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Joaquín Sabina encontró «más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas» (aunque en realidad fueran «más de cien mentiras que valen ... la pena»…) en su célebre tema incluido en el álbum 'Esta boca es mía'. Así que, siguiendo al cantautor y poeta, nos estrujamos un poco las meninges para encontrar, al menos, cinco motivos para no dar la espalda al Real Valladolid en un momento en el que los resultados y el juego del equipo invitan, más bien, a pensar en el disco en directo que Extremoduro publicó en 1997 y cuyo título no reproduciremos aquí.
Las preguntas se agolpan. ¿Por qué seguir acudiendo al estadio José Zorrilla para comprobar una y otra vez la incapacidad competitiva de la peor escuadra, con diferencia, de la Primera División y uno de los peores Pucela de los que se tiene recuerdo? ¿Qué razones podemos oponer para no perder minutos de nuestra existencia viendo cómo los rivales perforan una y otra vez la portería de Karl Hein? ¿Hay algún argumento que permita mantener la atención en partidos que ni siquiera interesan desde hace tiempo a su presidente y máximo accionista y que acaban siempre con una sensación que mezcla el cabreo y la desesperanza?
Después de algunos minutos con el folio en blanco y la mirada perdida, esbozamos cinco motivos y dejamos al lector que añada alguno más, si es que tiene fuerzas y ganas… Ahí van.
1. Ver los últimos partidos de Raúl Moro con la camiseta del Pucela
No es mal argumento, voto a bríos. Si hay algo realmente potable en el desmadejado Real Valladolid es este extremo fabuloso, que siempre alegra el paladar futbolístico cuando agarra la pelota en la banda y se dispone a encarar a su marcador. Disfrutar con sus regates, los amagos, las internadas afiladas en el área, sus asistencias y goles.... El milagro es que Raúl Moro siga a estas alturas en el Pucela cuando el club ha demostrado voracidad vendedora más allá de las limitaciones del 'fair play' financiero. Moro aparece como un ejemplo de grandísimo compromiso blanquivioleta: el hecho de que acortase los plazos tras la fractura de clavícula para tratar de ayudar al equipo le hace acreedor de una gratitud eterna. Con el Pucela en Segunda el próximo curso (¿alguien cree aún en el milagro más improbable de la historia del fútbol?), Moro será vendido en verano por una gran cantidad y rendirá su último servicio al Real Valladolid, esta vez en la parcela económica. Mientras tanto, conviene disfrutar de su juego sobre el césped vestido con la camiseta blanquivioleta. El talentoso y batallador futbolista se merece los aplausos de la hinchada de aquí al final de esta aciaga campaña colectiva.
2. Demostrar (por enésima vez) que la afición del Real Valladolid sí es de Primera
La hinchada puede estar dividida entre críticos que exacerban su frustración de manera contundente y seguidores que interiorizan en silencio la inmensa pena blanquivioleta que sienten. Da igual. Todos ellos protagonizan la mejor temporada en la historia social del Real Valladolid en contraste con la debacle deportiva e institucional que atraviesa la entidad. Con récord de 24.000 abonados y una larga lista de espera para obtener el carné, esta afición ha demostrado una y otra vez sus ganas de acudir al estadio Zorrilla... aunque sea para salir con los hombros caídos y gestos de desolación. El abono está pagado (aunque alguno pueda arrepentirse) y quedan seis partidos del Real Valladolid en Zorrilla, empezando por el choque ante el Celta de este sábado. Getafe, Osasuna, Barcelona, Girona y Alavés llegarán al estadio en los meses de abril y mayo. Cada choque restante como local permite a la afición blanquivioleta dar un nuevo ejemplo de compromiso. Hay temporadas en las que los abonados y el club caminan de manera conjunta por el camino de los éxitos. Esta temporada sólo se puede poner el sobresaliente a los seguidores. Seguir en Zorrilla, incluso en estos momentos tan tenebrosos, permitirá a la afición terminar con una merecida matrícula de honor.
3. Desfogue final, con temperaturas primaverales
Seguimos por la misma línea argumental, pero añadimos un par de puntos. Lo peor del duro invierno pucelano ya ha pasado (confiemos…). Llegarán abril y mayo con una primavera que siempre resulta agradable para acudir a Zorrilla. Una tarde soleada, una noche con temperaturas suaves… Y allí en el estadio uno se junta con sus compañeros de asiento y quién sabe si podrá ver un gol de bella factura marcado por algún jugador local (aunque nadie tenga mucha fe…). En cualquier caso, ir a ver al Pucela este año siempre sirve como válvula de escape: quedan seis partidos para desfogarse y para que a Ronaldo Nazário le sigan pitando los oídos, donde quiera que esté, con los cánticos de la grada. El mundo sigue mirando a Pucela y el 'Ronaldo, go home' que tiñe de amarillo las gradas ya es objeto de atención internacional.
4. Asistir al desenlace de una campaña histórica (aunque sea para lo malo)
Habrá un día, dentro de varios años, que los aficionados que estén leyendo este artículo se acordarán de la temporada actual. Este curso pasará a las páginas negras del club y el lector podrá susurrar «yo viví aquella debacle», con las sensaciones tamizadas por el paso del tiempo. La historia de un club se basa en éxitos y fracasos… y nadie duda de que este 2024-2025 es un horror. El optimismo nos lleva a pensar que llegarán tiempos mejores para el Pucela, con otro presidente, otro director deportivo, otro proyecto... A la larguísima travesía del desierto de los años setenta, siguieron los mágicos ochenta en el Real Valladolid. Algún día, los abonados del Pucela volverán a sonreír. Mientras tanto, podemos asistir en vivo al desenlace de una campaña histórica (para lo malo) y decir «yo también estuve allí y presencié aquel desmoronamiento». En la desgracia también se forjan las mejores lealtades
5. Presenciar la lucha por el 'pichichi' blanquivioleta
Vale, las razones ya no son tan contundentes a estas alturas del artículo. Que me aspen si no lo he intentado. Pero antes de que algún lector empiece a trasladar toda su ira contra este esforzado argumentario, vamos a apuntar a un aspecto deportivo-competitivo. Y, en medio de un final de Liga que va a tener ya poco interés (¿quedamos en que nadie cree ya en el más milagroso de los milagros balompédicos, verdad?), nos podemos entretener en la lucha por quién acabará como el máximo goleador del Pucela. Lideran esta famélica tabla Selim Amallah, Mamadou Sylla y Raúl Moro con tres goles. Les siguen Anuar y Juanmi Latasa (¡por fin incorporado a la lista de realizadores!) con dos. Marcos André sólo ha logrado uno, pero quién sabe si encontrará portería de aquí a final de Liga. Ya, ya. Es verdad que los números de los delanteros también muestran a las claras la impotencia atacante del Real Valladolid. Es lo que hay. No tenemos los «cien motivos» que cantaba Sabina, así que nos agarramos a lo que podemos. Y aúpa Pucela siempre
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