Así sobrevivió el escudo anterior al gran cambio de imagen corporativa del Real Valladolid en 1999

Excepto uno.

Sí, el escudo.

La entidad blanquivioleta, presidida entonces por Marcos Fernández Fermoselle, envió una carta a sus abonados en septiembre de 1999 para explicarles que el club no quería «renunciar a su progreso» y por ello adecuaba «el latido del Real Valladolid al ritmo de la sociedad». La nueva imagen corporativa aparecía como «marco de referencia» para realzar «los objetivos y deseos» del Pucela: «El espíritu de modernidad, el respeto a la tradición, la vocación de servicio, el amor a los colores, la vinculación a su ciudad... todo aquello que representa».

Tras desarrollar otros puntos de las tres líneas básicas («fútbol, orgullo y servicios»), la carta a los abonados en aquel septiembre de 1999 se detenía expresamente en el asunto del emblema: «Muchos clubes han optado por rediseñar su escudo, normalmente eliminando elementos barrocos y dando un aire más vanguardista al conjunto. Sin embargo, el Real Valladolid mantiene su escudo, porque entiende que el paso de los años ha dejado intacta su belleza, frescura y modernidad. Probablemente, el del Real Valladolid sea uno de los escudos españoles más bonitos. Y no sólo eso: del escudo del Real Valladolid nacen todos los demás símbolos. Así, el nuevo logotipo que agrupa a todos los Servicios (el brand) tiene su génesis en las llamas del escudo del Real Valladolid y de la ciudad de Valladolid».

El escudo se mantuvo también durante las presidencias de Nacho Lewin (entre 2000 y 2001) y con Carlos Suárez (2001-2018), aunque Lewin llegó a presentar internamente algunos bocetos para cambiar el escudo y prescindir de la Cruz Laureada de San Fernando, símbolo que el Real Valladolid había incorporado desde el escudo de la ciudad en 1962, tras recibir el permiso del Ayuntamiento. Sin embargo, la idea de Lewin no cuajó y el escudo del Pucela se mantuvo invariable hasta su polémico resideño total en 2022, ya con Ronaldo Nazário como presidente.