantado losas, hay desniveles y huecos», resume.

La reurbanización de la calle Londres facilita el tránsito de los residentes. Alberto Mingueza

Donde sí se ha puesto solución es en la calle Londres, ya que en diciembre del año pasado se talaron 72 plátanos y se habilitar 18 pequeñas 'islas' junto a la acera pero con los árboles separados y con más espacio en sus parterres, el suficiente para que las raíces no invadan la vía. «Han quitado los árboles y han arreglado la acera. No hay sombra, pero al menos se puede caminar», explica la viandante Susana Zanetti. En la calle Barcelona, sin embargo, los obstáculos continúan ahí y con ellos el riesgo de tropiezos y caídas.

«Da miedo verle a las personas mayores por la carretera con coches pasando cerca»

María Luisa Martín

Residente de la urbanización

La preocupación se intensifica porque en esta misma calle y sus inmediaciones se encuentran una residencia de la tercera edad, Amavir El Encinar del Rey, y un centro de asistencia para mejorar también la vida de las personas mayores, Sumando Vida. Muchos de sus usuarios salen a pasear por la zona, acompañados o en silla de ruedas. «Da miedo verles por la carretera con coches pasando cerca», advierte la vecina María Luisa Martín.

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Aunque tengan que sacrificar la sombra, los vecinos prefieren garantizar la seguridad, como apunta Susana Zanetti, que visita a su madre en una de las residencias cercanas y observa que «es una pena perder los árboles, pero más pena da que una persona mayor se rompa una cadera por tropezar». Además, piensa que «tiene que haber alguna solución, porque en otros sitios hay plátanos y no pasa esto».

Las raíces se cuelan en las casas

De hecho, el problema se cuela, incluso, en algunas casas y «ya ha habido vecinos que han denunciado porque se les levanta el jardín».

Residentes y paseantes coinciden en que la intervención para mejorar el firme de las aceras debería llevarse en todas las aceras. «Han empezado por un tramo, pero esto debería hacerse en toda la calle, especialmente donde están las residencias, que es por donde más gente mayor pasa cada día», incide Rebeca De Diego, que pensaba que cuando arreglaron la calle Londres seguirían con el resto.

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Desde una de las residencias de la calle reurbanizada explican que tardaron años en conseguir la remodelación. «Llevo cinco años y desde el primero pedí una solución porque era un peligro, sobre todo, para personas mayores», indica el director de la residencia Orpea.

Rebeca De Diego pasea a su perro por la calle Atenas. Alberto Mingueza

Algunos vecinos proponen plantar otro tipo de árboles «menos invasivos o instalar toldos o velas» para dar sombra artificial. «En Benidorm, por ejemplo, en los parques infantiles ponen velas que dan sombra. Aquí se podrían hacer cosas parecidas», sugiere la afectada Rebeca De Diego. «Lo que queremos es que se planten especies que no destrocen el suelo o que se prepare bien el terreno para evitar esto», explica la residente María Luisa Martín, porque los problemas se repiten. Caídas, sustos y advertencias entre vecinos y, de hecho, «una señora se cayó, se le puso la cara morada y tuvieron que denunciar al Ayuntamiento», relata Antonio Flores junto a su pareja.

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Una usuaria de la residencia de la calle Barcelona pasea todos los días por la sombra, aunque «me han advertido mil veces que no lo haga, pero es que si no, no puedo pasear» justicia antes de explicar que tiene que «mirar el suelo como si fuera una pista de obstáculos».

Las soluciones «imagino que dependen del Ayuntamiento, pero hace tiempo pusieron una denuncia y no ha mejorado nada», ahonda María Luisa. Para muchos, el miedo a una caída ya forma parte de su rutina diaria. «No te puedes despistar ni un segundo. Hay que ir con cien ojos», afirma la afectada.

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Las aceras de la calle Barcelona, llenas de sombra pero imposibles de transitar, se han convertido en un lugar incómodo y peligroso para los residentes, más aún para quienes tienen problemas de movilidad. Entre el riesgo del mal estado del adoquinado y el peligro de atropello a los peatones que circulan por la calzada, los vecinos piden «poder caminar con tranquilidad».

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