La hinchada del Real Valladolid pone rumbo a Gijón
Los cinco autobuses con casi 600 aficionados blanquivioletas partieron hacia tierras asturianas para arropar al equipo en El Molinón
Sueño. Mucho sueño en las caras de los aficionados del Real Valladolid que ataviados con mochilas, viandas y camisetas y bufandas del Pucela, han ... subido esta mañana a los cinco autobuses que esperan aparcados en la Plaza Colón a que los más de 500 aficionados blanquivioletas embarquen rumbo al Principado de Asturias. Por el camino, además de alguna cabezada, música para distraerse y juegos para entretenerse, habrá muchos cánticos y pasión por la blanquivioleta.
'Cuando aún no se han puesto las calles', como se suele decir, partieron de sus hogares con la única finalidad de estar en las gradas de El Molinón y, con suerte, poder celebrar una victoria del equipo de sus amores. Un poco antes incluso, aquellos valientes que habitan los pueblos han visto un amanecer sin sol para llegar a tiempo a su cita con el Pucela. Tanto unos como otros, son los que no fallan.
Con una llegada prevista para las once de la mañana -o un poco más tarde- a Gijón, la hinchada vallisoletana tendrá tiempo, como es menester en los desplazamientos, de disfrutar de la previa. Además, las tierras asturianas ofrecen un amplio abanico de posibilidades de ocio y gastronómicas.
Más de uno dará buena cuenta de los tradicionales cachopos que, a buen seguro regados con una bien escanciada sidra, servirán de revulsivo del madrugón y darán las fuerzas necesarias a los pucelanos para dejarse la garganta en el graderío de El Molinón.
Para los más afortunados, aquellos que formaron parte de los 500 privilegiados que vieron al equipo sumar otro peldaño más en su camino hacia la Primera División hace cuatro años, el viaje será más emocional recordando aquel desplazamiento en el que la pandemia formaba parte de un futuro improbable y la única sensación de peligro la ponían los jugadores del Sporting sobre el verde.
Tiempo habrá para recordar a los que ya no pueden estar con el equipo -o están de otra manera-, y también de presentar los respetos oportunos a las figuras que, si bien forman parte de la idiosincrasia del rival acérrimo, también son un pedazo de la historia del fútbol español. Tanto la estatua de Manolo Preciado como la puerta número 9 del feudo asturiano serán sin duda uno de los puntos en los que los aficionados del Real Valladolid, los que saben apreciar el fútbol lejos de fanatismos, aprovecharán para llevarse un recuerdo que hacía cuatro años que no se disfrutaba y, que hasta hace no mucho, no se sabía que se podría realizar.
Con el paso de las horas, el ambiente tranquilo de la previa se irá caldeando con la llegada de los seguidores locales al recordar la animadversión histórica entre ambas escuadras, una rivalidad que esperemos esté bien entendida por parte de ambos bandos.
La quedada organizada por la Federación de Peñas del Real Valladolid en los jardines del Náutico de Gijón pondrá el colorido blanquivioleta de camino al estadio en una jornada donde la batalla, sin duda, debe ser sobre el césped. Para inclinarla a favor del Pucela, los de Pacheta contarán cuando salten al campo con esas casi 600 gargantas (más alguna que vaya por su cuenta) para hacer presente el sentir vallisoletano en cada balón disputado por el cuadro castellano.
Con suerte, sobre las ocho de la tarde -quizá algo después por el añadido del encuentro-, los aficionados del Pucela festejarán un triunfo merecido ante el Ibiza y si se logra, seguramente también ante los del Principado. En Segunda, nadie regala nada, por eso cada vez que se suma de tres es un paso más hacía el complicado pero al mismo tiempo obligado objetivo del Real Valladolid en la categoría de plata: el ascenso directo.
Si todo transcurre con normalidad, casi en la madrugada del domingo, los autobuses que llevaron aún con el cielo oscuro a la hinchada blanquivioleta hacia tierras gijonesas tornarán a las calles de Valladolid con la misma penumbra. Algunos dormirán, otros no podrán porque deberán continuar el viaje hasta sus hogares fuera de la ciudad, y otros disfrutarán del ocio nocturno para pasar el mal trago de la derrota, aliviar la indiferencia del empate o festejar una victoria de su equipo. Ojalá elijan ésta última.
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