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Ronaldo, en una imagen en Brasil, y Ronaldo, en Valladolid, en una de sus últimas apariciones en sala de prensa.
La venta del Real Valladolid

Las dos caras de Ronaldo: entre el culto en Brasil y el desencanto en Valladolid

Mientras en su país de origen casi se le venera como dirigente en potencia, en España la figura de Ronaldo se ha erosionado tras años de gestión distante y decepcionante al frente del Real Valladolid

Miguel Ruiz

Viernes, 23 de mayo 2025, 18:37

El grito sordo de un José Zorrilla ya resignado a la Segunda División llevaba tiempo anunciando este desenlace. Mucho antes, incluso, de que el equipo cayera tan al fondo de la clasificación. Son ecos que resuenan con fuerza en España, cada vez más claros, pero que cruzan con dificultad el Atlántico. En Brasil, donde la vara de medir es otra, parece no asumirse del todo la gravedad ni el alcance de la mala praxis de Ronaldo como gestor dentro del fútbol español.

En Brasil Ronaldo continúa siendo, contra todo pronóstico, una figura casi intocable. Su gestión al frente del Real Valladolid, marcada por la distancia y la falta de implicación, apenas ha dañado su imagen pública. Mientras aspiraba a presidir la CBF, delegaba las responsabilidades del club en terceros, en lo que cada vez más se percibe como un proyecto olvidado. Un club que parece haber dejado de importarle, arrastrando con él a una afición herida y a una institución histórica.

«En Brasil, la valoración se hace siempre a partir de los resultados deportivos. Sí se sabe que el club está mal y que ha descendido varias veces, pero poco más», explica Thiago Arantes, periodista brasileño que aporta su visión sobre el conocimiento que se tiene desde su país natal de la situación real del Valladolid y del papel que desempeña en ella Ronaldo Nazário.

Se diría que, más allá del impacto de haber acumulado tres descensos en la etapa de Ronaldo, la realidad es que, como gestor, poco o nada ha trascendido de lo que ha ocurrido en Valladolid. «Al Real Valladolid no se le conoce tanto en Brasil», apunta Arantes, «al no ser un equipo que haya pasado diez o quince años consecutivos en Primera División en los últimos tiempos, el análisis que se hace desde allí es muy superficial».

Esa realidad perjudica claramente la percepción que se tiene en Brasil sobre la gestión de Ronaldo en un club que, en España, sí arrastra un peso histórico considerable pues se trata de un equipo con un gran recorrido en la élite y que en otras épocas llegó a asomarse incluso a competiciones europeas. Una trayectoria que, desde el otro lado del Atlántico, no termina de comprenderse ni valorarse en su justa medida como para dimensionar la responsabilidad de Ronaldo al frente de un proyecto diluido.

Al frente del Cruzeiro, el primer capricho

El análisis sobre su paso por Cruzeiro no dista tanto del que se puede hacer en Valladolid, aunque las sensaciones positivas en lo deportivo y en lo económico hayan matizado su recuerdo. Un periodo repleto de matices que resulta fundamental para entender la diferencia de parecer en torno a la crítica a un personaje como el que es Ronaldo en la opinión pública brasileña, donde sigue teniendo un peso innegable.

Cabe recordar que Ronaldo es canterano de Cruzeiro. Debutó en la élite con la camiseta del club en 1993, lo que convierte a esa entidad en un espacio muy especial, tanto desde lo deportivo como en lo emocional. Por eso resultó tan significativo que regresara en diciembre de 2021 como una especie de salvador. En aquel momento, el exdelantero pagó cerca de 40 millones de dólares por el 90% del club, una institución gravemente endeudada y en plena decadencia competitiva. Curiosamente, fue bajo el mando de Ronaldo y con la dirección técnica de Paulo Pezzolano cuando el equipo logró regresar al Brasileirão.

Dos años y cuatro meses después de aquella adquisición, en abril de 2024, Ronaldo decidió hacerse a un lado y dejar de formar parte del día a día del club. El anuncio lo dio entre lágrimas, en una rueda de prensa celebrada tras el cierre de la venta de sus acciones a Pedro Lourenço, empresario brasileño muy afín a la entidad. La operación se negoció en apenas quince días y se cerró, según diversos medios en Brasil, por una cifra cercana a los 120 millones de dólares, tres veces superior al desembolso que había hecho Ronaldo en 2021 y una fórmula que él mismo afirmó que quería repetir con el Valladolid. Desde entonces ha pasado ya un año, además de un ascenso y un descenso de categoría en España para el Pucela.

Aun así, y a pesar visión que dejó su paso por Cruzeiro sigue dividida, muchos le reprochan su escasa implicación en el día a día, muy lejos de lo que se esperaba de alguien tan ligado al club y al fútbol brasileño. Y es que otros le reconocen el mérito de haber reflotado una entidad histórica, con una enorme masa social, y en condiciones económicas muy delicadas.

Esa dualidad resume bien lo que fue su mandato y lo que parece que era su objetivo en España. Distante en la gestión, pero eficaz en los resultados. Algo que en Valladolid no se ha llegado a ver. Cruzeiro ocupa actualmente la cuarta posición en el Brasileirão y ha recuperado presencia internacional, disputando incluso la Copa Sudamericana en la pasada temporada. Un escenario competitivo que Ronaldo nunca consiguió rozar con el Valladolid.

El gran deseo de Ronaldo

Pero ni siquiera con la venta de Cruzeiro se sintió satisfecho. Además de ofrecerse con gran asiduidad a ayudar a Corinthians si la entidad se convierte en sociedad anónima, su interés por los clubes brasileños son solo una parte de las ambiciones de Ronaldo en su país.

Desde hace ya un tiempo, el gran objetivo de Ronaldo en Brasil es la Confederación Brasileña de Fútbol. Impulsado por la voluntad de cambiar una estructura anclada en lo arcaico, su sueño sigue siendo presidir la CBF, aunque por ahora esa aspiración ha quedado en pausa, ante la falta de apoyos necesarios para presentar una candidatura sólida, con la gran mayoría de los estados brasileños dándole la espalda.

Thiago Arantes, periodista de UOL, sostiene que en Brasil la imagen de Ronaldo es la de «un exfutbolista que se ha tomado en serio su preparación para ser dirigente». Según detalla, se valora que haya cursado estudios en gestión deportiva, que domine varios idiomas y que proyecte la sensación de haberse formado con rigor antes de dar el salto al mundo de los despachos. Una realidad poco habitual en los dirigentes del país y que, por el momento, le ha permitido ganar credibilidad entre quienes desean ver un cambio real en las estructuras del fútbol brasileño.

Arantes añade que Ronaldo es visto como alguien con una preparación sólida, tanto por su formación como por su experiencia internacional y su habilidad para establecer vínculos en el ámbito empresarial. Una percepción que, según cuenta, llama la atención incluso dentro del contexto brasileño, pero que le ha permitido ganarse el respeto de distintos sectores.

Esa consideración contrasta de manera más evidente aún con la imagen que proyecta actualmente en España, en especial en Valladolid, donde su gestión al frente del club ha generado más dudas que certezas, dejando una sensación persistente de inestabilidad y en la que esa capacidad para rodearse de asesores no ha funcionado para poner en marcha todo lo prometido. Algo que, en Brasil, no parece tener repercusión alguna.

«Ronaldo se está convirtiendo, de alguna manera, en una especie de intelectual del fútbol brasileño para la gente del fútbol y los medios. Algo que entiendo que sorprenda bastante», afirma Arantes. Su influencia, y esa supuesta capacidad para transformar el fútbol brasileño desde dentro, ha convencido a muchos de que podría ser el 'Mesías' institucional que el país necesita. Una imagen que se ha visto reforzada, incluso, por el portazo que recibió al intentar presentarse a la presidencia de la CBF. Su discurso, en ese contexto, parece estar calando: el de una alternativa a un sistema envejecido y profundamente agotado.

«La figura de Romario, por ejemplo, es la de un exfutbolista al que la gente busca para generar polémica», explica Arantes. «Él domina ese terreno, se le busca para soltar una declaración provocadora o para llenar titulares. Pero con Ronaldo hay un interés legítimo en conocer su visión, en saber cómo lo haría él. Es casi como si se estuviera convirtiendo en una especie de oráculo del fútbol brasileño».

Esa consideración casi reverencial que recibe en su país, donde su palabra pesa como la de un dirigente en potencia, contrasta profundamente con la desconfianza que genera su figura en España. Mientras en Brasil se le escucha con respeto y se le proyecta como una fuerza transformadora, en Valladolid —y en buena parte del entorno del fútbol español— su legado es el de un gestor distante, rodeado de promesas incumplidas y una fractura evidente entre el club y su gente.

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