Borrar
La logopeda Gema García trabaja con un niño. Antonio Tanarro

La dislexia, un trastorno invisible que afecta a un 10% de la población

Los expertos piden más facilidades para los estudiantes e inciden en el diagnóstico precoz para enfrentar más fácilmente un problema con graves efectos en la adolescencia

Domingo, 1 de marzo 2020

Comenta

Los expertos hablan de la dislexia como un trastorno invisible. Por eso la práctica de diagnósticos –apenas hay uno o dos alumnos de media por centro en Segovia, según la Delegación Provincial de Educación– está muy por detrás de la prevalencia, en torno a un 10% de la población. «Son niños que tienen dificultades para leer y escribir, pero van tirando. Muchas veces llegan a la ESO sin diagnosticar, con mucha frustración y fracaso», resume la logopeda especializada en dislexia Gema García. Esas etiquetas de vago o mal estudiante esconden una dura realidad. «No está comprendiendo lo que lee, hace mucho esfuerzo y no puede prestar atención. Se le pierde información en el proceso. Es como leer un idioma extranjero». La prueba de su invisibilidad es que las administraciones no tienen un registro específico sobre dislexia –los alumnos son atendidos individualmente por sus dificultades de aprendizaje dentro del programa de atención a la diversidad– ni hay un plan al respecto.

La dislexia tiene origen neurobiológico. Como toca de lleno a la habilidad de leer y escribir, genera unos efectos más globales en el aprendizaje. «No tiene que ver con la inteligencia, sino con el proceso cerebral relacionado con la lectoescritura», recalca García. Las teorías sobre su origen son muy diversas. «Se ha demostrado que hay un área del cerebro relacionada con el conocimiento que tenemos de las letras que se activa de forma más difusa en disléxicos».

Se trabaja sobre las bases del aprendizaje de la lectoescritura (identificar letras, jugar con los sonidos del lenguaje) y las habilidades de codificación –asociar una letra con su sonido correspondiente– a través de estímulos muy diversos. Con los más pequeños, se utiliza plastilina o arena, dibujando grafías con estos materiales o en el aire. Respecto a los sonidos, se emplean canciones, trabalenguas, rimas o retahílas. Con adolescentes, toca «reaprender» las reglas del código escrito a través de crucigramas o juegos como Scrabble o Scattergories. «Les falla mucho la fluidez verbal, tienen más dificultades para acceder al vocabulario».

La logopeda insiste en el diagnóstico precoz. «Es mucho más fácil el apoyo al inicio del aprendizaje que reaprender patrones fijados erróneamente». A ello se añaden las dificultades en la autoestima: cuanto más tarde se identifique las dislexia, más incomprensión. «Lo que voy a recibir de fuera es que soy un vago, un tonto. Eso influye en la autoestima de los niños, en pleno desarrollo en los cursos de primaria».

A la hora del diagnóstico, García alude a un problema económico. «Las escuelas no tienen todos los apoyos necesarios». Es principalmente un reto para el orientador del centro –también podrían diagnosticarlo logopedas o psicopedagogos–, así como informes médicos elaborados por el servicio de Pediatría del Hospital General de Segovia. Hay protocolos que miden el riesgo de los alumnos a desarrollar la dislexia antes del aprendizaje formal de la lectura y posteriormente, se hace a través de pruebas que miden fluidez, precisión y comprensión lectora. No obstante, ha de ser siempre un diagnóstico multidisciplinar. La repercusión de la dislexia es muy cambiante. Y el instituto es clave, porque el alumno no diagnosticado insiste en utilizar métodos erróneos: invierte más horas en una forma de estudiar ineficiente. «El rendimiento escolar no es acorde con sus capacidades intelectuales». La dislexia va habitualmente unida a otros trastornos, principalmente problemas de atención.

García insiste en que la primera pata del protocolo con un estudiante disléxico es la empatía. «Muchas veces no nos ponemos en su piel. Hay que hacerle ver que entiendes sus dificultades y que puedes ayudarle. Antes de ser un niño con dislexia, es un niño. Y lo primero que hay que hacer es acompañarle emocionalmente. Un niño acompañado va a rendir mejor que uno que se sienta solo, frustrado y rechazado». Más adelante, sugiere sencillas adaptaciones en los exámenes. Desde la presentación –tipografías más cómodas– al formato, que tienda más hacia exámenes orales que escritos.

Dentro de los exámenes, la organización debe ser muy clara. «Ellos tienen muchos problemas al ordenar los contenidos. Hay que facilitarles la comprensión de la tarea, para evitar medir la comprensión lectora de la pregunta». O asumir las faltas de ortografía como algo normal. «Quizás no tenerlo tan en cuenta. Si le quitamos puntos por las faltas no estamos valorando si sabe los contenidos, sino la gravedad o la repercusión de su dislexia en la ortografía». Otra sugerencia es, a la hora de dar apuntes, hacerlo con más apoyos visuales. «Ya que tenemos tantos recursos informáticos...» Y añadir palabras clave en negrita para facilitar la identificación de las ideas más relevantes y así facilitar la lectura.

Segovia no tiene una asociación de dislexia. Sí la tiene Valladolid -Vallalexia, que acoge a varias familias segovianas. Sinapsis, el centro especializado en el que trabaja García, realizó el mes pasado unas jornadas en las que participó esta asociación y el especialista Josep Artigas Pallarés, con casos de jóvenes integrados plenamente pese a su dislexia.

Pese a sus dificultades, los disléxicos tienen sus fortalezas, como la percepción visual. «Un arquitecto podría ser perfectamente disléxico». También en cuanto a memoria declarativa –cómo recuerdan los hechos– o la creatividad. «Es lo que va a marcar la diferencia en la escuela del futuro. Las máquinas lo hacen todo. Y el pensamiento divergente del disléxico es espectacular, encuentran caminos alternativos para resolver los problemas». Ya sea por capacidades cognitivas o resultado de las habilidades desarrolladas como efecto de su resiliencia.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla La dislexia, un trastorno invisible que afecta a un 10% de la población

La dislexia, un trastorno invisible que afecta a un 10% de la población