

Secciones
Servicios
Destacamos
Una habitación de bebé de lo más realista, con cuna, triciclo y peluche, lleva al principal escaparate de Segovia, la plaza del Azoguejo, un ... problema de difícil solución. ¿Cómo proteger a un menor cuando su familia no está en condiciones de hacerlo? Lo cierto es que hay más niños y adolescentes sin un hogar estable que familias de acogida, una figura compleja porque supone un sacrificio doble: no solo el reto personal de la crianza, sino contar con el luto de ver marchar a un miembro de la familia en algún momento. Ya sea por un estilo de vida contemporáneo que dificulta la conciliación –y la natalidad en sí misma– o porque el sistema no protección al menor no incentiva lo suficiente el esfuerzo para hacerlo más llevadero, lo cierto es que no hay familias disponibles en la bolsa de la Junta de Castilla y León en la provincia –una veintena–, mientras hay 33 menores en centros –13 tienen entre cero y seis años– que están creciendo lejos de la peligrosidad del lugar del que salieron, pero también de un hogar, el contexto deseado.
La actividad conjunta entre la Junta de Castilla y León y Cruz Roja, que colabora con el Servicio de Acogimiento Familiar desde 1989, prácticamente desde sus inicios, buscaba tocar la fibra más sensible, la de quienes tendrían las condiciones para dar cariño y una habitación a un niño. En esa estancia tan emotiva se colocaron unos cubos con información de los menores que residen en los centros de la Junta. Además, los profesionales de Cruz Roja explicaron cómo funciona el sistema de protección del menor y el proceso de acogida. Cuando no hay familias en la provincia del menor se buscan en las limítrofes, pero el problema es global en la región, de ahí que la misma acción se llevara de forma simultánea en las otras ocho capitales de provincia bajo el lema 'El acogimiento familiar cambia vidas. ¿Me haces un hueco en la tuya?'. En Castilla y León hay 556 menores en centros que buscan familia. León lidera la lista (148), seguido de Valladolid (100), Salamanca (78), Ávila (52), Zamora (45), Palencia (41), Burgos (38), los 33 de Segovia y Soria, con 21.
Cuando una familia, por diferentes razones, no puede cuidar debidamente al menor, la Junta se hace cargo de la protección, una decisión que supone un último recurso, pues sacarle de su contexto es una acción drástica. La prioridad es buscar una familia, «ya que es el entorno más propicio para su desarrollo vital en todos los sentidos, desde el cuidado hasta la formación, pasando por la socialización o la vinculación afectiva», reconoce la propia Junta. Además del acogimiento familiar permanente, hay otras modalidades como las estancias temporales, dirigidas a menores con más de siete años que residen en centros, sin haber encontrado hogar. Es un formato de 'vacaciones' –entre una semana y dos meses– o por periodo lectivo, una medida nueva destinada a que pasen el curso en un entorno familiar. Los menores no se desvinculan de su centro, pero tampoco con la familia de acogida una vez finalice el periodo lectivo. Y sirve como puerta de entrada al sistema para afrontar después una acogida.
«No hay tanta oferta de familias, siempre necesitamos muchas», resume Silvia Esteban, psicóloga del programa de Cruz Roja de Acogimiento Familiar en Segovia. El primer cribado es la propia responsabilidad de la tarea: no vale cualquiera, hay que acreditar sobradamente la capacidad. El proceso comienza con una sesión informativa en la que se resuelven las dudas básicas. La segunda fase es de formación y la imparte Asecal, una asociación de carácter social. Una vez superada, empiezan las entrevistas «para conocer las características de esa familia y las habilidades para hacerse cargo de ese niño». Si cumplen con los requisitos, pasan ya a la bolsa. «Siempre insistimos en que no van a acoger en función del orden de llegada; cada familia tiene sus limitaciones, no todo el mundo está preparado para lo mismo». Es más difícil dar con familias para adolescentes y, sobre todo, para menores de seis años. «También nos cuesta mucho encontrar familias con necesidades especiales, algún tipo de discapacidad o grupos de más de dos hermanos».
La sección de Protección a la Infancia de la Junta traslada las necesidades específicas del menor y se trata de encontrar un hogar acorde a ellas. «No siempre tenemos familia que puedan cubrir las necesidades de los niños que nos proponen». Cruz Roja pone en práctica el servicio en colaboración con los técnicos, pues la decisión final siempre corresponde a la Gerencia de Servicios Sociales. Antes de que el menor complete el proceso, hay una fase de acoplamiento: pequeñas visitas con la familia para allanar el camino, supervisado con visitas al hogar «para comprobar que todo funciona bien». No todos los menores de los centros están propuestos para acogimiento familiar, por diferentes causas.
Cruz Roja apunta a que la evolución de la bolsa no es lineal. «Hay familias que llevan muchos años, pasan a otra etapa vital y dejan de colaborar, pero vienen otras. Es cierto que últimamente ha habido más parón, no hay tantas demandas de información. Por eso también la campaña, que al menos pasen por aquí si les ronda la idea en la cabeza». Para ello no se plantea adelgazar el trámite, pues son unos pasos necesarios para asegurar que el menor cae en buenas manos. «Cada fase es importante para hacer el mejor encaje posible». Cualquier persona mayor de edad es candidato: hay familias monoparentales –masculinas y femeninas–, biparentales con hijo o sin hijos, da igual el estado civil. El requisito es una situación familiar, laboral, económica y social estable.
Noticia relacionada
Y entender el recurso. «A veces se confunde con la adopción y esto es ofrecer un hogar temporal a un menor hasta que pueda retornar con su familia, que es el fin último». Eso implica respetar su identidad, cultura y facilitar contactos con la familia de origen. Y el vértigo de la despedida. «Es muy importante acompañar emocionalmente a las familias durante todo el proceso, también en el final, en ese duelo que es totalmente natural y por el que hay que transitar», resume Esteban como uno de los grandes obstáculos, quizás el aspecto que más trabaja. «Se deja claro desde el inicio, que eso va a llegar, igual que nuestros hijos salen del nido. Hacemos hincapié en la importancia que tiene su labor. Que ese niño se va a llevar muchísimo en su mochila, educación, valores, cariño, oportunidades. Eso es lo que más tiene que pesar». En la mayoría de los casos, el vínculo se mantiene. «Como si fueran unos tíos».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.