La reunión de finales de enero que cambió el rumbo del Real Valladolid
Paulo André relata el «proceso de curación» que afrontó el club, basado en la frase que figura en el brazalete de capitán
Las caras en las oficinas del estadio José Zorrilla no eran especialmente felices el lunes 22 de enero de 2024. El Real Valladolid acababa de empatar a domicilio ante el Elche (0-0), ... después de tres derrotas consecutivas y se palpaba una situación de crisis creciente, con el equipo séptimo clasificado y fuera, por tanto, de la zona de 'play-off'. Paulo André Cren Benini, director del Área de Estrategia Deportiva, convocó esa semana una reunión con los principales responsables y empleados de diferentes departamentos del club, «muchos de ellos vallisoletanos desde la cuna». «Éramos 12 cabezas reunidas en una sala, inmersos en la formulación de una estrategia que debía adoptarse para ese semestre decisivo, cuyo objetivo era sólo uno: «ascender y ser reconocidos como un equipo vertical, agresivo e identificado con la afición», cuenta ahora Paulo André en una publicación en Instagram.
Ese objetivo se antojaba como un ideal de difícil consecución. El «descontento» de la afición blanquivioleta era más que notable. Los días oscuros del invierno vallisoletano tampoco ayudaban. Paulo André relata que las jornadas «parecían interminables». El director del Área de Estrategia Deportiva se sentó en la mesa y explicó que no quería tanto análisis futbolísticos, como emocionales. Y la aportación de los vallisoletanos presentes para exponer la idiosincrasia pucelana resultó clave. «El grano de arena de cada una de esas personas que se permitieron ser vulnerables hablando desde el corazón (y con el alma pucelana) fue la chispa de lo que sucedió en los siguiente cuatro meses», explica Paulo André.
Aquella reunión fue más allá de la estrategia y sirvió como «un proceso de curación, de (re)conocimineto y re(conexión)». En el intercambio de ideas, uno de los presentes se acordó de la frase impresa presente en cada partido del Real Valladolid desde diciembre de 2011. «Aún alrededor de esa mesa, alguien nos habló de un detalle oculto en el brazalete que usan los capitanes del equipo. Ese objeto tan simbólico contiene un legado que representa exactamente lo que buscábamos, un mensaje tan poderoso que, al tiempo que nos otorga la responsabilidad de vestir la camiseta y los colores de un club histórico, genera en cada uno de nosotros un sentido de pertenencia que justifica todos los esfuerzos y sacrificios. Más que eso: impide que nos entreguemos en la desesperación o incredulidad cuando nos sobreviene una secuencia de malos resultados. La frase contenida en el brazalete de los capitanes es: 'Recíbeme con orgullo, entrégame con honor'».
La sentencia que susurra al capitán del Pucela y a todo el equipo blanquvioleta tiene su origen en la voz de la hinchada. Fue Luis Ángel Durán, un aficionado vallisoletano, el que ganó en 2011 el concurso organizado por el Real Valladolid para elegir el eslogan. Y esa frase genial sirvió como revulsivo en este 2024 para empezar un proceso que acabaría con el (entonces improbable) ascenso a Primera División. «Así fue como los jugadores entraron en el campo en el siguiente partido, con una banda gigante que decía: 'Unidos con orgullo, unidos con honor' en la que convocaron a los aficionados para que juntos luchásemos por el objetivo común», finaliza Paulo André.
Los futbolistas posaron antes del partido ante el Racing de Santander con esa pancarta en la que también figuraba el escudo anterior del Real Valladolid por partida doble, todo un guiño a la grada de Zorrilla tras la desafección que causó el nuevo emblema y la votación para recuperar el antiguo. El Pucela se impuso al conjunto cántabro por 3-1 y acabó enero con una sonrisa. Aún llegaría otra crisis deportiva en marzo… superada de manera brillante con una impresionante racha hasta el ascenso directo final.
«Recíbeme con orgullo, devuélveme con honor». Hay frases escritas para perdurar.
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