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Una persona, con la mascarilla puesta. EFE

«Es imposible que todo el mundo lleve mascarillas adaptadas para que nosotros leamos los labios»

R. M. G. / WORD

SALAMANCA

Viernes, 1 de mayo 2020, 11:59

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El confinamiento no supone un gran problema para los sordos postlocutivos, es decir, los que han perdido la audición total o parcialmente después de adquirir el lenguaje; una sordera que, por diversas circunstancias, afecta a jóvenes, adultos y mayores, pero sobre todo a partir de los 30-40 años. Los problemas vienen cuando están en sus puestos de trabajo o teletrabajando.

Paz González es una de estas personas y es la secretaria de la Asociación de Personas con Discapacidad Auditiva Postlocutiva (SADAP) de Salamanca. «Para nosotros es más fácil adaptarnos porque hemos tenido un lenguaje claro», señala. Audífonos, cascos y adaptaciones en sus viviendas para poder tener mejor audición forman parte de su día a día y en estos de alerta sanitaria «en general, en las casas no tenemos muchos problemas», excepto «si hay que utilizar mascarilla o mantener un distanciamiento con las personas que convives».

Un distanciamiento y un material de protección que sí que les están causando problemas a las personas con sordera postlocutiva en sus puestos laborales, sobre todo «para aquellas que trabajan de cara al público. «Si de por sí ya tenían problemas para poder entender, con las mascarillas se oye peor y además estamos muy habituados a apoyamos en lectura labial y ahora mismo no se puede». También está la distancia que hay que mantener: «siempre tenemos que decir que nos hablen más alto, claro y más cerca para poder oír y entender, pero cómo para decirte a alguien ahora que se acerque».

Las personas con sordera, añade, «se han mentalizado para tener paciencia, explicar lo que les pasa y preguntar continuamente a la gente más veces, pero a veces ni aún así pueden enterarse».

En cuanto al problema de las mascarillas para las personas sordas, Paz González afirma que «pasa lo mismo que con la lengua signos, no es factible para personas como nosotros, porque la gente que te rodea y la sociedad no lo conocen». Es como para las mascarillas, «si no tenemos mascarillas casi, cómo le decimos a la gente que se compre todas adaptadas para que nosotros veamos los labios mejor». Porque «yo no las necesito, sino la persona que están enfrente de mí para que yo los vea». Sería necesario que «las utilizara todo el mundo, pero eso es imposible, no se puede generalizar su uso». Otra cosa, añade, es que la utilice «el que puede o en el entorno familiar».

Es lo de siempre, añade, «no se puede generalizar todo y tenemos que ser nosotros los que nos adaptemos a lo que hay».

Aparte de los problemas en los puestos de trabajo de cara al público, las personas sordas que están teletrabajando se encuentran con otro problema: la contaminación acústica. «Si se está haciendo una videoconferencia, hay factores impidiendo entender a la persona que está trabajando por ordenador». Además, «no le siguen bien la boca, los gestos faciales, y la videoconferencia nos cuesta bastante. Al final, llamamos por teléfono para poder enterarnos».

Otro problema ha sido el de los centros auditivos cerrados, aunque «ahora abren algunas horas»; sin embargo, señala, cuando se estropea un audífono o un adaptador, «las personas mayores son de riesgo y no pueden ir».

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