El tardeo gana peso a la noche porque mezcla a todas las generaciones
Nava de la Asunción, Carbonero el Mayor y Cuéllar coinciden en la nueva «realidad social» de sus pueblos: «La gente no trasnocha tanto como antes, está todo el día por ahí»
El tardeo con charangas y dj está discutiendo el epicentro de las fiestas de los pueblos a las barras libres y las orquestas. Una tendencia ... agudizada por la postpandemia, que ha revalorizado las actividades al aire libre. Su punto fuerte es que permite aunar en una misma celebración a muchas generaciones. Una franja extra para los que disfrutan a pleno pulmón de la noche y una oportunidad de disfrutar de los festejos para quien prefiere la cama.
Las fiestas de un pueblo de Segovia son cada vez más lo que pasa en el vermú que empieza al mediodía y se alarga hasta la puesta de sol. «Cada vez vamos más a ese tipo de horarios. La vida está cambiando y las costumbres, también; la gente no trasnocha tanto como antes, sino que está todo el día por ahí», reconoce el alcalde de Nava de la Asunción, Juan José Maroto. Su programa ha engordado en los últimos tiempos las actividades infantiles –marionetas o caricaturas–, las comidas populares u otros puntos del programa como los vitorinos –toros de cartón–, folclore musical o la exótica visita de Leticia Sabater del año pasado. Ese horario de tarde acoge algún encierro campestre, otros urbanos o el fútbol-vaca. El vermú continúa en esas actividades en las que todo el mundo participa». Los bares también participan contratando actuaciones musicales por su cuenta, complementando las charangas que contratan entre el Ayuntamiento y las peñas.
«Todas las fiestas que la hostelería hacía por la noche, ahora son por la tarde», señala el alcalde de Cuéllar
Pese al esfuerzo colectivo, Maroto alude a la escasez de bares en Nava. «Cada vez tenemos menos. Y algunos han cogido, desgraciadamente, la costumbre de cerrar en fiestas. Pasamos situaciones complicadas, la gente apelotonada. Para nosotros es un fastidio porque viene mucha gente de fuera y no tiene dónde ir al bar, que es el deporte nacional de unas fiestas». Un título que en Nava se comparte con el balonmano, cuya temporada coincide con los festejos y acaba contraprogramándolos, pues los horarios se conocen muy tarde. «Ya tenemos casi el programa impreso. Si te clavan un partido teniendo algo, mal para todos».
La alcaldesa de Carbonero, María Ángeles García, habla de la pandemia como punto de inflexión. «La gente no es tan nocturna como diurna. Sigue habiendo gente por la noche, pero a determinadas horas del día nos juntamos todo tipo de edades y hay un ambiente un espectacular. Voy a ser sincera, por mucho que sea mi pueblo, vengas a la hora que vengas te lo vas a pasar bien». Que el vermú se estira tranquilamente hasta la madrugada, solapándose con la orquesta. «No necesariamente la gente que se queda tiene que ser la más joven».
El alcalde de Cuéllar, Carlos Fraile, corrobora la «realidad social» del tardeo. «Todas las fiestas que la hostelería hacía por la noche, ahora son por la tarde». Porque el dj congrega a más clientes en esa franja. Salvo en las dos primeras noches de sus fiestas, en el resto de su programa de fiestas tiene «más peso» el día. Lo explica su seña de identidad, los encierros campestres. «Para ir a ellos hay que madrugar mucho, así que la gente se va a dormir relativamente pronto porque hay que estar en la salida de los corrales a las siete». Eso ha dividido en dos el perfil: el que va a los encierros y el público de la noche, que se salta los encierros. Hay quien algún día opta por la empalmada, pero el cuerpo llega hasta donde llega y toca elegir. Y en un calendario tan extenso, hay días para todo, para perdonar alguna noche o algún madrugón.
Quizás Cuéllar sea la prueba de que el fervor popular de los festejos se ha relajado tras el verano de 2022, las primeras de la recuperada normalidad. «Ha sido el pico de más envergadura de gente, nunca habíamos visto a tanta gente por la calle. Se palpaba que la gente tenía ganas. Ahora ha aflojado». Vecinos que han vuelto a irse de vacaciones o foráneos que se han ahorrado el peregrinaje por el pueblo.
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