Los usuarios buscan mayor efectividad mediante la zumba, el GAP o el 'body pump'

La coyuntura económica, pero también las nuevas modas y tendencias, han modificado la oferta, la demanda y el perfil del cliente tipo del gimnasio vallisoletano. Si antes de la crisis lo habitual era que una sola cuota, aunque abultada, diera la posibilidad al usuario de acceder libremente a todos los servicios del establecimiento, en la actualidad se ha vuelto a las tácticas de los años ochenta: A pagar lo mínimo y solo por la actividad que se desarrolla. «Pilates, martes y jueves, cuesta tanto al mes», explica Arranz.

Por otro lado, el cliente cada vez tiene menos tiempo y exige alternativas muy concretas y lo más efectivas posible. «Además del tiempo y el dinero, se buscan resultados rápidos y, en ese sentido, actividades como el body pump, con ejercicios muy específicos que se ejecutan de manera grupal y al ritmo de la música, son muy demandadas», añade. El GAP (glúteos, abdomen, piernas), media hora de actividad intensiva, es otra de las opciones de los nuevos tiempos.

Pero para los responsables del gimnasio Palestra, en la calle Almería, la mayor revolución está siendo la de la zumba, una actividad que permite quemar hasta 700 calorías en una sesión, en la que se trabajan todos los grupos musculares, de una forma mucho más entretenida que en el antiguo aerobic. Además, a diferencia del pilates, una disciplina también en alza, la zumba se ha integrado con mucha soltura en el abanico de ofertas de los gimnasios tradicionales.

En la otra cara de la moneda están deportes como la natación, para cuya práctica se necesita más tiempo. Las piscinas públicas (y sobre todo las de los municipios) no consiguen amortizar las fuertes inversiones de las instalaciones y el costoso mantenimiento. Y es que muchos de los que antes nadaban se han hecho adictos al running, la nueva gran moda entre quienes deciden cultivar su cuerpo y mantener los kilos de más a raya.