El Real Valladolid se lo toma muy en serio y golea al Arenas de Getxo

Acostumbran a esconder su trampa los partidos de Copa cuando se juegan en estadios de reducidas dimensiones ante rivales de categoría inferior (Segunda RFEF en este caso), y el mejor antídoto sin duda para esquivar sobresaltos inesperados lo empleó el Real Valladolid en su desplazamiento a Getxo. Ejemplos como los que protagonizaron un día antes 'Primeras' como el Athletic Club (0-1 en Sestao), Mallorca (0-1 ante el Real Unión de Irún), Espanyol (0-1 en campo del Atlético Paso canario) o el mismo Villarreal (1-2 en Guijuelo tras prórroga) le pusieron en alerta y marcaron el camino, en una eliminatoria a la que le puso grandes dosis de orden, seriedad, intensidad y disciplina a su juego.

El resto, la calidad técnica y táctica, se presupone en un equipo de la máxima categoría, por lo que fueron esos intangibles que en no pocas ocasiones se dejan en el vestuario en noches coperas como la de este miércoles los que marcaron diferencias. El Real Valladolid impuso un ritmo uniforme del primero al último minuto, y dominó con suficiencia, levantando el tanto inicial del Arenas Club y demostrando las ganas que tenía de reanudar la competición oficial.

Cuarenta y dos días sin fútbol se antoja demasiado para un profesional, y también eso se dejó notar sobre el césped artificial del Municipal de Gobela.

Había anunciado Pacheta máximo respeto y honores a la Copa, y el mensaje caló de salida no solo por alinear un once a todas luces titular, el más reconocible de cuantos ha propuesto en su pretemporada, sino también por la seriedad que se trasladó del vestuario al campo. El técnico pidió ambición y la respuesta no se hizo esperar, típico en partidos ante un rival inferior sobre el papel, con un bloque acompasado en sus movimientos y especialmente pendiente de cuidar su salida de balón. Las medidas del Municipal de Gobela, más estrechas de lo habitual (100x60), aconsejaban extremar las precauciones y de ahí que se pusiera especial énfasis en las últimas sesiones antes de afrontar el partido copero.

Las pruebas en los Anexos no pudieron obtener mejor resultado, y la pizarra trasladó al césped movimientos perfectamente identificables. Tanto Plano como Iván Sánchez sacrificaban sus posiciones pegados a banda a costa de recibir perdiendo metros para lanzar a los laterales (Lucas Rosa y Escudero) y que fueran estos los que profundizaran. No tardó el equipo de Pacheta en coger aire a esta idea. De hecho durante la primera media hora fue la banda derecha, sujetada por el enorme talento y calidad de Iván Sánchez -imposible arrebatarle el balón del pie-, la que llevó todo el peligro y acaparó todo el protagonismo del partido. El jienense conducía, el brasileño desdoblaba y tanto Weissman como Plano en segunda llegada buscaban el remate. Esa era la hoja de ruta.

Otra cosa es que tardara en cuajar, primero por una serie de ajustes que requerían de tiempo y en segundo lugar porque el rival envió a la red el único remate en toda la primera parte. Bengoechea cazó de cabeza en el segundo palo un balón que llegó, mansamente y con tiempo suficiente para pensar y repensar el centro, desde el lado contrario (Elorza). Un desliz dentro de un partido que hasta ese instante no arrojaba más que buenas sensaciones.

No era necesario, por lo tanto, modificar nada y el gol sí obligó a acelerar aún más el plan de partido. Avivar la circulación de balón para ganar en fluidez y que los laterales llegaran a línea de fondo con más garantías. Con estas consignas y la disciplina por bandera, no hubo que madurar mucho el empate. Avisó por dos veces el Valladolid en una misma acción. Primero Javi Sánchez a la salida de un córner con un cabezazo que repelió el larguero, y en segunda instancia Óscar Plano cazando de volea un rechace que ya debió acabar en gol.

El tercer aviso corrió mejor suerte, en una nueva llegada de Lucas Rosa a línea de fondo que Escudero manda de cabeza al fondo de la red. El empate venía a hacer justicia a los méritos de un equipo blanquivioleta que, lejos de levantar el pie del acelerador, metió una marcha más para multiplicar sus llegadas al área.

Con el paso de los minutos se acusó mucho más la diferencia de categoría, multiplicada exponencialmente por la seriedad que imprimió en todo momento el Valladolid al partido. Así, poco antes de alcanzar el descanso y de que un disparo de Aguado obligara a Landeta a arrimarse a la escuadra, iba a llegar el segundo tanto visitante en una contra de tiralíneas que Weissman culminó bien situado a servicio de Escudero.

Por entonces las pautas estaban ya trazadas, asimiladas, y más que establecidas, de modo que el Valladolid solo tuvo que poner el piloto automático en la reanudación para recoger los frutos. Los goles fueron cayendo casi por inercia y por goteo en la portería local.

El tercero vino de botas de Iván Sánchez, que le puso la guinda a su notable actuación con un zurdazo dentro del área al palo contrario. El cuarto pudo llevar la firma de Plano e incluso de Sergio León en sendas contras, pero fue Kike Pérez quien se lo apuntó de cabeza al segundo palo tras remate fallido de Gonzalo Plata en el primero. Y el quinto se lo adjudicó Sergio León a la salida de un saque de esquina, demostrando en la media hora de juego en la que estuvo en el campo que no solo no ha perdido olfato sino que mantiene un extraordinario estado de forma. El cordobés pisa área, toca cada balón que merodea la portería y, en definitiva, supone una amenaza constante para las defensas rivales.

En Getxo mojó y perfectamente se pudo ir de vuelta con un 'hat-trick' en el zurrón de haber estado más fino en el remate.

El Real Valladolid avanza a la tercera eliminatoria y ya espera rival en el sorteo que se celebra este viernes, ya con la presencia de Real Madrid, FC Barcelona, Valencia y Betis en el bombo.

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