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Ronaldo Nazário (centro) junto al entonces alcalde, Óscar Puente (izquierda) y el concejal de deportes en ese momento, Alberto Bustos, el 3 de septiembre de 2018 en pleno baño de masas por las calles de Valladolid tras comprar el club blanquivioleta. César Manso-AFP
La venta del Real Valladolid

De la enorme ilusión con la llegada de Ronaldo al Real Valladolid al desastre absoluto

La etapa del brasileño en el Pucela queda marcada por la inestabilidad deportiva y el fracaso de los grandes proyectos

Arturo Posada

Valladolid

Viernes, 23 de mayo 2025, 18:25

Cuando Ronaldo Názario compró el Real Valladolid a inicios del mes de septiembre de 2018, la ilusión se disparó. La llegada de una leyenda del deporte a Pucela llevó al entonces alcalde, Óscar Puente, a abrirle las puertas del Ayuntamiento y el nuevo propietario no se presentó en el estadio Zorrilla sino en el salón de recepciones de la Casa Consistorial. Todo eran sonrisas y Ronaldo salió a la calle para recibir un baño de masas, en un ambiente casi procesional. La ilusión estaba tan por las nubes que Puente afirmó aquel 3 de septiembre de 2018: «Tras el ascenso, el destino quiso que 2018 quedara grabado con letras de oro con la llegada del astro». «Voy a dedicarme al máximo», prometió Ronaldo. El futuro del Real Valladolid parecía ilusionante.

Los ambiciosos objetivos del nuevo presidente quedaron claros: fortalecer al equipo hasta llevarlo a jugar competición europea en un lustro y acometer el gran proyecto de la Ciudad Deportiva de la mano del Ayuntamiento de Valladolid. Dos meses después de su aterrizaje, se puso sobre la mesa el ofrecimiento del equipo de gobierno local con una parcela en Pinar de Jalón como escenario donde desarrollarlo. Paralelamente, Ronaldo copó el consejo de administración del Real Valladolid y lo dejó reducido a tres miembros, sin presencia de los accionistas minoritarios.

La primera impronta deportiva que quiso dejar Ronaldo Nazário en el Real Valladolid resultó fallida: el fichaje de Stiven Plaza resultó ser un fiasco. Por otro lado, el presidente emprendió una campaña internacional para pasear la camiseta blanquivioleta por diferentes escenarios, desde un partido de la NBA a fotos con jeques árabes, pasando por entrevistas con 'The New York Times', 'Financial Times' o, posteriormente, 'Sports Illustrated'. Los primeros meses plantearon también la primera reforma del estadio, con la eliminación del foso (uno de los proyectos que sí se concretó y que amplió el aforo), y la apertura de una oficina en Madrid para la «internacionalización del club». Ronaldo se dejaba ver por el mundo y también por Valladolid, entre el palco de Zorrilla y las visitas al Ayuntamiento para impulsar los proyectos en las instalaciones. Sin embargo, en la primavera de 2019 ya empezaron a detectarse algunos síntomas de distanciamiento y desde los propios despachos de Zorrilla se filtró que el presidente no arropaba al equipo tras las derrotas de aquel curso en Primera.

En el plano de las infraestructuras, el nuevo propietario hizo amago de adquirir en propiedad el estadio Zorrilla, pero acabó desestimando esta idea al quedar tasado por el Ayuntamiento en 21 millones. Mientras, se seguía apostando por Pinar de Jalón con centro neurálgico para la cantera.

El Real Valladolid se mantuvo en Primera División de la mano de Sergio González en aquel curso 2018-2019 y Ronaldo guardaba intactas sus esperanzas de llevar al Real Valladolid en «dos o tres años», como afirmó en marzo de 2020 durante una ponencia en el Sports Summit celebrado en México. Allí, junto al entonces director del Gabinete de la Presidencia, David Espinar, Ronaldo recalcó su idea de que el Real Valladolid debía «dejar de ser un equipo regional para ser un equipo nacional e internacional». La Ciudad Deportiva era el punto clave para ese «crecimiento».

El proyecto en Pinar de Jalón se fue al traste en diciembre de 2020 al detectarse una excesiva porosidad en los terrenos y el foco volvió a enfocarse hacia una ampliación de los Campos Anexos junto al estadio. Deportivamente, el Pucela había logrado también la salvación en el curso 2019-2020, marcado por la pandemia. Sin embargo, en aquel momento ya se había abierto una brecha entre Ronaldo Nazário y la afición blanquivioleta por el distanciamiento del presidente y máximo accionista en plena mala racha del equipo. En Zorrilla se bosquejaron ideas para acercar su figura través de más presencia de Ronaldo en medios de comunicación locales. A principios de diciembre de 2020, se sometió a una larga rueda de prensa en Zorrilla donde, entre rumores de venta, afirmó que seguiría «cuatro años más como mínimo» para dejar el legado deseado y deslizó que, en el futuro, el Real Valladolid valdría «más de 85 millones» de euros.

Ronaldo vivió su primer fracaso deportivo con el descenso del equipo a Segunda en mayo de 2021, sin tomar la decisión de destituir al técnico Sergio González en las peores rachas de resultados durante el curso. El proyecto deportivo que encabezaban Miguel Ángel Gómez en los despachos y Sergio González en los banquillos (heredados de la etapa de Carlos Suárez en la presidencia) dejó paso al nuevo tándem Fran Sánchez-José Rojo 'Pacheta' en busca de un ascenso que se consumó de manera directa con una carambola en la última jornada. Entonces, Paulo André, amigo de Ronaldo y responsable deportivo en la sombra, ya marcaba los designios futbolísticos por encima de Fran Sánchez.

Tras el ascenso, llegó la polémica autoinfligida por el propio club. El Real Valladolid decidió rediseñar de manera unilateral el escudo tradicional y a la mayoría de la afición no le gustó el nuevo emblema ni las formas arrogantes para hacerlo. La contestación de la grada fue 'in crescendo' y el nuevo descenso a Segunda (Pacheta fue relevado por Pezzolano en el banquillo sin éxito) llevó a la entidad a convocar un referéndum para volver al anterior escudo. Sin embargo, el daño ya estaba hecho y el divorcio con la grada, agrandado. Ahí se produjo un grave punto de inflexión.

Tras el nuevo descenso a Segunda, Ronaldo compareció en Zorrilla y, entre otras consideraciones, arremetió contra el entonces alcalde en funciones, Óscar Puente, con la idea de contar con el favor del nuevo regidor, Jesús Julio Carnero. La temporada en Segunda con Pezzolano al frente del banquillo erosionó la relación entrenador-afición hasta límites peligrosos, en un curso que se inició con la sorpresiva destitución de Fran Sánchez como director deportivo para contratar a Domingo Catoira, al que le unía una relación de amistad con Paulo André. El ascenso no curó los males y Ronaldo se convirtió en el foco constante de las protestas en la grada en una campaña de deriva deportiva, con múltiples cambios en el banquillo (Pezzolano, la interinidad de Álvaro Rubio, la breve etapa de Diego Cocca y la vuelta a Rubio) en pleno proceso de descomposición, que llegó a lo institucional, primero con la marcha de David Espinar a Emiratos Árabes Unidos y, posteriormente, con la dimisión del consejero delegado, Matthieu Fenaert.

En lo deportivo, el equipo empeoró en cada periodo de fichajes y la gestión de Catoira se convirtió también en foco de las críticas. La imagen del presidente jugando al tenis en su canal de Twitch mientras el Real Valladolid disputaba un partido frente al Getafe ahondó la fractura. A esas alturas, las banderas de 'Ronaldo, go home' ya eran una constante en un Zorrilla con récord de abonados y plusmarca de protestas. El acelerado descenso a falta de cinco jornadas para el final consumó una temporada para el museo los horrores histórico del Real Valladolid. La gran ilusión que generó Ronaldo en 2018 derivó en un divorcio total en 2025. Su proyecto en Zorrilla se puede resumir en dos palabras: fracaso absoluto.

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