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Laura Negro
Domingo, 24 de abril 2016, 20:02
Teo y Héctor Baza son padre e hijo. Por su edad, ambos pertenecen a colectivos considerados «de difícil inserción laboral», pero han sabido superar todas las barreras y su historia tiene un final feliz gracias al emprendimiento. El hobby de Héctor (30) por el radiocontrol se ha convertido en una idea de negocio hecha realidad, en la que Teo (54) ha aportado su pasión por la fotografía. Juntos han creado Ecogeo, una empresa especializada en el uso de tecnología aérea no tripulada (drones).
Héctor llevaba cuatro años trabajando como recepcionista en un hotel cuando en mayo de 2014 se quedó en paro. A través de un familiar conoció la tecnología dron y decidió comenzar a investigar las posibilidades y campos de aplicación de estos aparatos con un fin empresarial. Pronto se sacó el título de piloto avanzado de RPAS (drones) en Matacán y también se apuntó al programa CREA del Ayuntamiento de Valladolid, donde recibió asesoramiento y formación para la puesta en marcha de su proyecto.
«Allí aprendí a abordar determinadas situaciones, planificar estrategias y, por supuesto, hacer contactos importantes. Además, gracias a eso, hemos podido acceder al espacio de coworking en la agencia de Innolid, donde de forma gratuita podemos disfrutar de una infraestructura importante, en un espacio cómodo y muy respetuoso», explica este joven.
Treinta años de experiencia como comercial en el sector del automóvil no le valieron a Teo para mantener su puesto de trabajo. Sin embargo, esta nueva situación de desempleo, lejos de ser un drama para él, se convirtió en un revulsivo para entrar a formar parte del proyecto de negocio que estaba poniendo en marcha su hijo. «Este es el mejor trabajo que podía encontrar. En Ecogeo puedo dedicarme a la fotografía, que es lo que más me gusta, y además, tengo oportunidad de trabajar con mi hijo. ¿Qué más puedo pedir?», explica el padre.
Su relación, más allá de la afectiva, es la de dos profesionales que se complementan a la perfección. Por un lado se combina la experiencia comercial y de atención al cliente de Teo, con la frescura y ganas de empaparse de las nuevas tecnologías de Héctor. «Hemos conseguido ensamblar todas nuestras cualidades para hacer que la empresa funcione», comentan ambos. Los Baza hicieron una inversión de unos 40.000 euros en aeronaves, licencias y equipamiento informático, que han podido financiar mediante una línea de crédito ICO. Padre e hijo aseguran que su empresa se asienta sobre tres pilares fundamentales: la profesionalidad, la legalidad y, sobre todo, la seguridad. «Nuestro dron principal tiene una gran envergadura y lo hemos equipado con un paracaídas para evitar cualquier incidente. Además, como tiene tantas funcionalidades, es imposible que una sola persona pueda manejarlo todo, por ello, cada vez que salimos a volar, vamos los dos y uno se encarga de pilotar y otro de operar con la cámara. Estando los dos, siempre es más fácil solventar cualquier imprevisto que pueda surgir. Por supuesto, siempre vamos acompañados del manual de operaciones, de nuestras titulaciones, seguros, certificados médicos y placas identificativas de cada dron», argumenta Teo.
«Todo está legislado»
«El dron se ha convertido en el regalo estrella para acontecimientos señalados, pero es importante saber, que aunque sean juguetes, todo está legislado y hay ciertos espacios aéreos restringidos en los que no deben volar aeronaves, así como ciertas restricciones y leyes que no deben ser sobrepasadas. AESA, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, es la encargada de regularlo», completa Héctor. Dirigen sus esfuerzos comerciales tanto a la administración, como a las empresas privadas y particulares, trabajando también muy estrechamente con colegios profesionales. Son tres las líneas de negocio que estos emprendedores han marcado en su empresa. La primera de ellas es la realización de vídeos y fotografías aéreos, como material promocional y corporativo, grabación de eventos deportivos, sociales y culturales, rodaje de documentales o spots publicitarios La segunda línea de negocio está relacionada con la inspección industrial de plantas de energías renovables, líneas de alta y media tensión, conservación del patrimonio, etc. Por último, están especializados en agricultura de precisión para vigilancia forestal, supervisión de fumigaciones y la realización de mapas de vigorosidad y salud vegetal. «La gente se piensa que por el simple hecho de tener un dron y hacerlo volar, ya está todo hecho, pero no es así. Detrás de cada fotografía y de cada vídeo, hay un intensivo trabajo por detrás. Volar solo supone el 15 ó el 20% de nuestro tiempo de trabajo, pero hace falta una parte de desarrollo muy importante, para poder cumplir las necesidades del cliente al 100%», subraya Teo.
Forman un equipo perfecto que persigue los mismos objetivos y proyección de futuro. Su equipo de trabajo se completa con otros colaboradores independientes y altamente especializados. «Es inevitable que a veces surjan roces, porque los dos somos muy inconformistas y siempre buscamos la perfección, pero trabajar juntos está suponiendo una gran experiencia para ambos. La confianza que tenemos entre nosotros ayuda mucho a que todo marche bien», indican los Baza.
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