La granjera segoviana que pasó de 500 a 6.000 gallinas: así resiste Campesana la gripe aviar
Granja Campesana protege a sus 6.000 gallinas en Aragoneses, un coste en bioseguridad que ha subido sus precios entre un 15 y un 20%: «Son productos que van muy al céntimo»
Esther Mínguez, gerente de Granja Campesana, salió de una multinacional con ganas de cambio y quería un proyecto pequeño, con unas pocas gallinas, apenas 500 ... para atender junto a su marido, pero se echó la manta a la cabeza y ahora tiene casi 6.000 en Aragoneses. Ahora confinadas, por la orden del 13 de noviembre para evitar la propagación de la gripe aviar. La producción continúa estable y los huevos siguen considerándose camperos, aunque haya aumentado el gasto en medidas de bioseguridad, lo que ha reducido su margen de beneficio. «Son productos que van muy al céntimo, cualquier cosa de estas, se nota». Lo han matizado con una «pequeña subida» en el precio de entre un 15 y un 20%.
El proyecto de emprendimiento debía empezar de cero para aspirar a subvenciones de la Junta por mujer del medio rural y menor de 40 años. «Nos fueron animando, querían que el huevo de jaula se fuese quitando. Por el bienestar animal se tiende a que la gallina salga al campo, que no esté toda su vida productiva metida dentro de una explotación». Su duda estaba entre el campero y el ecológico. «No vi grandes diferencias y la campera puede desparasitar intestinos en el agua cada 16 semanas; el ecológico es puro y duro, no se puede medicar al animal para que cumpla los requisitos». Mínguez subraya que los paseos son buenos para la gallina, incluso picotear las piedras ayuda a su molleja. «Que no tenga una vida sedentaria se pasa al huevo, salir influye mucho en su carácter. El rendimiento de la granja depende mucho del comportamiento del animal. Las sacamos todos los días de nueve de la mañana a diez de la noche y el comportamiento se nota un montón».
Esos paseos aumentan el coste de producción. «Comen mucho más, el gasto para el granjero es mayor, pero hace que tenga mejor salud». Mínguez traza una relación directa entre la calidad del huevo y la alimentación de la gallina, que se adapta en función de su edad o la estación del año. Sus instalaciones cuentan con dos naves y una zona de trabajo común. Su aumento de producción refrenda la rentabilidad del sector. «Al contrario de lo que se me digo, que era muy difícil acceder a los mercados siendo mujer, me abrieron las puertas. Muchos clientes ya son amigos, se ha generado una confianza porque desde la granja siempre tratamos de contar lo que está pasando». Colocan su producto en carta de restaurantes de Segovia o Madrid o tiendas locales. «Va destinado al pequeño comercio, no trabajamos con grandes superficies. Tiendas gourmet o de barrio». Que pueden así diferenciarse de algunos supermercados. Aunque Segovia fue el núcleo en los orígenes y sigue representando algo más de un tercio, hicieron la ampliación por la «brutal demanda» de Madrid.
Campesana se adelantó a la gripe aviar porque tuvo dos focos muy cercanos e introdujo normas de bioseguridad como limitar la entrada al recinto. «Esto es muy volátil. Cuando entra es como la pólvora». La buena relación entre productores camperos ayuda a evitar propagaciones. Mínguez argumenta la etiqueta de campero por los metros que tiene la gallina, la alimentación, el cuidado diario o el sistema de ventilación natural. «Sigue siendo una gallina campera, no puede salir al campo en estos momentos por una situación excepcional». Que ella apoya. «Está por encima la protección del animal a que salgan y haya que sacrificarlas». Tras el cierre, establecen medidas paliativas. «Tenemos parques de invierno cubiertos. Si esta situación se alarga, tendríamos que cerrarlos con mallazo para que no accedan las aves silvestres y que ellas puedan estar».
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