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Como si de la mejoría que experimenta el paciente próximo al trance último, esa que los más próximos perciben como el final del proceso, los ... íntimos del Real Valladolid intuimos ayer algo muy parecido antes del fatal desenlace mostrado por el marcador.
Ayer con el equipo peleando contra su adversidad permanente en Son Moix, el equipo se levantó dos veces, una en cada tiempo, mientras luchando por subsistir terminaba por caer vista su tórpida evolución a lo largo de todo el proceso liguero.
No sé si el entrenador, al manifestar un cambio en el tratamiento poco antes de darse inicio al partido, haya podido influir –probablemente no–, pero es obvio que plegarse ante la declaración de intenciones del contrario en lugar de estimular tu propio sistema de defensa ante el mal, como mínimo genera duda entre los más próximos, paciente incluido.
Si la primera mitad nos dejó la novedad de un Pucela más participativo, decidido y atacante, nos confirmó de igual manera lo liviano que seguía mostrándose en defensa; algo que, se vino a repetir de forma idéntica en el segundo periodo.
Al final, viendo la hoja de evolución, nos damos cuenta de que el acierto global de Latasa, Moro y Chuki en el gol obtenido, se quedaba en nada porque nos olvidamos de que en el área están los que ves de frente junto a aquellos otros que te olvidas de mirar a tus espaldas.
Error a añadir al que, como el día del Barça, vino a repetirse no tapando el rechace en segunda línea a centro sencillo.
Dos detalles elementales que a modo de dato, terminan por matar el relato de las bondades exhibidas anteriormente, y que en forma de recaídas permanentes ante el mismo hecho, han terminado por hacer irreversible un proceso crónico mal resuelto por técnicos y futbolistas.
Es muy revelador y llamativo que aspectos que se trabajan en el fútbol de base con los más pequeños se conviertan en un problema irresoluble en jugadores profesionales.
No sé si a día de hoy ensayar treinta centros desde cada banda colocando a los cuatro defensas perfilados, observando pelota y contrario, resultará acoso laboral; para mí que no, pero vaya usted a saber. Por si acaso, de lunes a viernes, ambos inclusive, repetiría el ensayo añadiendo otra secuencia de igual tamaño con los volantes incluidos para tapar la segunda jugada, la de rechace en tu área, tan sencilla por otro lado de defender y de consecuencias tan letales como hemos visto.
En fin, quizás sea otra forma de ver las cosas en tiempos de pizarras electrónicas, tablets y ayudantes; quizás sea una forma antigua y equivocada y hoy el método rotacional de 25 jugadores tomados de once en once sea lo adecuado.
Sin embargo, y como el dato se puede interpretar pero no discutir, está claro que Sacchi, Maturana, Capello.. con una pléyade de internacionales a sus órdenes aceptaban ¡para esplendor de resultados! las repeticiones sistemáticas de las acciones. Eso que hoy se denomina «mecanizar y automatizar gestos» y que antes se resumía en «repetir el ejercicio para que salga».
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