Chuki encarna la rebelión de la cantera
La zurda del canterano asea la propuesta de Almada y redescubre el talento escondido del Pucela, que volvió a depender de los cambios
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Almada reincide en su papel de don erre que erre
Los últimos veinte minutos del choque ante el Mirandés no fueron suficientes para Almada. El técnico uruguayo se ha metido en el papel de don ... erre que erre y si no fuera por el acento, diría que se le está poniendo cara de Paco Martínez Soria. O de Pezzolano, que también tenía problemas para acertar con un once lógico y equilibrado. El fútbol volvió a pelar la libreta del preparador blanquivioleta. Un nuevo golpe de realidad. De bruces contra la incompetencia de varios jugadores que están fuera cacho, como cualquier mortal menos Morante, que ayer se cortó la coleta por sorpresa. ¿Qué hiciste genio? Al grano. Federico no desborda, no encara, no defiende. Es la nada. Meseguer volvió a meterse en la tiniebla y Canós se rompió en una acción insulsa. ¿Y Latasa?, ay Latasa. El ariete sigue enredado en el aspaviento. Protesta incluso cuando envía un melón rechazado a un compañero, al que pilla a contrapié y recrimina que no estuviese ahí. Como si ganase todas por alto. El caso es que se pasa el partido de acá para allá, entre choques y remates a la tribuna. Y mientras tanto, Alani, Chuki y compañía con el chándal en el banco.
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Las bandas a contrapié y Latasa como espectador
Colocar a futbolistas a contrapié en los costados tiene sentido cuando la gambeta hacia el interior fabrica la ocasión como por inercia. Amago, balón cosido a la bota y disparo o banana cerrada, con peligro, tensa. El uy en cada quiebro. En el caso del Pucela, esta opción lo que hace es ensanchar la condición de espectador de Latasa, que casi nunca gana el espacio para encontrar el remate limpio. Cuando el punta es un delantero corpulento y supuestamente rematador, como Latasa, la estrategia ofensiva debe pasar por abrir el campo, buscar la última frontera y fabricar pases de gol a la cabeza del 'nueve'. En la propuesta de Almada las bandas solo ganan amplitud cuando el lateral se despliega, sobre todo por el perfil diestro con las incorporaciones de Alejo, que ayer tampoco tuvo su mejor tarde, más inquieto que el hincha saltarín del Burgos. Salta, que sí, que no eres pucelano. Qué pereza las obsesivas rivalidades unidireccionales.
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Chuki desenreda el fútbol trabado e intermitente
La lesión de Canós alumbró la pizarra de Almada. No era tan difícil. Chuki ya le explicó con hechos ante el Mirandés que es el único con filo en el enganche, con amplitud de miras, intenso en la conducción y con la mente despejada para buscar la mejor opción. El canterano desenredó un partido soporífero, cargado de faltas, de interrupciones. Con los futbolistas rebozados de césped y el árbitro con el silbato ligero, el duelo iba camino de batir el récord de interrupciones. Pero apareció Chuki y al Pucela le cambió la cara. La sensación no es nueva. El vallisoletano representa la rebelión de la cantera. En el primer acto, sin él, las evoluciones ofensivas se perdieron en conducciones vacías y disparos a ninguna parte. Otra lesión, la de Federico, abrió la revuelta de Marcos André, que casi deja sin telarañas la escuadra del Burgos con un zurdazo que recordó a sus viejos tiempos. Esperemos que sea algo más que un flash.
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Los cambios a tiempo, una herramienta imprescindible
Almada acertó con los cambios. Los hizo a tiempo, incluso. El técnico escapó de la quietud y acomodó las sustituciones en la lógica que reclamaba el desarrollo del encuentro. El primero lo hizo obligado por la lesión de Canós. El resto llegó por convencimiento y correcta interpretación del partido. El gol de Chuki no acartonó la libreta del uruguayo, que fue oxigenando las líneas para llegar al desenlace con tensión y piernas frescas. Alani volvió a demostrar que rinde mejor que Meseguer. Con André retocó el dibujo para actuar con dos delanteros y a Ponceau le escoró demasiado. Me gustaría ver al francés como segunda punta y a Chuki en el vértice superior de un rombo en el centro del campo. Fantasías al margen, me quedo con la evolución atinada de Almada. Poco a poco. Ahora solo le falta dar con la tecla desde el vestuario para dejar de regalar balas al contrario.
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Una angustia que sabe a gloria y abre la caja de la reflexión
Tres puntos en Segunda son como un parto de 36 horas. Que se lo pregunten a mi santa. El Pucela no sabe ganar con holgura. La categoría tampoco permite demasiados alardes. Los detalles son un Bitcoin comprado en enero de 2009. Y en ese escenario, el Real Valladolid vivió de la calidad de Chuki, que se inventó un zurdazo para hormigonar los zapatos de la hinchada local, que tras el 0-1 se olvidó del pucelano y se sumergió en un angosto epílogo, cargado de decepción. La victoria llegó con congoja, bendita congoja cuando aterrizas en el desenlace con la satisfacción de volver a saborear un triunfo que además de aportar calma, la que pedía Solares, también debe abrir un espacio de reflexión. Un reenfoque para encontrar un plan que funcione desde el principio y no tenga que depender del azar.
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