Despoblación
«Con el tema de la repoblación hay muchísima desinformación»Diana Calero y su pareja consultaron a «cientos» de pueblos para salir de Madrid y acabaron en Grajera tras más de dos años buscando hogar entre noticias de internet
Diana Calero y su pareja emigraron de Madrid porque buscaban una vida más tranquila, pero la búsqueda les llevó dos años y contactar con «cientos» ... de ayuntamientos para huir del ajetreo y esos alquileres por las nubes. Utilizan el adjetivo «intenso» como eufemismo para una rutina «a veces desesperante y espantosa» que supuso un trabajo, cuanto menos, a media jornada. Grajera fue la solución. «Nos dieron la oportunidad de tener una casa en alquiler. En los pueblos generalmente la gente no se fía, lo que quieren es vender». Desde los bancos de piedra de detrás de la iglesia contemplan la sierra que les separa de aquel bullicio que ahora es su segunda residencia, su plan de fin de semana.
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Empezaron por la periferia de Madrid; desde la sierra norte al sur. No tardaron en ampliar el radio: Toledo, Guadalajara, Segovia, Soria… hasta Asturias. Muchos no contestaron. «Me he encontrado con respuestas como que allí hace mucho frío. Que no hay casas en alquiler, pero sí de venta. Que no hay vivienda. Que no hay trabajo. O que un buscan habitantes». Que la noticia que habían visto era falsa. «Lo que pasa con el tema de la repoblación es que hay muchísima desinformación».
Finalmente, conoció Proyecto Arraigo y rellenó un cuestionario: si tenían hijos, coche propio o su perfil laboral. «Mi pareja es oficial de mantenimiento y yo trabajaba de lo que me salía».
La ficha de Grajera –datos demográficos, posibilidades de empleo y alguna foto de la casa– y la conversación con la alcaldesa llevaron a la visita. «Me encuentro un pueblo con gente joven que está bastante cerca de Madrid o de Aranda, que es dónde vamos a comprar». Dijeron que sí en el acto. «Después de dar tantos tumbos, decimos tirarnos a la piscina». A la semana se mudaron. Su pareja trabaja en el Ayuntamiento como peón de usos múltiples y ella ha hecho de todo. «Desde barrer a desatascar o poner el escenario para las fiestas».
Diana, de 38 años, lleva bien el frío. «No ha sido una cosa traumática». Viajan a menudo a Madrid para visitar a sus familiares y amigos. Y echa de menos lo que antes echaba de más. «La multitud de gente, que siempre hay algo que hacer, los sitios para ir a cenar, el transporte». Pero se queda con Grajera. «Aprecio la sencillez de la gente, no hay ruidos... Mientras que haya trabajo, no tenemos idea de volver».
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