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Hay que cuidar al Acueducto. Ese es el objetivo que han perseguido tantos gobernantes y civilizaciones asentadas a lo largo de los años en Segovia, ... una pretensión que llega hasta la actualidad. Las obras de reparación o mantenimiento en el monumento romano han estado presentes prácticamente durante toda la historia. Aunque su uso contemporáneo difiera en gran medida del que había en sus orígenes, su potencial al ser declarado como Patrimonio de la Humanidad obliga a conservarlo. No hay ninguna duda sobre ello. Es una cuestión urgente dar solución a los problemas detectados recientemente.
El Acueducto presenta diferentes «alteraciones» en algunos de sus tramos. Desde desgaste, deterioro y desprendimientos hasta fisuras en los sillares y filtraciones de agua. Las rehabilitaciones llevadas a cabo en décadas anteriores, como son las de 1970 y 1990, no consiguieron poner fin a las preocupaciones de los restauradores profesionales, ya que la degradación en algunos puntos del monumento se ha agravado.
Hay siete pilares que se someterán a una reforma integral en los próximos años en un intento de revertir la situación. Son los que están ubicados en la calle los Cañuelos, los cuales se han sometido a múltiples trabajos desde tiempos inmemorables al conformar uno de los tramos más problemáticos en el transporte del agua. Las actuaciones también se acometerán en las bases de otras dos pilas en la plaza de Día Sanz, pues presentan un «problema grave en sus apoyos». Por el momento no se han identificado indicios de peligro inminente que afecte a la estabilidad de las estructuras, pero la realización de las evaluaciones correspondientes para ahondar sobre esta cuestión son una necesidad «urgente».
Así lo pone de manifiesto un estudio promovido por la oficina de Patrimonio Histórico de Segovia, que fue elaborado en septiembre de 2023 por el restaurador Carlos Sanz Velasco y la arquitecta Teresa Martín Rodríguez. El documento pone de relieve la importancia de brindar una mejor conservación al Acueducto y se constituye como el paso previo para iniciar la redacción del proyecto de restauración del tramo del monumento citado por importe de más de 78.000 euros (sin IVA). Precisamente, la junta de gobierno local dio luz verde a esta propuesta hace tan solo unos días.
Son muchas las deficiencias que se observan y, aunque a priori no parecen serias, un análisis en profundidad arroja un diagnóstico algo más alarmante. La intervención en los siete pilares -que van del número cero al seis- se justifica por un amplio catálogo de alteraciones. En primer lugar, los expertos llaman la atención sobre la falta de estanqueidad del canal, ya que hacen referencia a la escasa capacidad con la que cuenta el monumento para protegerse de partículas externas, como son las hojas, diversos tipos de vegetación, arena o agua.
El estudio advierte sobre la necesidad de eliminar el conjunto de materiales aportados en las sucesivas rehabilitaciones que se han efectuado, pues algunos de ellos «pueden ser perjudiciales para la conservación» del monumento, así como para su estética. También insiste en que se deben solucionar los problemas generados por la alteración o pérdida de los elementos constructivos que se han añadido en los últimos tiempos, a los que se suman los que están vinculados al subsuelo y pavimentación.
No han pasado más de tres años desde que el propio Carlos Sanz, junto a otro profesional, examinaron cada recoveco del Acueducto para retirar vegetación. Era la primera limpieza intensiva que se ejecutaba en el monumento romano en más de tres décadas. Fue un proceso arduo, que se prolongó durante varios meses, y que permitió a su vez documentar fotográficamente cada pilar para controlar el proceso después de la retirada de maleza, pero también registrar su estado de conservación.
El propósito era hacer constar «problemas que pudieran ser graves», según explicó el restaurador. Los resultados de esta ardua labor han sido publicados recientemente. Las primeras conclusiones indican que, al menos a corto plazo, se deberán realizar tratamientos eficaces de limpieza de la piedra y abordar un programa de estudio para resolver los problemas de desagregación, microfisuración y disyunción del granito.
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El Acueducto no ha sido ajeno al paso de los siglos. Los últimos arreglos han consistido en la reparación de morteros degradados. Su mal estado de conservación se puede explicar por la utilización de materiales y técnicas constructivas de diversas épocas. En algunos casos, la presencia de sales -fundamentalmente sulfatos- han conllevado la erosión de las piedras, lo que ha supuesto el «desprendimiento» de películas. «En otros tramos del canal esta patología implica un problema grave de seguridad, pues la descomposición es más acusada y ocasiona la caída de algunos fragmentos», subraya el estudio. De ahí que se puedan comprobar huecos y oquedades en multitud de fábricas de los pilares.
El desgaste y deterioro han sido fenómenos que no se han podido esquivar debido a la exposición a la intemperie del Acueducto. No es lo mismo custodiar un bien de gran riqueza monumental dentro de un museo que al aire libre. A ello se suma las filtraciones de agua que se han producido con origen en el canal, hasta el punto de provocar humedades y fisuras. Es un hecho que se puede observar en la parte superior del pilar número dos o en las bases situadas en la plaza de Día Sanz, que han perdido material de apoyo en el terreno y ha quedado descubierta su cimentación.
Las fugas han mejorado desde que esta histórica obra dejó de transportar agua hace más de medio siglo, cuando se retiró la tubería de su canal que lamentaba continuas averías. Sin embargo, no han quedado resueltas del todo. Hay factores externos, como la presencia de árboles cuyas hojas y ramas atascan el canal, lo que acarrea la retención del agua ; o el propio pavimento de la calle en niveles superiores a los soportes de los arcos, que aporta humedad.
La superficie de las piedras no es lisa, pues su cara externa convive con depósitos y encostramientos que están relacionados con diversas causas. Desde la formación de estalactitas hasta los restos de materiales que han quedado impresos en los sillares a partir de reformas anteriores. Por ejemplo, el mortero aplicado como acabado en la obra de 1990 presenta problemas por el uso de componentes con aditivo acrílico y hay restos del adhesivo que se empleó en 1993 para fijar las dianas usadas en la fotogrametría, que es una técnica dirigida a recabar información con el fin de realizar una cartografía y obtener información geográfica.
El estudio llama la atención sobre reparaciones que se han llevado a cabo con materiales que «aparentemente» tienen un efecto negativo en el Acueducto, debido al aporte de sales o falta de permeabilidad. «Se debe valorar la necesidad de eliminarlos o sustituirlos por otros más adecuados», especifica el informe encargado por la oficina municipal de Patrimonio Histórico.
Es por este motivo que se propone un amplio catálogo de actuaciones, pero siempre con el propósito de «minimizar la intervención» todo lo posible sobre el monumento. Por un lado, se solicita la caracterización del subsuelo, lo que lleva asociado necesariamente a un estudio arqueológico; el arreglo de los materiales existentes en mal estado o que hayan sido alterados; y el estudio de los tratamientos a ejecutar. La suma de estas acciones, que concluyen con la redacción de un proyecto de intervención, han recibido el visto bueno del Ayuntamiento de Segovia.
Son muchos los gobiernos históricos de Segovia capital los que se han preocupado por el estado del Acueducto. En el pasado, la inquietud no se ha centrado tanto en su estética, sino más bien en su utilidad a la hora de abastecer a la ciudad de agua. Con el fin de garantizar el suministro, se han ejecutado diversas obras de reparación y mantenimiento que se remontan al siglo XV. Es en esta época cuando Juan II de Castilla atendió las quejas de los vecinos segovianos que solicitaron restaurar con urgencia el canal del monumento ante los conflictos que provocaba la falta de agua. Sin embargo, desde un primer momento se detectaron dificultades. «No entraba suficiente agua a la cacera y dos aldeas próximas» tenían la captación en el mismo lugar, detalla el estudio encargado por la oficina municipal de Patrimonio Histórico.
Es por ello que se ordenó construir una presa, así como ensanchar u profundizar el cauce de la cacera. Estas actuaciones se prolongaron incluso hasta la época de los Reyes Católicos, quienes también encomendaron la reforma del monumento al prior del convento jerónimo del Parral. En concreto, se sustituyó la tubería de madera por otra de piedra y se consiguió ampliar la red de abastecimiento. Después de sendas reformas puntuales para garantizar la conservación del Acueducto -a partir de 1505 se inspeccionaba regularmente su estado-, en el siglo XVIII se empezaron a dar cuenta de las primeras actuaciones centradas a evitar la ruina, que llegan a la actualidad.
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