«Lo que no podemos negociar nunca es el gen competitivo»
El gallego vive en Nava su primera experiencia lejos de su tierra tras acabar sus estudios y analiza las similitudes con Cangas, su ex, al que recibe hoy
Brais González (Lalín, 7 de agosto de 2001) asume que tiene condiciones para ser un profesional de balonmano, pero señala al trabajo como el gran ... ingrediente. Así es como un niño que era «malísimo» cuando empezó, que marcó su primer gol en su propia portería, acabó debutando en Asobal a los 18 años y llega a Nava, su primera aventura fuera de Galicia, con hechuras de veterano. Así que no le da miedo sustituir a Mario Nevado, el jugador diferencial de los dos últimos cursos. Pone el ejemplo de la marcha de David Iglesias a Francia en su tercer año en Cangas y cómo terminó destapándose con 130 goles. Evita poner cifras anotadoras como primas en los contratos, pero no esconde que le gustaría superarla. «Lo que prometo es siempre dar el máximo. No me pongo límites».
El balonmano le viene a Brais de familia porque su padre fue jugador del Lalín en lo que en su época era la segunda categoría nacional. Si atacaba, era lateral izquierdo, como él, pero destacó como especialista defensivo. Fue quien le contó la anécdota, que él no recuerda, de su primer gol. «Nuestro portero me pasó el balón y como yo estaba acostumbrado a jugar en media cancha, pues tiré a la misma portería. Fue un golazo». Entonces se trataba casi más de motricidad que de juego. Empezó a destacar en infantiles, convocado con las selecciones española y gallega. «Lo importante es que te va gustando, le dedicas mucho tiempo y te sacrificas. Yo no tengo fotos con mis amigos en los carnavales; en cuanto había unos festivos seguidos, teníamos un torneo». Un esfuerzo que valió la pena. «No cambio mi vida por la de ninguno».
Así aprovechó sus condiciones físicas. «No soy el más alto de la liga, pero siempre he destacado a nivel de explosividad y coordinación. No me creo ni mejor ni peor que nadie, lo que pongo de mi parte siempre es el trabajo diario». Alguien formado en Lalín, con unos 20.000 habitantes. «Vida de pueblo normal, tienes todo lo que necesitas». Por eso no hizo las maletas hasta que dio el salto a Cangas, un destino natural, por estar a poco más de una hora en coche y porque sus abuelos maternos tenían casa allí. Allí vivió su debut en Asobal. «Ya estás cumpliendo un sueño. Nunca me pongo nervioso con la competición o con los exámenes, soy un chico bastante tranquilo. Fui más consciente cuando acabó el partido o una semana después». O conoció la realidad de enfrentarse al Barça. «Tú piensas que más o menos hacemos las mismas jugadas, pero te das cuenta de que ellos no juegan al mismo deporte. Me acuerdo ver a Dika Mem venir en carrera… madre de Dios. Da igual lo que hiciera, yo era un palillo para él». Jugó con gente que admiraba como Raúl Entrerríos o Julen Aguinagalde.
Brais define a su padre como la persona más importante de su vida, por eso el reencuentro familiar después de aquel debut en Cangas significó un mundo. Es su primer crítico, algo que agradece. «Me mantiene siempre los pies en la tierra. Puedes hacer un partidazo de meter diez goles y fallar un lanzamiento que lo primero que hace es criticarme ese tiro. Un elogio desmedido por parte de la familia puede hacer que te creas algo que no eres». Ya se pegó el viaje para ver su debut el domingo en Aranda y estará hoy en Nava con más familia.
El periplo en Cangas terminó durando seis años porque dio preferencia a los estudios. Acabó la carrera de INEF y se pegó cuatro horas diarias en coche para cursar un máster en Coruña. «Tuve propuestas para salir, pero quería llevar algo de base, al final no sabes lo que te va a durar una carrera deportiva». Podría ser desde preparador a entrenador, fisioterapeuta, nutricionista o profesor. «Ni yo mismo lo sé», reconoce. Hechos los deberes, dijo sí a Nava. «Ha sido un equipo que me ha tanteado los dos últimos años». Le convenció la confianza del entrenador, Álvaro Senovilla, que le anticipó algún fichaje más. «Es un proyecto ambicioso, acaban entre los ocho primeros ganando a equipos potentes. La afición me llama mucho, me gusta jugar en canchas donde se respira balonmano. Y la cercanía a casa». Cuatro horas, uno de los destinos menos malos.
Noticia relacionada
Derrota en el primer día de curso
Cangas es con unos 27.000 habitantes la siguiente localidad más pequeña con equipo en Asobal después de los escasos 3.000 de Nava de la Asunción. Una rivalidad que en los últimos años ha deparado partidos agónicos. Cangas perdió en Nava en 2021 con partido con aroma a descenso, pero se salvó ganando los dos últimos. Dos años después, empató otro que perdía por dos a falta de 50 segundos, con posesión local. «Yo decía, si soy el entrenador del Nava mato a los míos. Pero son cosas que comparten los dos equipos, no dar un balón por perdido, esforzarse hasta el final. Lo que no podemos negociar nunca es el gen competitivo». No fue hasta el año pasado cuando los segovianos, a la quinta, ganaron en O Gatañal. «Con polémica», se defiende sonriente. «Es que es un fortín, jugar a favor es una maravilla, hay veces que meten el gol ellos».
Hoy (20:00 horas) lo experimentará en un pabellón que ha sufrido como rival. «Sabíamos que era territorio hostil, tienes que hacer casi todo a la perfección para rascar puntos. Para mí, ha sido in gusto jugar de rival; seguro que estoy encantado de jugar a favor». Buscará ganar en plenas fiestas patronales tras la derrota en Aranda de un bloque con 12 recién llegados. «Salíamos con malas sensaciones porque en pretemporada realizamos mejor juego en ataque. A veces que juegas de memoria con los compañeros, sabes lo que te va a hacer solo con mirarle. Estamos en ello, esperemos ver una mejor imagen y conseguir los primeros dos puntos». Con todo, avisa a sus compañeros. «Sé que Cangas no te va a regalar nada».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión