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Alumnos del CEIP Fray Juan de la Cruz juegan en el patio. Antonio de Torre

La Aneja, pionera en crear un patio sin la dictadura del balón

El proyecto del colegio de Segovia trata de fomentar el desarrollo de diferentes capacidades y de la igualdad

Luis javier gonzález

Segovia

Martes, 5 de marzo 2019, 10:51

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Como tantas ideas innovadoras, el nuevo proyecto de un patio más integrador y diverso del colegio de Infantil y Primaria Fray Juan de la Cruz, la tradicional Aneja, surgió de una manera casual. «Cuando acabe todo, tendremos que hacer un arenero con el nombre de Patio Vivo», resume Rosa Gibert, maestra de Infanfil de la comisión de Patio Vivo, que ha sido mixta –con padres-madres y expertos– desde el principio, una «simbiosis maravillosa». Ese arenero simboliza una llamada a la naturaleza. «El patio tiene una cosa muy bella, que es la vista, al lado de las murallas y el casco antiguo, pero es muy duro, casi todo de hormigón», analiza.

Faltaban, por tanto, elementos básicos para el juego como tierra, arena y agua. Esta idea, que surgió con los más pequeños a principios del año pasado, se extendió a una reforma integral del patio para buscar alternativas de juego.

Fue un proceso participativo a través de entrevistas con padres o profesores y que interpeló directamente a los alumnos sobre qué debía tener el nuevo patio. Los más pequeños lo hacían a través de dibujos y los mayores completaron una encuesta muy abierta. Había excentricidades como pedir un zoológico o una piscina, pero las propuestas de los niños coincidieron en el grueso con las de sus mayores: tierra, arena, agua, toboganes, espacios para hablar o bailar. Y se amplió el espectro: no solo es para los niños, sino para las familias, con actividades como un cuentacuentos o un club de lectura sobre educación en verde.

Romper el corsé

Enfrente, la rigidez del sistema educativo, apunta Gibert. «Hay que educar en la incertidumbre para abrir mentalidades, potenciar la creatividad y revisar esquemas que hemos usado toda vida», apela. Hay tres patios diferentes; uno para Infantil, otro para los tres primeros cursos de Primaria y el principal para cuarto, quinto y sexto. El proyecto discute la posibilidad de romper el corsé y establecer un sistema rotatorio para que todos los niños se beneficien de todos los espacios y facilite la convivencia entre diferentes edades.

Prioriza, ante todo, que las decisiones sean siempre consensuadas y prevé un periodo de debate. Y por encima de todo, la coherencia entre lo que se trabaja en el patio y en clase para que ambos se retroalimenten de cada proceso.

La profesora echa la vista atrás tras tres décadas de experiencia docente. «La esencia se mantiene, en el patio sale lo más hondo del niño. Lo que ha mejorado es la resolución de los conflictos. Aunque no lo haga, el profesorado tiene consciencia de lo que es correcto y lo que no. En los patios se ha evolucionado poco, pero la evolución es que hablamos de los patios. Yo tengo muchos recuerdos positivos y negativos de mi infancia en el patio. Se dejaba muy desprotegidos a los niños, algunos sufrían mucho. Al menos hoy esta preocupación existe».

Desplazar las porterías

Paula Pérez y Carmen Gómez tienen a sus hijos en el centro, son investigadoras universitarias y están dentro de la comisión mixta que coordina el proyecto con familias, docentes y profesionales. El primer hito de Patio Vivo ha sido la conquista de los espacios verdes con troncos para hacer juegos de equilibrio y añadir una zona natural al patio de Infantil, el primero que limpiaron y adecuaron. Incluso podaron los árboles para hacerlo más apetecible.

El reducido espacio impide, por ejemplo, desplazar las porterías. Patio Vivo no quiere relegar al fútbol y propone una rotación de usos. «Ya que tenemos un espacio reducido y las canchas se van a quedar ahí, tenemos que llegar a un acuerdo. No es cuestión de prohibirlo, ni de marcar un día sin balón, tendría que ser un consenso entre profesorado y alumnado», coinciden.

Uno de los retos que subyace es la igualdad, porque los niños ocupan aproximadamente 2,5 veces más espacio que las niñas, según varios estudios de densidad de juego, porque los juegos de balón en equipo necesitan más espacio. «Las niñas quedan marginadas a los márgenes del espacio», resume Pérez. Las alumnas del colegio se sienten más integradas en el baloncesto que en el fútbol.

Un rocódromo

«Ofrecer diversidad de juego permite una mayor igualdad. Cualquier juego sin clichés de género abre posibilidades», añade Gómez. Los alumnos piden deportes diferentes como bádminton, patinaje o tenis, según consta en las encuestas del proyecto.

La comisión trabaja para hacer realidad el patio que los niños esbozaron: tendrá más zonas verdes y estarán más integradas. El primer proyecto estrella será un rocódromo; más adelante habrá mesas con juegos integrados, ping pong o juegos de agua. También un gran tobogán de metal que aproveche el talud del patio de Infantil o una pequeña casa de madera. Sería importante, incide Gómez, una mediación real: «Que haya maestros y niños encargados de dinamizar ese uso».

Es un aspecto en el que está trabajando el claustro. «Lo material sabemos que va a tardar más tiempo, pero queremos empezar con cosas baratas», ahonda Pérez. El grupo recolecta cajas de cintas de vídeo, tubos de cartón o telas como elementos de construcción.

El proyecto ha tenido muy buena acogida en el claustro, el AMPA, consejo escolar, personal de servicios y el propio Ayuntamiento de Segovia, que ha aprobado varias de las propuestas. Está pendiente plantear la idea a la Junta de Castilla y León, aprovechando que celebra este año su 50 aniversario como centro. «Muchos de los sueños son materiales. Por ahora estamos llamando a puertas a ver quién nos quiere ayudar», apunta Gómez.

Ya han llevado a cabo varias actividades para costear el rocódromo –presupuestado en unos 1.500 euros– como organizar fiestas, cestas de navidad y están ultimando un pequeño cine club. El AMPA hace aportaciones puntuales al Patio Vivo, que acepta donaciones de cualquier tipo, no solo económicas: desde pequeños bancos y mesas hasta pintura de exteriores o maderas.

La Red de Educadores

La idea es tendencia y hay otros centros en Segovia interesados, por lo que la Red de Educadores municipal, junto con Patio Vivo, está proyectando unas jornadas de formación. El centro confía en que su modelo es solvente y su única restricción es económica. Presentaron el proyecto a los presupuestos participativos municipales, pero no pasó el filtro inicial para ser votado.

La cifra estimada para llevar a cabo el proyecto está en torno a los 15.000 euros y han llamado también a las puertas de empresas privadas. «Si tuviésemos dinero a espuertas, llegaríamos dónde quisiéramos porque una cosa lleva a la otra. Pero tenemos los ingredientes principales, la ilusión, los objetivos y la fuerza colectiva que nos da cuidar a los niños», concluyen.

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