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Los cofrades cubren con plástico la imagen del Niño de la Bola. M. Rico

Cuéllar cierra la Navidad con la deseada procesión del Niño de la Bola

La imagen pudo realizar por fin el recorrido tradicional por las calles de Cuéllar a pesar de la lluvia insistente

Mónica rico

Jueves, 7 de enero 2016, 12:05

Tras la lluvia del 1 de enero, que impidió el desarrollo normal de la procesión del Niño de la Bola, los cofrades ayer sí pudieron realizar el recorrido habitual con la imagen por las calles, de nuevo amenazado por las inclemencias meteorológicas, que los fieles suplieron con paraguas y la talla con un plástico. A las 17 horas, momento previsto de inicio de la procesión, la lluvia caía fuerte sobre la villa y los miembros de la cofradía determinaban que realizarían un acto similar al del día 1, es decir, sacar la imagen hasta la puerta de la iglesia de San Miguel, donde se ubica habitualmente, bailar allí la primera danza, y continuar la procesión en el interior del templo. Sin embargo, unos minutos después la lluvía comenzó a remitir, por lo que optaron por salir de la iglesia e intentar realizar el traslado habitual, el que año tras año se realiza cada 1 y 6 de enero, aunque en este 2016 aún no se había podido ejecutar.

La primera danza se realizó en la puerta de la iglesia, con apenas media docena de bailarines que ejecutaron el rito de la forma ancestral, de frente a la imagen del Niño. Aunque con la amenaza de la lluvia en ciernes, la procesión ascendió por la calle Colegio, al son de las danzas de las dulzainas de los Hermanos Ramos, conocedores de la tradición. Los bailes se fueron sucediendo y el número de fieles aumentando, al igual que la lluvia, que obligó, a la llegada a la plaza del Mercado del Pan, a tapar la imagen con un plástico, para evitar su deterioro por el agua que, aunque fino, no cesó de caer.

A un ritmo más rápido del habitual, aunque sin dejar de realizar numerosas paradas para realizar las tradicionales danzas, la procesión continuó con su recorrido habitual, entre cohetes y el repicar de las campanas de la iglesia de San Esteban, donde la comitiva realizó una parada. El templo albergaba la figura en su origen, aunque fue movida de ésta hasta la iglesia de San Miguel debido a su deterioro. Tras su rehabilitación, el templo no guarda culto, por lo que sigue siendo San Miguel donde se sitúa la talla del Niño durante el año.

Ritos y ritmos de una tradición ancestral

  • Durante la procesión, se mantienen tradiciones como el tañer de las campanas de San Esteban, el lanzamiento de cohetes o el reparto de caramelos, ritos que cumplen año tras años los hermanos de la cofradía del Niño de la Bola, formada por unos cien miembros, que, además de mantener su propia devoción al Niño Jesús, pretenden mantener viva la tradición, dando testimonio de fe en las navidades cuellaranas, según recuerda el historiador y cofrade Juan Carlos Llorente, un esfuerzo que ha logrado suscitar una gran aceptación entre vecinos, curiosos y visitantes en estos últimos años.

  • Otra de las tradiciones que no falta son las vistosas danzas que se realizan frente a la imagen, con las que los fieles muestran su devoción. Aunque durante la procesión los ritmos que se mantienen son los de hace siglos, el rito sí que ha cambiado. Hace años eran únicamente ocho los danzantes que participaban en la procesión, quienes vestían con un traje especial formado por amplias blusas, pantalones bordados en colores verdes y naranjas, polainas verdes y sombrero de ala ancha. Hoy todo el que quiere puede sumarse a esta peculiar celebración, a sus danzas y a su seguimiento.

Ya en el interior de San Esteban, se despojó a la figura del plástico, para que ésta presidiera los actos habituales que se desarrollan en su interior, que en esta ocasión contaron con una novedad, pues al inicio, todos aquellos que portaban las tradicionales castañuelas cuellaranas denominadas tejoletas, las hicieron sonar durante unos instantes. Seguidamente se llevaron a cabo los ritos tradicionales de oración al Niño guiados por el sacerdote local, Emilio Calvo, el rezo del Padre Nuestro y los cánticos de los villancicos propios de estas fechas. Seguidamente, la imagen se volvió a cubrir con el plástico, para continuar el recorrido de la procesión, que lo llevó de vuelta hasta la iglesia de San Miguel, con nuevos bailes al son de la música y bajo la lluvia.

La imagen del Niño de la Bola es una talla de madera de cuerpo entero y sexuada de un Niño Jesús, de estilo barroco, fechada a mediados del siglo XVII, con policromía en brazos y cabeza que se cubre con una peluca de cabello natural, largo, rubio y con rizos, sobre la que porta una corona de rayos. La talla recibe su nombre por llevar en su mano izquierda una bola del mundo o globo terráqueo rematado con una cruz, mientras que en la derecha lleva una rama, a la vez que parece encontrarse en acto de bendición.

A la cofradía puede pertenecer la persona que lo desee, así como ostentar el cargo de Mayordomo, un puesto que este año ha ocupado Alicia Sanz Berzal, descendiente de una familia muy vinculada a la Cofradía. Tanto que su abuelo ya ocupó el cargo de Mayordomo hacia la década de 1940.

Con la procesión del Niño de la Bola la villa de Cuéllar puso ayer el punto y final a las Navidades, mientras que los miembros de la cofradía preparan ya las celebraciones del próximo año, cuando el 1 de enero de 2017 la talla será la encargada de inaugurar las procesiones en el municipio.

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