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La situación de los ríos en Segovia no es del todo positiva. El estado del 82% de los cauces que recorren de punta a punta ... la provincia es «peor que buena», según confirma la Confederación Hidrológica del Duero (CHD). Todas las masas de agua superficiales lo tienen muy difícil a la hora de cumplir con los objetivos medioambientales previstos en 2027, que son alcanzar el buen estado biológico y ecológico, además de evitar el deterioro. Muchos de estos tramos conviven con una naturaleza «muy modificada», vertidos y la presencia de sustancias químicas contaminantes.
El organismo gestor de la cuenca ha iniciado la campaña anual de evaluación de los ríos por medio de la recogida de muestras biológicas. Es por ello que hasta mediados de junio serán muchos los técnicos que se desplazarán a los ríos segovianos para recoger plantas y algas, así animales como invertebrados o peces, que ofrecen una información «muy certera» sobre la calidad del agua y el ecosistema. Esto se debe a que los ejemplares «tienen memoria de lo que ha ocurrido en el río hasta el momento del muestreo», informa la CHD.
Una vez culminada la fase de trabajo de campo, comenzará el análisis físico-químico de las muestras, lo que permitirá elaborar un perfil de carácter biológico y ecológico del agua en los ríos. Es una labor que se realiza desde hace más de 16 años y que ha advertido sobre destacadas fluctuaciones en la conservación de los cauces en los últimos años, cuyas características tienden al empeoramiento sobre todo a partir de 2018. Si bien es cierto que ningún tramo presenta un estado global 'malo' o 'deficiente', son muchos los que arrojan unos resultados 'peores que buenos'. El 75% de las estaciones examinadas en la cuenca del Duero se encuentran en esta situación, aunque en el caso de Segovia esta proporción aumenta en más de seis puntos.
La gran mayoría de los tramos de ríos en la provincia no alcanza los parámetros necesarios para concluir que su estado es 'bueno', de acuerdo con los exámenes más recientes, que datan de 2024. Hay varios factores que intervienen en esta designación, como son los malos indicadores anotados en relación con el estado ecológico (aspectos biológicos, físicos o morfológicos), así como el químico, el cual verifica que hay sustancias que exceden las normas de calidad ambiental establecidas. Algunos de los elementos estudiados son los nutrientes, contaminantes (glisofato, cianuro, arsénico, zinc...) o el oxígeno disuelto y la tasa de saturación.
En Segovia, los más de 30 ríos y arroyos que integran el censo de masas de agua superficiales están divididos en 68 estaciones diferenciadas. Tan solo el 17,6% de los tramos registrados presume de estar en una buena situación de acuerdo con los criterios establecidos por la Confederación, que se rige por la normativa de la Directiva Marco del Agua (DMA) que fue aprobada en 2000 por la Unión Europea. Está considerada como una de las legislaciones de protección ambiental «más exigentes de cuantas existen actualmente en el mundo», subraya el órgano gestor.
El porcentaje que visibiliza la provincia segoviana sobre el buen estado de los cauces es el segundo más bajo de toda Castilla y León, al ubicarse tan solo por detrás de Valladolid. Al contrario, Soria es el territorio que mejor conservadas tiene las masas de agua, pues el 35% de los tramos analizados tienen unos niveles óptimos medioambientales, de acuerdo con la CHD. Está seguido de Zamora, con el 29%; Palencia, con el 28%; y Ávila, con el 24%. El resto de demarcaciones regionales se encuentran por debajo de estos umbrales.
Las muestras que el año pasado obtuvieron los mejores resultados de calidad son las que fueron recogidas en el río Pontón, que atraviesa los núcleos de Pedraza, Rades de Abajo o La Velilla; el río Pirón, desde Sotosalbos a Peñarrubias de Pirón; el río Serrano, entre Barbolla y Sepúlveda; el arroyo del Vadillo, que discurre por Matabuena y Pedraza; el río Santa Águeda; que abarca Arahuetes, Cubillo y Santiuste de Pedraza; el río Cambrones, desde su cabecera en la sierra hasta el embalse del Pontón Alto.
Hay algunos cauces de mayor longitud en los que es preciso efectuar divisiones y estudiar los tramos por separado. Por este motivo, un mismo río puede abarcar diferentes estados medioambientales del agua. Es el caso del río Duratón, que disfruta de unas buenas condiciones desde el lugar de su nacimiento (en la sierra de Somosierra) hasta Sepúlveda; y entre Laguna de Contreras y Peñafiel. Algo parecido sucede con el río Riaza, que alcanza valores óptimos únicamente desde la presa del embalse de Linares del Arroyo, en Maderuelo; hasta su confluencia con el arroyo de la Serrezuela. Todo ello a pesar de que su naturaleza ha experimentado modificaciones a lo largo del tiempo tras la construcción de la presa.
El último tramo con una óptima calificación de estado es el del río Cerezuelo, entre el arroyo de la Garganta y hasta su unión con el río Duratón a su paso por Duruelo. El resto de las masas superficiales que fluyen por la provincia revelan unos parámetros más adversos. Sin embargo, la posición privilegiada que presentan los cauces citados no significa que estén libres de cualquier amenaza. Cada uno de los escenarios analizados por la CHD en Segovia están en riesgo de incumplir con los objetivos ambientales del agua. El plazo para que tienen para llevar a la práctica estos designios finaliza en 2027.
El tiempo apremia, por lo que son muchas las mejoras que la gestora de la cuenca propone en un intento de resolver los problemas observados. Por ejemplo, han sido varias las recomendaciones que se han trasladado para mejorar los diferentes trazados del río Duratón, especialmente en los que tienen su naturaleza modificada. El tramo a su paso por Sepúlveda, Sebúlcor y Carrascal del Río se enfrenta a exceso de nitrógeno, por lo que se solicita reducir la aportación de esta sustancia, a lo que se suma la puesta en marcha de medidas de protección del hábitat. Entre el embalse de Burgomillodo y la presa de las Vencías, el cauce se ve afectado principalmente por vertidos, actividad agrícola o exceso de demanda química de oxígeno, ante lo que se aconseja construir depuradoras y estudiar alternativas de mitigación del impacto que tiene la industria o el propio pantano.
El río Eresma a su paso por Segovia, también arroja malos resultados, lo que se debe a las presiones difusas, por la contaminación que ingresa de manera dispersa en los cuerpos de agua; o hidromorfológicas, al existir obstáculos que alteran su cauce. La Confederación insta a su vez a vigilar el uso de agroquímicos en zonas vulnerables y los vertidos de aguas residuales en la cuenca. También reclama mejorar el inventario de las presiones y mejorar las condiciones del impacto que tiene la actividad industrial en el tramo que va desde la capital hasta el Pontón Alto.
El río Frío presenta vulnerabilidad en el tramo comprendido entre el Real Sitio de San Ildefonso y el embalse de Puente Alta, en Revenga, por lo que se insta a permeabilizar la masa de agua. El río Moros a su paso por El Espinar requiere labores para recuperar «un muy buen estado» del bosque de ribera «por el impacto del cambio climático», así como mejorar el suministro desde la presa del Tejo, cuyos trabajos para lograr este objetivo ya han comenzado. Mientras, la gestora de la cuenca advierte de la necesidad de identificar posibles fuentes de emisión de mercurio y reducir la contaminación en el río Riaza, en su recorrido por Alconada de Maderuelo, Aldealengua de Santa María y Languilla.
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