«Acabas de los nervios, sobre todo cuando van al baño o se quitan la mascarilla»
José Gabriel Cobos, de la discoteca Sabbat, opina que «a la gente la tienes que educar» porque hay clientes que «no saben comportarse» y la situación es «muy seria»
Sabbat es un nombre icónico de la noche segoviana en los últimos veintitrés años. Aunque José Gabriel Cobos ha dejado el testigo de la dirección de la discoteca a su hijo Gabriel, la experiencia acumulada le vale para diagnosticar que los locales de ocio nocturno tienen por delante un «horizonte incierto». Además de la zozobra de la propia crisis sanitaria del coronavirus, el industrial recuerda que el sector seguía tocado y todavía no se había recuperado del «varapalo» de la recesión de 2008, que trajo consigo a su vez un cambio de hábitos a la hora de salir en el que las discotecas perdían protagonismo en favor de otras prácticas, no todas legales, como las reuniones el pisos o el botellón.
El novedoso y restringido escenario que ha dejado el coronavirus para este tipo de negocios también les ha llevado a amoldarse a las normas instauradas en cuanto a aforos permitidos, higiene de instalaciones y personal y reidear la distribución de los espacios. También el calendario ha variado. Esta discoteca solía cerrar en julio y agosto, que es cuando los estudiantes no están en la ciudad y los jóvenes se decantan por los pueblos, pero este año el Sabbat ha decidido abrir al caerse del cartel estival esos festejos populares.
El control trae de cabeza a los empresarios. «Acabas de los nervios, sobre todo cuando ves que van al baño o se quitan las mascarilla y tienes que estar detrás de ellos», comenta. Para Cobos, hay clientela que «va sin educar, que no saben comportarse, y a la gente la tienes que educar porque esto es muy serio», se refiere así a la gravedad de la crisis sanitaria. «Hay horas fatídicas, hacia las cuatro o las cinco, en las que no te hace ni caso alguno que va desmadrado y al final tienes que echarle», admite el hostelero.
Identificación en la entrada
Para salvaguardar al máximo la protección de las personas que acuden a la discoteca, el Sabbat pide voluntariamente el nombre y el DNI de quienes entran. «En ningún caso se les obliga, pero es una medida de seguridad que proponemos y no suelen rechazarla». También han tenido que reorganizar el interior, poner mesas y sillas en la pista de baile el desuso, mesas altas... Aun así piensa que «hay espacios en los que se podría bailar porque el local está vacío». De ahí que comparta la petición regional de ampliar «algo más» el aforo permitido.
En cuanto a ver la luz al final de este túnel, es imprevisible. Cobos intuye que «el otoño-invierno va a marcar si los negocios cierran o salen adelante».
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