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Miembros de la Cofradía del Niño de la Bola portan en andas la imagen, ayer, ante la imposibilidad de sacarla a la calle por la lluvia.

El Niño de la Bola se queda en el templo

La lluvia impide el desarrollo habitual de la procesión con la talla, que espera recorrer las calles de Cuéllar el día 6

mónica rico

Viernes, 1 de enero 2016, 22:07

El Niño de la Bola no pudo salir ayer en procesión, tal y como ocurre tradicionalmente cada 1 de enero. La villa de Cuéllar recibe el año nuevo con la celebración de la procesión de esta imagen, pero la irrupción de la lluvia obligó a su suspensión, algo que no ocurría en los últimos años. En su lugar, los devotos pudieron disfrutar de una decena de las danzas tradicionales que se bailan frente a la imagen del Niño, aunque en esta ocasión en lugar de recorrer las calles hasta la iglesia de San Esteban y de regreso hasta el templo de San Miguel, se bailaron en el interior. Los mayores no recordaban que se hubiera hecho nunca.

El historiador cuellarano, Juan Carlos Llorente, también miembro de la cofradía, evocaba cómo algún año, debido a la meteorología, la procesión había acortado su desarrollo, incluso sin llegar a San Esteban, recorriendo apenas unos metros; pero añadía que en los últimos años no había ocurrido que el séquito siquiera llegara a la calle. Un cofrade de mayor edad relataba que, en lo que alcanzaba su memoria, la procesión alguna vez había sido suspendida debido a la nieve, pero nunca había visto que su desarrollo, de alguna manera, se realizase en el interior de la iglesia, tal y como ocurrió ayer.

El son de la dulzaina

Los actos de la celebración comenzaron durante la mañana, con la misa solemne de Año Nuevo y la Epifanía del Señor, donde se celebró la liturgia de la adoración, que cada año cuenta con la participación de la Cofradía del Niño de la Bola. La tradición dicta que el cortejo salga por la tarde en procesión, que se prolonga durante unas tres horas. El séquito recorre varias calles de la villa con decenas de devotos danzando ante la imagen del Niño.

A las 17 horas, decenas de fieles comenzaban los rituales en la iglesia de San Miguel, donde se recogió la talla en andas para trasladarla a la puerta del templo. A esa misma hora empezó a llover y los miembros de la cofradía optaron por la precaución y decidieron cubrir la imagen con un plástico. Los dulzaineros comenzaron a tocar la primera de las danzas y los fieles a bailar; pero la lluvia poco menos que torrencial impidió que los actos continuaran con normalidad. Los cofrades esperaron varios minutos en la puerta de la iglesia. Los feligreses se apostaban en uno de los soportales de la Plaza Mayor aguardando un resquicio que permitiera sacar la imagen, aunque fuera con los plásticos.

No escampaba y se decidió que los bailes se llevaran a cabo en el interior de la iglesia, mientras la imagen se llevaba hasta el altar. Aunque la procesión perdió parte de su vistosidad, los fieles disfrutaron de una decena de bailes tradicionales al son de las dulzainas y el tamboril de los Hermanos Ramos, buenos conocedores de las danzas ancestrales en honor de la imagen del Niño de la Bola, que para los actos de ayer estuvo engalanado con un traje del siglo XIX, imitación de otro del XVIII. La talla tiene otro más antiguo, que lució el año pasado y del que se elaboraron varias réplicas, alguna de ellas por la beata cuellarana sor Martina Vázquez. Al parecer, el que vestía ayer podía ser una de éstas, según indicó Llorente.

Poco a poco las danzas se fueron sucediendo, mientras la talla avanzaba por el pasillo central de la iglesia de San Miguel, portada en andas por varios miembros de la cofradía, que se turnaron. El rito finalmente no se cumplió y habrá que esperar al día 6, cuando la el Niño de la Bola vuelve a procesionar.

Villancicos

Tras finalizar la 'novedosa' marcha por el interior de la iglesia, los asistentes sí que dieron testimonio de otra de las ceremonias que forma parte del ritual, como es el cántico de los villancicos que habitualmente se realiza en San Esteban durante el traslado procesional de la talla, donde se realiza una pequeña parada. Ayer, el escenario fue la iglesia de San Miguel. Tras entonar 'Dime Niño', el párroco y los asistentes dedicaron una oración al Niño de la Bola, para continuar con la bendición y despedida.

La mayordoma de la cofradía, cargo que este año ocupa Alicia Sanz en una de las pocas ocasiones que ha recaído en una mujer, se dirigió a los feligreses para destacar que, aunque la lluvia no estaba prevista, sí se mantenía el refresco que se suele ofrecerse en el centro parroquial.

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