Un nuevo altercado en la cárcel de Segovia deja varios funcionarios e internos heridos
La organización TAMPM denuncia la escalada de violencia en el centro de Perogordo y exige medidas urgentes
El Centro Penitenciario de Perogordo, en Segovia ha vuelto a ser escenario de un grave incidente que pone de manifiesto la creciente tensión y peligrosidad ... existente en la cárcel segoviana. Según ha denunciado la asociación profesional de trabajadores penitenciarios Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM), el pasado jueves, 14 de agosto, entre las 20:05 y las 20:15 horas, durante el cierre regimental vespertino de celdas, se desató una trifulca de «extrema gravedad» que dejó varios funcionarios heridos y múltiples internos en aislamiento o trasladados al Hospital General. Este último suceso se suma a una larga serie de altercados registrados en los últimos meses, especialmente durante el verano, que han convertido la prisión segoviana en un foco de preocupación para los trabajadores y las autoridades penitenciarias.
El incidente ocurrió en el módulo 3 del centro penitenciario, cuando varios internos, armados con palos de escoba afilados, pinchos (armas de fabricación casera) y otros materiales, iniciaron una violenta persecución con la intención de acabar con la vida de otros reclusos. En el caos, un funcionario fue arrojado por las escaleras, mientras otro resultó herido al intentar intervenir para frenar la situación. Según el comunicado que TAMPM ha difundido, la trifulca dejó un saldo de varios internos en aislamiento, otros trasladados al Hospital General debido a la gravedad de sus heridas y, lamentablemente, funcionarios con lesiones de distinta consideración.
TAMPM subraya la «absoluta profesionalidad» de los funcionarios, que arriesgaron su integridad física hasta lograr controlar una situación de alto riesgo. La dirección del centro, presente durante el altercado, también colaboró activamente en la búsqueda de soluciones y respaldó la actuación del personal. Sin embargo, la asociación advierte de que este tipo de incidentes no son aislados, pues reflejan un deterioro progresivo del clima existente en Perogordo, agravado por políticas penitenciarias «inadecuadas» y la «falta de medidas efectivas» que garanticen la seguridad.
El altercado del jueves es el último capítulo de una extensa serie de incidentes graves que han sacudido la prisión de Segovia en los últimos meses, especialmente durante el verano. El centro ha registrado al menos dos peleas multitudinarias en menos de un mes, además de otros episodios de violencia que han puesto en riesgo la vida de los internos y del personal penitenciario. El pasado 1 de julio, una pelea multitudinaria en el módulo 3 dejó tres funcionarios lesionados con heridas leves tras haber intentado mediar en un enfrentamiento entre reclusos. Siete de los implicados fueron trasladados al módulo de aislamiento como medida disciplinaria. TAMPM denunció en ese momento que la presencia de internos conflictivos en módulos de respeto, diseñados para actividades como meditación o teatro, contribuye a la escalada de violencia. La asociación criticó el «buenismo» de las políticas penitenciarias que «camuflan» a presos de alta peligrosidad bajo clasificaciones más leves, lo que incrementa la inseguridad en centros como el de Perogordo, no diseñados para albergar a este tipo de internos.
Apenas diez días después, el 11 de julio, otra reyerta en el mismo módulo 3 volvió a encender las alarmas. En esta ocasión, los internos usaron punzones de fabricación casera, sillas y mesas como armas, y generaron una situación de «gran peligro». La rápida intervención de los funcionarios evitó heridos, pero la dirección decidió aislar a siete reclusos. Posteriormente, otro interno, en un acto de extrema agresividad, arrancó la ventana de su celda en el módulo de aislamiento, lo que obligó al personal a enfrentarse a una situación de alto riesgo para trasladarlo nuevamente. TAMPM dijo entonces que el centro es un «polvorín» y reiteró su exigencia de un cambio radical en las políticas penitenciarias.
Demandas
Otros incidentes recientes han agravado la percepción de inseguridad. A finales de mayo, un recluso propinó un cabezazo a un funcionario durante un cacheo, tras una discusión con otro interno. Semanas antes, otro preso prendió fuego a su colchón como protesta por haber sido trasladado al aislamiento. El episodio puso en peligro tanto a los trabajadores como a otros reclusos. Estos sucesos, sumados a las 113 partes de lesiones enviadas a los juzgados de guardia en lo que va de 2025 (frente a los 56 del año anterior en el mismo periodo), reflejan un aumento alarmante de la conflictividad.
La asociación Tu Abandono Me Puede Matar, que representa a unos 4.000 trabajadores penitenciarios en España, ha intensificado sus demandas ante lo que consideran un «abandono sistemático» por parte de las autoridades. Entre sus principales reclamaciones figura el reconocimiento de los funcionarios de prisiones como agentes de la autoridad. TAMPM insiste en que esta medida es «inaplazable» para dotar a los funcionarios de mayor protección legal frente a agresiones y amenazas. Actualmente, los trabajadores penitenciarios son considerados personal administrativo, lo que limita las consecuencias legales para los internos que los atacan. Según la asociación, ese reconocimiento reduciría significativamente los altercados, pues los reclusos se lo pensarían dos veces antes de agredir si enfrentaran penas más severas, como hasta dos años de condena por atentado contra la autoridad.
La prisión de Perogordo, diseñada para internos jóvenes y con un número reducido de celdas, no está preparada para albergar a presos de alta peligrosidad, según TAMPM. La organización denuncia que internos que deberían estar clasificados en primer grado (régimen cerrado para personas de extrema peligrosidad) son enviados a Segovia con una categoría más leve, lo que desestabiliza el ambiente carcelario y pone en riesgo tanto a los funcionarios como a otros reclusos.
Los funcionarios consideran «obsoletas» las sanciones actuales, basadas en una ley de 1979. Por ejemplo, medidas como la prohibición de usar la piscina no disuaden a los internos de cometer actos violentos. TAMPM reclama un régimen disciplinario más acorde con la gravedad de los hechos para desincentivar conductas agresivas.
Una crisis extrapolable a todo el sistema penitenciario español
El aumento de la violencia en Perogordo no es un fenómeno aislado, sino parte de una crisis más amplia en el sistema penitenciario español. Según datos de TAMPM, en 2022 se registraron más de 330 agresiones a funcionarios de prisiones en todo el país, cifra que refleja la creciente hostilidad en las cárceles. La asociación atribuye esta situación a varios factores, incluyendo la reducción de la población carcelaria, sin una mejora proporcional en las condiciones de seguridad, y la llegada de internos con perfiles más violentos debido a políticas de clasificación inadecuadas. El Centro Penitenciario de Perogordo, con su diseño pensado para internos jóvenes y menos conflictivos, se enfrenta a un desafío creciente que pone a prueba la capacidad de sus trabajadores y la eficacia de las políticas penitenciarias. Mientras los altercados se suceden, la sensación de inseguridad se instala entre los funcionarios, que se sienten «abandonados» por un sistema que no les proporciona las herramientas ni el respaldo necesarios para desempeñar su labor.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión