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DECÍAMOS AYER

El libro rojo del cole

Una publicación proscrita se cuela en los centros de EGB de Madrid y solivianta a la sociedad bienpensante Los detractores de Educación para la ciudadanía habrían fomentado su estudio si les hubieran ofrecido a cambio la polémica obra

JAVIER AGUIAR

Jueves, 11 de febrero 2010, 01:50

Las personas de bien vivían soliviantadas los primeros años de la democracia. Les habían legalizado a los comunistas, les hablaban de divorcio y hasta de aborto, la pornografía invadía los cines y las revistas y tenían un presidente de Gobierno con garantías -había sido jefe nacional del Movimiento y tenía un aspecto serio y formal- que parecía estar pasándose a las filas del enemigo. En fin, un sin vivir.

En estas estamos cuando una tranquila y fría (2,4 grados de mínima, aunque luego templó) mañana de febrero se desayuna el país con que una malvada bruja comunista ha invadido la paz de los colegios madrileños y la inocencia de sus inquilinos con un libro «antisocial, inmoral, falaz, antidemocrático, contrario a la dignidad humana, pseudocientífico y, quizá, delictivo en no pocos casos», según el editorial de 'ABC' del día. Sólo su nombre ya aterra: 'El libro rojo del cole'.

«Si queréis saber más, preguntad a los adultos, pero no os creáis todo lo que os cuenten»; «Si estáis hartos de contemplar la nuca y la espalda de vuestros compañeros, cambiad la disposición de las mesas. Si creéis que la clase tiene un aspecto triste y melancólico, arregladla a vuestro gusto para hacerla habitable»; «¿Quién evalúa a los evaluadores?». Son frases sacadas de la publicación que, entre otras, motivaron la querella presentada por la Federación de Padres de Familia, asociación que apreciaba en el tomo la intencionalidad de «minar los principios de la democracia y el respeto por las instituciones sociales: familia y escuela».

El mismísimo ministro de Educación, José Manuel Otero Novas, que aprovechaba el paso del Pisuerga para lanzarles unas lindezas a socialistas y comunistas, decía del libro: «Viola los criterios de moralidad aceptados por la sociedad española y no sólo descubre, sino que fomenta prácticas tales como el consumo de drogas y prácticas sexuales de muy variado tipo (¿?), haciendo apología de las relaciones homosexuales y los matrimonios de grupo». Pocas imágenes tan horrendas como un matrimonio de grupo. No cabe duda.

El titular de Cultura fue más lejos, si eso era posible: «Es una porquería integral y un brutal atentado a la convivencia», dijo Ricardo de la Cierva haciendo honor a su cargo.

La maquinaria defensora de los principios elementales de la moral, engrasada como el primer día -como hoy y como siempre, que las fuerzas del maligno no descansan- puso en marcha toda su batería y, como es habitual, no dejó títere con cabeza. En especial a la primera culpable, una concejala comunista cuyo solo aspecto dejaba palpabe una vida disoluta entregada a los placeres de la carne -concretamente a los torreznos- llamada Cristina Almeida.

Un error y nada más

Al final, después de ser noticia durante un par de semanas, todo quedó en un bluf. Un error y una casualidad. Nada más. Pero el libro, escrito por unos cándidos daneses llamados Soren Hansen y Jesper Jensen, quedó grabado en el imaginario colectivo como un fantasma venido del infierno que ha regresado a nuestras vidas en forma de 'Educación para la ciudadanía. Que estos del Pacto por la Educación tomen nota. Por si acaso.

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