Las estadísticas de la mediocridad del Real Valladolid
El equipo blanquivioleta encabeza tablas que hablan bien de su entrega y mal de su acierto
El fútbol de la última década se ha llenado de cifras y mapas de color. Nada que ver con el de tiempo atrás, cuando no ... había más números que el de los goles que suben al marcador o el de los dorsales, del 1 al 11, en las camisetas de los jugadores. Más que papeles, que suenan a antigualla, hay pantallas donde se cruzan tablas, listados, porcentajes y estadísticas para confirmar o reconducir, por vía numérica, las sensaciones que deja el juego de los equipos en el ánimo de sus aficionados, y que entonces se reducía a tres palabras: ovación, indiferencia o bronca.
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Tampoco hay que caer en la condena con que castigan a los datos los románticos del fútbol de siempre. Cuando se separa el grano de la paja, sobre la era quedan números que explican, sin grandes discursos, la trayectoria del Real Valladolid en este primer tercio liguero de la temporada 25-26 hasta reducirla a un término de once letras, tantos como futbolistas hay en un campo: mediocridad.
La tabla definitiva es la clasificatoria y ésta remite al Real Valladolid a la teoría de la botella medio llena o medio vacía: noveno con 21 puntos, fruto de cinco victorias, seis empates y cinco derrotas, 16 goles a favor y 14 en contra, una regularidad que no alcanza para volver a Primera División; zona media que le tiene a cuatro puntos de la última plaza de playoff, los 25 del Castellón, y a tres del descenso, los 18 del Andorra. Con esta dinámica de cuatro puntos cada tres jornadas, el equipo blanquivioleta llegaría al final liguero con 56 puntos, una cantidad que nunca valió para entrar en la repesca de los puestos de promoción, que siempre exigieron un mínimo de 61 puntos desde que se adoptó este sistema en la 10-11.
Los corrillos futboleros que sobreviven en los bares de barrio coinciden en debatir con una pizca de condescendencia la trayectoria del Real Valladolid de Guillermo Almada: la plantilla lucha y parece implicada, pudieron ganarse algunos partidos que se empataron, el equipo llega a los últimos minutos en campo contrario; juicios amables que rubrican con la sentencia de que el equipo tampoco da mucho más de sí.
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Y aquí es donde alguno de los contertulios levanta la mano, saca unos papeles de la chaqueta, se calza las gafas y aclara su voz para compartir con la parroquia que el Real Valladolid encabeza varias estadísticas con las que es muy difícil ganar partidos: es el equipo de Segunda que falla más pases, el que sufre más pérdidas de posesión, el que comete más faltas, al que bloquean más disparos a puerta y el de peor porcentaje de efectividad con el gol. Cifras demoledoras para el optimismo del aficionado, puesto que reflejan una falta de acierto como síntoma de las limitaciones en la calidad de la plantilla.
Los dos equipos que encabezan ahora mismo la Segunda División son dos rivales históricos del Real Valladolid, Deportivo de La Coruña y Racing de Santander, ambos con 32 puntos, once más que los blanquivioleta, o por decirlo de otro modo, a cuatro jornadas de distancia.
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Gallegos y cántabros están ahí porque están al frente de las tablas mollares: el Racing festeja 37 goles (¡21 más que el Pucela!) y 27 asistencias (¡20 más!), el que tiene mejor porcentaje de efectividad con el gol (ya dijimos que el Real Valladolid es el peor, un 20,79 % frente a un 8,74 %), el que más pases buenos da en campo contrario y el que más golea de cabeza y dentro del área; por su parte, el Deportivo, más escondido en las cifras, es el que más golea con el pie derecho y el más seguro en los pases en campo propio.
Brotes verdes
Ya sabemos que ese aficionado que perjura que nunca volverá al campo después de una derrota, estará en el partido siguiente en su butaca del Zorrilla. Conservará la confianza hasta el último punto en juego y rebatirá a su colega de pandilla que también hay tablas como ventanas abiertas a la esperanza, y es que la defensa blanquivioleta es la que menos disparos concede en la portería de Guilherme, solo 148; también es el equipo que disputa más balones, con la cara y cruz de ser el que más gana y también el que más pierde; el equipo que más duelos gana en el juego aéreo; el que cuelga más centros al área, para bien o más bien para mal, con un triple más de fallos que de aciertos; el que lanza más saques de esquina y el que realiza más pases en campo contrario; también el que más entradas realiza y el que más recupera en ellas. Situaciones que ensalzan la entrega del Real Valladolid, a cambio de cuestionar su calidad.
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Los ránquines colectivos pueden trasladarse a los individuales y personificarse en tres futbolistas que representan mejor que nadie el primer tercio liguero del Real Valladolid: Stanko Juric, Juanmi Latasa e Iván Alejo.
El centrocampista croata, capitán del equipo, es el que más faltas comete en toda la Segunda División, lo que le ha costado ya un ciclo de cinco tarjetas amarillas; el delantero madrileño firma tres goles, pocos si tenemos en cuenta que es el que más dispara a puerta, casi siempre fuera o al poste (23 de sus 37 disparos no encontraron portería), también en el que gana más duelos en el juego aéreo; y el lateral pucelano es el que más centros cuelga al área contraria con una suerte desigual, con 93 fallos en sus 121 envíos, y al igual que Juric, ha cumplido su primer ciclo de amonestaciones.
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Huesca, Andorra y Eibar son los rivales que esperan al Real Valladolid en diciembre para acabar este infausto 2025 y abrir un mercado de invierno en el que Víctor Orta buscará la eficacia y la puntería que le falta a la plantilla y que le mantiene chapoteando en mar abierto, muy lejos de las costas del ascenso.
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