Otra victoria colectiva a domicilio

Senovilla premió la actuación de Pablo Herranz ante el Barça dándole la titularidad y el pivote, con un imán en las manos, respondió cazando el primer balón en seis metros para abrir el marcador. La resaca de aquel partido también acompañó a Dani Pérez, el lanzador infalible de penaltis al que cazó a la tercera Gonzalo Pérez de Vargas, oficiosamente el mejor portero del mundo. Y el ejecutor que no falla nunca encadenó dos seguidas, porque su primer penalti se estrelló en el larguero. Con todo, su figura de especialista está tan asentada que repitió suerte en el segundo –algo poco frecuente– y se reencontró con el gol. Fueron dos ejemplos de un frenesí ofensivo sin parangón, con un cuarto de hora de porterías casi inéditas y una proyección desorbitada de goles.

Lejos de huir de la velocidad, el Nava la abrazó, incidiendo una y otra vez en el contragol a través de reanudar cuanto antes el juego tras encajar. No solo marcaba, sino que forzaba penaltis como el de Herrnaz, atento. Ambos equipos empezaron a intercambiar tantos como dos boxeadores que se golpean sin protegerse el rostro, con una secuencia de tres goles en apenas 20 segundos. Mientras, el ataque estático del Nava lo sujetaba Méndez, una máquina de ventajas, y lo ejecutaba Isaías, tan acertado en la ejecución como a la hora de detectar cuándo levantar su brazo de Inspector Gadget. Si esto era un partido de tenis, el break tenía que llegar por la defensa, la fórmula segoviana para congelar el marcador rival y coger sus primeras ventajas. Porque su ejecución ofensiva era sobresaliente, tanto en las asistencias –brillantes pases hacia los extremos– como en las finalizaciones, el tiro liftado de Ahumada por encima de la cabeza del portero. Así se gestó un parcial de 4-0 y el primer tiempo muerto local (8-12).

La otra pieza maestra del Nava estaba en su portería con Luis de Vega. No por sus paradas en juego corrido, una aportación poco significativa, sino por sus penaltis. El frenesí ofensivo –hubo 25 goles en los primeros 18 minutos– se contuvo y el Huesca empezó a sumar con Artur Parera en el pivote, los brazos de los dos Cardies y la ejecución de Charly Pérez, pero el leonés mantenía la ventaja porque paraba los tiros desde siete metros. Sacó cuatro de seis en la primera parte; el último, a Charly Pérez, lo completó con una parada en estático para que Gedeón Guardiola marcara sobre la bocina con golazo de cadera propio de alguien con 30 kilos y 20 centímetros menos. Porque el tamaño no está exento de calidad (14-17).

El siguiente relevo en la escapada del Nava lo dio Mario Nevado, inédito hasta entonces, que sujetaba el intercambio de goles con el que empezó la segunda parte mientras el Huesca trataba de acelerar las acciones para ganar tiempo y forzar el error navero. Y llegaría. En esas apareció su portero Gabor Decsi, que empezó a tocar balones en seis metros y le sacó el segundo penalti a Pérez en una parada surrealista, pues uno lanzó mientras caía y otro detuvo mientras hacía lo mismo y levantaba los pies. Momentos tensos para el siguiente relevista, Óscar Marugán, sin el tono de la temporada pasada por problemas físicos. Pero salió al penalti y resolvió con un tiro picado infalible, el mismo lanzamiento con el que anotaría desde el extremo para mantener el +3.

Pero el Huesca insistía, con la dirección de Miguel Malo y las deliciosas definiciones de Adriá Pérez. Y la renta era demasiado corta para confiarse. Así que bastaron una exclusión de Nevado, un ataque segoviano plomizo que terminó en pasivo y un penalti de Rafa Paulo –Yeray, en la portería, pidió que saliera su inspirado compañero– para poner el empate a 26. Otro momento complejo que resolvió, esta vez, el protagonista, Isaías Guardiola, con un gol a media altura bajo amenaza de pasivo y otro canjeando la ventaja, tirando de envergadura. Incluso una exclusión suya tras un intercambio de opiniones con una colegiada acabó sin castigo porque Arguilles no embocó desde su portería. El Huesca, mermado en su confianza, se precipitó en el desenlace.

La cosa llegó a los últimos cinco minutos con un +2 precario que terminó en victoria porque Yeray sacó dos paradas clave –en especial una a Parera en seis metros– y porque Dani Pérez firmó el gol de la noche con un tiro picado angulado donde no había hueco. Nevado puso el +3 a minuto y 15 segundos del final tras el último tiempo muerto de Senovilla, para trazar la jugada con calma. Y Lautaro Robledo, en su primera gran actuación navera, aseguró los puntos con los últimos goles ante una defensa desesperada. Fue el último relevo.