Un grupo de chicas jóvenes que veranea en Pecharroman, en una de las calles del pueblo. Clauda Carrascal

Pecharromán, el pueblo de Segovia de cuatro vecinos que no se ha librado del virus

Siete personas, entre veraneantes y residentes habituales, se han contagiado y varias familias están en cuarentena. La gran mayoría de los positivos son jóvenes de entre 17 y 22 años.

claudia carrascal

Pecharromán

Domingo, 30 de agosto 2020, 08:34

La tranquilidad y las pocas probabilidades de contagiarse en un pueblo prácticamente deshabitado hicieron que el confinamiento en Pecharromán no supusiera un cambio de vida ... significativo para sus vecinos. No tienen bar, tampoco tiendas y su vida gira en torno a la agricultura y el campo, por lo que no tuvieron que hacer grandes esfuerzos para evitar el contacto con otras personas. Aunque son cuatro los habitantes que normalmente residen en esta pedanía de Valtiendas, durante el estado de alarma la cifra se elevó hasta la decena y es que tenían claro que el confinamiento en el pueblo era más llevadero porque hay mayor libertad y espacio al aire libre.

Publicidad

Lo que no podían imaginar es que pocos meses después acabarían sufriendo el azote del coronavirus y confinándose por voluntad propia. Este pueblecito situado al norte de la provincia llega al centenar de habitantes un verano normal, en esta ocasión, el temor a la convivencia ha reducido la cifra hasta 80 personas de media durante julio y agosto; aun así, ha multiplicado por veinte su población habitual. Los encuentros entre amigos y las reuniones familiares han sido los responsables de la propagación del virus, que ha dejado un balance de seis jóvenes de entre 17 y 22 años contagiados y una persona de avanzada edad. Además, varias familias están en cuarentena por haber tenido un contacto estrecho con los afectados.

Ante esta delicada situación, Pecharromán se ha convertido en una localidad fantasma y la habitual estampa del invierno se refleja también estos meses estivales. Los niños ya no juegan en sus calles, los más deportistas han dejado para otra ocasión las rutas en bici con amigos, no hay partidas de cartas en los patios, los jóvenes ya no pasan las tardes reunidos y tan solo van a Sacramenia, el municipio más cercano, para las compras indispensables porque allí también hay infectados. Sus protagonistas cuentan cómo están viviendo este atípico verano.

«Cojo el virus a estas alturas de mi vida, cuando no se lo que es una gripe, tampoco he estado ingresada y he tenido ocho hijos»

ELISA PEÑA

Elisa Peña es la vecina de más edad de Pecharromán, a sus 88 años ha tenido la mala suerte de ser una de las contagiadas por la covid-19. «No me ha hecho ninguna gracia recibir la noticia, mi nieto cogió el virus y nos hemos tenido que hacer la prueba quince de la familia, pero no me esperaba ser positivo porque yo me encuentro perfectamente», relata. Esa es la buena noticia, a pesar de su avanzada edad es asintomática y asegura que está «exactamente igual que antes de tener el virus».

Publicidad

Rapidez en las pruebas

Solo tiene palabras de agradecimiento para el personal sanitario del centro de salud de Sacramenia. «Todo ha sido muy rápido, en las ciudades están tardando más, pero aquí nos hicieron la prueba de inmediato y a la mañana siguiente teníamos el resultado, son muy eficaces. Ahora me llaman todos los días para preguntarme cómo estoy», asegura. No obstante, reconoce que no está acostumbrada a estar enferma. «Cojo el virus a estas alturas de mi vida, cuando no se lo que es una gripe, tampoco he estado ingresada y he tenido ocho hijos, pero dos días después de dar a luz ya estaba trabajando en el campo y haciendo las labores de casa».

Al encontrarse bien de salud, subraya que lo peor es no poder hacer vida normal. «Salgo al huerto para que me dé el aire, pero no puedo dar el paseo por la mañana ni hacer nada en casa, me siento inútil». Eso sí, de vez en cuando coge la regadera y arranca las flores secas porque si hay algo que no soporta es que el centenar de plantas que alegran su casa estén descuidadas. También está aprovechando para leer, en concreto, se ha enganchado a 'Noviembre' de Jorge Galán y es que admite que la tele le cansa porque «pongas la cadena que pongas todo está relacionado con el coronavirus». Además, trata de buscarle la parte positiva a su situación y es que después de tantos años trabajando «no está tan mal que me hagan todo, son unas de las pocas vacaciones que he tenido en mi vida», afirma con guasa.

Publicidad

Su recomendación es clara: «Mucho sentido común y pensar en las consecuencias de las acciones porque esto no es una broma». Y añade que los rebrotes de estas últimas semanas se deben a «la irresponsabilidad de jóvenes y adultos que no siguen las indicaciones».

«No merece la pena arriesgarse tanto por pasar un buen rato. Si todos nos lo tomamos en serio, el próximo verano será mejor»

CRISTINA LÁZARO

Otra de las contagiadas en este municipio es Cristina Lázaro, de 17 años. En su caso, el virus le ha afectado al gusto, igual que a la mayoría de sus amigos. No obstante, no tiene fiebre ni ningún otro síntoma; por eso, lo que más le molesta es pasar los últimos de días del verano encerrada en casa. «Ya no sé qué hacer, me dedico a ver series y a las redes sociales», explica.

Publicidad

Cinco de sus amigos también han dado positivo y saben perfectamente cuál ha sido la ruta de contagio. «Dos del grupo estuvieron en Sacramenia jugando un partido de fútbol. Con ellos, estaba una chica que era positivo, pero entonces no lo sabíamos. La había contagiado su padre que vino de Aranda y a partir de ahí empezó a extenderse el virus», detalla. «En la calle y cuando nos relacionábamos con gente de otros pueblos siempre usábamos la mascarilla. Además, cuando supimos que había contagios no volvimos a bajar a Sacramenia, pero entre nosotros estábamos como en familia», argumenta.

Asimismo, admite que si volvieran atrás actuarían de otro modo. «Estar todo el tiempo con mascarilla, incluso en casa, es complicado, pero tendríamos mucho más cuidado, guardaríamos la distancia y no nos confiaríamos, ni siquiera entre nosotros. Es cierto que como estábamos juntos todo el día no pensábamos que fuera a pasar nada». Cristina cree que son unos afortunados porque todos están pasando el coronavirus sin complicaciones, pero estos días le han servido para darse cuenta de que «no merece la pena arriesgarse tanto por pasar un buen rato. Si todos nos lo tomamos en serio el próximo verano será mejor».

Publicidad

«Ha entrado por los jóvenes, pero cualquiera podríamos haber traído el virus porque todos nos hemos relacionado con gente»

MÓNICA JIMÉNEZ

Una de sus grandes pasiones es viajar y su trabajo como maestra le permite hacerlo con frecuencia. «Normalmente me paso el verano de un lado para otro, pero este año he cambiado el turismo y la playa por el medio rural para estar más tranquila, desconectar de la ciudad y evitar las masificaciones», aclara Mónica Jiménez. Pecharromán es la tierra de su familia materna y desde que era una niña es uno de sus rincones preferidos.

Confiesa que este verano no tiene nada que ver con los que acostumbra a pasar con amigos y familiares. «Estoy descansando mucho, me dedico a dar paseos por el campo y he comprado una piscina hinchable para refrescarnos. Estaba esperando como agua de mayo la última semana de agosto porque, aunque este año no haya fiestas, es cuando los diez de la cuadrilla pasamos unos días juntos. Iba a ser un verano tranquilo, pensábamos hacer alguna parrillada o bañarnos en las Hoces del Duratón, pero con este rebrote se han cancelado todos nuestros planes, algunos amigos ya se han ido y otros han decidido no venir», indica. Lo mismo ha ocurrido con su familia, habitualmente se juntan treinta personas en casa el último fin de semana de agosto, este año tan solo serán cinco. Bajo su punto de vista, «hay irresponsables de todas las edades». En el caso de Pecharromán, especifica que «da la casualidad que ha entrado por los jóvenes, pero podríamos haber traído el virus cualquiera porque en estos pueblos no hemos ido a discotecas o a botellones multitudinarios, pero todos nos hemos relacionado con gente. Ha sido mala suerte porque seguro que ni siquiera se han juntado más de diez personas».

Noticia Patrocinada

«Nadie nos lo ha impuesto, pero nos aplicamos el confinamiento, no vamos a los bares ni hacemos merendolas»

SABINA LALANNE

Sabina Lalanne francesa de nacimiento y residente en Alemania pisó por primera vez Pecharromán en 1986, a partir de los 90 se convirtió en el sitio de veraneo de su familia, hasta el punto de que hace ocho años decidieron construirse una casa. La pandemia mundial no le ha impedido llegar a este pueblecito castellano desde Múnich, pero reconoce que está siendo un verano «raro y muy tenso». Cuenta que se ha suspendido la misa de forma temporal y los contactos sociales son mínimos. «No vamos a los bares, ni hacemos merendolas, nadie nos lo ha impuesto, pero nos aplicamos el confinamiento», señala. A pesar de ser una localidad tan pequeña y sin comercio, destaca las facilidades que ofrece para no tener que desplazarse. «Es magnifico porque vienen con camiones todas las semanas El Barato, que trae un poco de todo, el frutero y el pescadero por lo que puedes cubrir las necesidades básicas casi sin moverte de la puerta de casa».

Sabina considera que la intensa vida social y familiar que reina en los municipios de toda España durante el verano es la responsable de estos brotes y es que, tal y como manifiesta, «los estrechos lazos personales y este activo estilo de vida no se da en otros sitios de Europa». El lado positivo es, en su opinión, que «este tinglado va a contribuir a repoblar los municipios más pequeños porque hay jóvenes que ya están optando por teletrabajar desde el medio rural».

Publicidad

Libertad y calidad de vida

Pablo Temiño y Carmen Fuente estaban en el pueblo cuando se decretó el estado de alarma y reconocen que han pasado el confinamiento «estupendamente porque nos ha dado una libertad y una calidad de vida que nunca hubiéramos tenido en la ciudad». Además, en este entorno Pablo, de 80 años, aún estando confinado podía andar sus 15 kilómetros diarios. «El médico me recomienda caminar porque tengo diabetes, además de otras patologías, y aquí podía hacerlo sin cruzarme con nadie. Eso sí, los guardias se pasaban con frecuencia para asegurarse de que cumplíamos las normas», afirma.

«No han sido responsables, han estado todos en una casa hasta las seis de la mañana sin mascarilla»

CARMEN FUENTE

Ahora, por miedo y por precaución tan solo van al huerto y a dar un paseo sobre las siete de la mañana, el resto del día lo pasan en casa, pero «no echamos de menos salir porque tenemos patio», según Carmen, quien culpa a los jóvenes de este brote. «No han sido responsables, han estado todos en una casa hasta las seis de la mañana sin mascarilla, no les ha importado coger el virus y contagiar a los demás», lamenta. En su opinión, esta falta de precaución no debería de extenderse a decisiones políticas como el inicio del curso escolar porque «es preferible que los niños pierdan colegio a perder vidas». La realidad que ahora vive Pecharromán les preocupa; aun así, en un momento tan crítico se sienten más afortunados que nunca de pertenecer a un lugar con pocos habitantes: «Nos quedaremos aquí el tiempo que haga falta».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad