Una vecina de Villalón deja más de un millón y medio de euros en herencia a su parroquia
La benefactora, Ángela Cruz Maroto, 'Geli', fallecida en mayo, puso la condición de que el dinero se destine a la restauración de la iglesia de San Miguel
«No le llamo de El Hormiguero y no es una broma, lo que le estoy diciendo es verdad». Son las palabras que hace unos ... días escuchó el párroco de Villalón de Campos, José Ignacio Bueno, cuando recibió la llamada de la albacea testamentaria que le comunicaba la excelente noticia de que su parroquia de San Miguel Arcángel era la beneficiaria de la herencia de más de un millón y medio de euros que había dejado en testamento la villalonesa Ángela Cruz Maroto, que fallecía el pasado mes de mayo a los 84 años.
En los días posteriores a la llamada, algunos vecinos y familiares de la benefactora fueron a decir al párroco lo de la herencia, «por lo que, de una manera u otra, esta noticia se sabía», según narra el párroco, quien destaca que la benefactora ha puesto como condición que su herencia se destine a la iglesia parroquial de San Miguel para que se lleven a cabo las obras de restauración necesarias. Algo muy aplaudido por el religioso, ya que «nunca viene mal» por las grandes necesidades que siempre hay para su mantenimiento en una iglesia de dimensiones catedralicias como San Miguel, «en la que hemos arreglado medio tejado y ahora podremos acometer el resto».
Aunque no llegó a conocer a la benefactora, José Ignacio Bueno mostró su agradecimiento por el gesto tan generoso de legar su herencia, para la que «no va a faltar destino, con el respiro de saber que a partir de ahora hay todo ese dinero para poder afrontar lo que venga sin tener que hacer deudas». A sus 56 años, el párroco de Villalón fue ordenado sacerdote en el año 1996, habiendo pasado por Becilla de Valderaduey, Villavicencio de los Caballeros, Ceinos de Campos, Villacid de Campos, Villabragima, Castromonte, Valverde de Campos o Cuenca de Campos, entre otros pueblos.
Otras dos herencias de miles de euros
Esta no es la primera vez que algunas de sus parroquias se benefician de una herencia, ya que hace años en Villavicencio de los Caballeros recibió una de 130.000 euros y hace un año en Villafrades de Campos fueron más de 100.000 euros, de los que recordó que «me asusté por la cantidad tan grande, pero fue un entrenamiento para que la de ahora de Villalón me haya sorprendido menos, a pesar de la cantidad tan grande».
Natural de Villalón de Campos, Ángela Cruz Maroto, a la que todo el mundo conocía de forma cariñosa como Geli, era una vecina que trabajó muchos años de administrativa en el Ayuntamiento villalonés hasta que se casó con Francisco José Martínez-Franco, trasladándose a vivir a Madrid, sin que nunca dejara de volver a su querido Villalón, donde se la recuerda como una mujer sumamente cariñosa, generosa, muy familiar, que le gustaba jugar con los niños, a los que les enseñaba canciones y juegos infantiles de Villalón, contando siempre anécdotas para traer al presente todo lo del pasado en «un gran cajón de sorpresas».
Y su casa para Cáritas
San Miguel era la parroquia familiar, la iglesia de toda la vida, en la que siempre vio la necesidad de hacer arreglos, porque la iglesia tenía que estar mejor, lo que justifica ahora el que haya dejado tan cuantiosa herencia a la parroquia. Una iglesia en la que se celebró su funeral, antes de ser incinerada a la espera de que se lleve a cabo el entierro en el cementerio villalonés. Ya uno de sus hermanos, el sacerdote Lorenzo Cruz Maroto, dejó a su fallecimiento distinto bienes a la Iglesia. Además de la herencia de Villalón, Ángela Cruz Maroto ha dejado su casa madrileña, en la plaza de Chamberí, a Cáritas Madrid.
Para el párroco villalonés, «las raíces y la parroquia han pesado en la decisión de Ángela Cruz Maroto en dejar su herencia para la iglesia de San Miguel». Además recordó lo que en el pueblo se habla de ella como una mujer generosa y de fuerte convicciones cristianas, para verlo como «un terreno muy bien abonado para que pudiera acabar con estos gestos generosos al final de su vida». También aseguró que la parroquia no se ha parado a pensar todavía en algún tipo de acto de agradecimiento, ya que ahora «estamos con el sorpresón».
Junto al bello rollo gótico, en la Plaza Mayor, abre sus puertas la iglesia de San Miguel, sin duda uno de los templos gótico-mudéjar más interesantes de la provincia. Su origen se remonta a los siglos XIII y XIV, aunque su imagen actual es el fruto de varias fases constructivas que van desde inicios del siglo XIII hasta el XIX. El acceso al templo se realiza desde la plaza por una escalinata a través de un pórtico de columnas toscanas de época neoclásica y por una portada lateral de finales del XV de arco de medio punto, decorada con bolas y escamas.
El edificio tuvo tres naves en su origen, a las que se añadió en el siglo XVI una cuarta en el lado de la epístola. El crucero se cubre con cúpula de media naranja apoyada sobre sencillas pilastras y coronada por esbelta linterna de cuerpo octogonal cerrado por cupulilla de gallones; y en la cabecera destaca por el ábside semicircular de líneas muy sencillas neoclásicas, dividido exteriormente en dos cuerpos por una poderosa cornisa. En cuanto el exterior, destaca la gran torre gótica de cuatro cuerpos, los tres primeros realizados con cantería y el último, el de campanas en ladrillo. La obra más importante dentro del templo es el sepulcro del canónigo leonés don Diego González del Barco, fallecido en 1536, que va adosado al muro y que fue realizado por Juan de Juni.
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