El descarado humor de Berto Romero conquista Valladolid
El cómico catalán deleitó al público asistente a la Cúpula del Milenio con un monólogo en el que se rie de temas como el sexo, la familia o la vida misma
Álvaro yepes
Domingo, 17 de abril 2016, 23:45
Hace ya tiempo que Berto Romero dejó de ser «el amigo graciosete de Andreu Buenafuente» para triunfar lejos de su descubridor y convertirse en uno de los cómicos de más éxito en nuestro país, y ayer en la Cúpula del Milenio demostró por qué. Risas y más risas durante la hora y media que duró su monólogo, un espectaculo fresco, actual, desenfadado y hasta irreverente en el que conectó en todo momento con el público asistente, 900 personas totalmente entregadas a la causa.
En la que es su segunda actuación en Valladolid, Berto Romero se burló de absolutamente todo. De hecho comenzó el monólogo con una mofa del propio edificio: «nunca había actuado en un sitio construido para cultivar fresas». Y se ganó al público reiterando desde el principio y durante todo el espectáculo la ilusión que le hacía actuar en Pucela. «Para mí es un sueño estar aquí, llevo años preguntándole a mi agente: ¿Cuando Valladolid?, y él siempre me decía lo mismo: calma, aún no estás preparado».
Por supuesto no faltó un tema tan recurrente casi obligado para todo humorista como es el sexo, haciendo una jocosa comparación entre el hombre y la mujer, así como de sus órganos reproductores. «El de ellas para mi gusto está sobredecorado, barroco, rococó, mientras que el nuestro es más sencillo, hidráulico, lo que ves es lo que hay, no engaña». Incluso se permitió la licencia de dedicarle una canción al sexo anal, a «entrar por el maletero». Y no sería su única canción. Hasta cuatro ofreció de la mano de Iván Lagarto, su guitarrista.
También se mofó de los guapos. Y de los perros pequeños, «la muestra gratutita de perro» como les llama. Y de su abuela, una anciana de mucho carácter a la que se refiere como «yayatolá». Por meterse se metió hasta con los recién nacidos; «yo no he visto peor manera de entregar un producto, yo le preguntaba a mi mujer: ¿Acaso te he metido prisa?». Y es que Berto habla desde su experiencia como padre de tres niños. «Les quiero mucho, sobre todo cuando estoy de gira» decía.
Y, cómo no, también se acordó de uno de sus mayores ganchos, su nariz. «Si me quiero hacer una rinoplastia el alcalde me deniega el permiso de obras» asegura. Los presentes, encantados, despidieron a Berto con un sonoro y prolongado aplauso que el humorista agradeció.