Pedro I vuelve al altar en Cuéllar

A finales de abril de 1.354, el rey Pedro I de Castilla llegó a Cuéllar desde Medina del Campo y se aposentó en la villa. El año anterior había contraído nupcias con Blanca de Borbón, lo que no le impidió casarse de nuevo con Juana de Castro, una joven de gran belleza de la que el monarca había quedado prendado. Ella fue engañada, pues varios obispos, apoyando al rey para conseguir su propósito, la convencieron de la existencia de una nulidad matrimonial, por lo que finalmente aceptó la propuesta del rey y su matrimonio se celebró en la iglesia de San Martín de la localidad. Pero la relación apenas duró un día. Al parecer, al día siguiente, el rey partió de la villa y no volvió a ver a su esposa, que acabó recluída en Dueñas tras ser esposa por una noche y reina por el resto de sus días.

Ayer, la villa recordó las nupcias reales con la recreación histórica de la boda del rey Pedro I de Castilla. La Concejalía de Turismo fue la encargada de organizar la iniciativa, enmarcada dentro de la celebración de Cuéllar Mudéjar, la feria medieval que durante el fin de semana acogió el municipio. Para volver al siglo XIV y recrear la boda se contó con grupos de teatro de la localidad y decenas de voluntarios que durante las últimas semanas habían ensayadado sus interpretaciones y danzas.

Trompetas y trombones abrieron paso a la comitiva real, formado por nobles, miembros de la familia real, la corregidora y las damas, así como por sus pajes y sirvientes y por los caballeros del rey portando estandartes y peones. El rey y su futura esposa, interpretados por Jaime Marcos y Raquel García, salieron a caballo del Palacio de Pedro I junto a la comitiva formada por miembros del grupo de teatro Los Mirmidones, del que ambos forman parte, y del grupo Tempus Guadii, surgido desde el Centro de Día de Personas Mayores.

Tras recorrer la calle del arco de San Martín la comitiva llegó hasta el castillo, donde tuvo lugar la recreación del acto de vasallaje que los nobles solían prestar a los reyes. A continuación, y ante la presencia de cientos de personas que estuvieron presentes durante todo el recorrido del cortejo, se procedió a la proclamación de la 'carta arrarum', de las cartas de arras del rey y la reina, y de la fidelidad que los cuerpos sociales del momento prestan a los reyes.

Desde la fortaleza toda la corte se dirigió hasta la iglesia de San Martín, lugar en el que se recreó la boda real celebrada en el mismo espacio hace casi 700 años. Para su puesta en escena, Ángel Gómez, director de los grupos de teatro Mirmidones y Tempus Gaudi, estudió los distintos ritos matrimoniales que a lo largo de la historia se han producido en el templo, inclinándose porque la ceremonia –oficiada por el obispo de Salamanca, interpretado por diego Baeza– estuviera basada en el rito tridentino establecido por el Concilio de Trento.

Ante la falta de documentación que permitiera poner en escena un texto, el director de los grupos teatrales optó por crear uno que no pretendía ser un acto fiel a la historia, sino una recreación conforme a las bodas de la época y que tuvo partes en latín, en castellano medieval y castellano actual. En el templose unieron a la recreación miembros del clero, varios obispos y clérigos y se contó con la actuación de la coral gregoriana Congregamini.

Tras los desposorios, ya a la salida de la iglesia de San Martín, fue el turno de la coral cuellarana y el coro parroquial, que entonaron diversos sones en honor al nuevo matrimonio. Seguidamente, toda la corte y el pueblo acudieron en desfile con cánticos y bailes hasta el parque de la Huerta del Duque, donde, tras recorrer el mercado, se situaron en el palenque para celebrar las nupcias reales con torneos cuerpo a cuerpo.

En la recreación, además de los grupos teatrales de la villa, también participaron otras asociaciones como el grupo de danzas Villa de Cuéllar, la Panda El Soto, la Peña La Plaga o la Asociación Cuellarana de Amigos del Caballo (aportando caballos y jinetes) para engalar el desfile y la ceremonía.