El central Pablo Tomeo firma con el Real Valladolid hasta 2027 para aportar orden y oficio
El exjugador del Mirandés se convierte en el primer refuerzo de la zaga del nuevo Pucela de Guillermo Almada
Miguel Ruiz
Valladolid
Miércoles, 16 de julio 2025, 09:00
En un verano que estará marcado por la necesaria renovación de una plantilla muy falta de perfiles, el Real Valladolid ha incorporado este miércoles a ... un nuevo futbolista en la zona más austera de la actual lista a las órdenes de Guillermo Almada. Pablo Tomeo se ha convertido en nuevo central del Pucela en medio de la revolución blanquivioleta. Un jugador que, por simple necesidad, debería convertirse en una pieza importante del engranaje de Guillermo Almada. El central llega libre y firma hasta 2027 con la entidad pucelana.
Pablo Tomeo, nacido en Alloza (Teruel) en enero del 2000, ha aterrizado en el José Zorrilla tras dos temporadas en las que ha destacado en uno de los equipos más notables de la 24/25. En el CD Mirandés de Alessio Lisci fue donde acabó por definirse como un futbolista fiable y con una buena comprensión táctica. Su viaje, desde el rol de mediocentro al actual, en el que actúa como central, es algo que encaja de lleno en el defensa que necesita Almada para su modelo. A los 25 años, Tomeo llega en plenitud física y con un perfil que compensa algunas de las necesidades clave de la plantilla actual del Real Valladolid.
Formado en el Andorra CF, Pablo Tomeo dio el salto al fútbol profesional de la mano de la SD Huesca, donde fue creciendo como centrocampista de contención desde el equipo filial hasta lograr debutar con el primer equipo en Segunda en la temporada 22/23. Su rendimiento allí, aunque algo limitado en minutos, fue lo suficientemente llamativo para entender que podía tener un rol más importante en la categoría, eso sí, lejos del club oscense. Fue entonces cuando el Mirandés apostó por él en junio de 2023.
En Anduva se consolidó de inmediato como un futbolista con capacidad para jugar como pivote destructivo, aunque con algunas limitaciones para relacionarse en el centro del campo. Esas dudas hicieron que fuera mostrando la versatilidad que hoy decora su perfil como futbolista. Como central destaca por defenderse con balón, ser importante en ambas áreas y aportar claridad en los duelos. De ser un centrocampista de contención a convertirse en un buen pilar defensivo en la zaga del equipo de Lisci, Tomeo protagonizó un viaje interesante para crecer como futbolista.
Si en su primer año logró ir mostrando esa capacidad para ser un jugador capaz de tener presencia como mediocentro y mostrarse bien armado como central, el segundo año le acabó por ubicar en una zaga, generalmente de tres efectivos, que lo acabó por afianzar. En esas dos temporadas en Miranda, Tomeo acumuló 76 partidos oficiales. Logró anotar, además, seis goles con la camiseta del Mirandés, de los cuales cuatro llegaron en el último curso, el mejor a todos los niveles (rendimiento y regularidad) en su carrera.
En su desempeño en el centro de la zaga e incluso en sus minutos en el centro del campo, su compromiso táctico y su buen pie para la salir con el balón jugado lo convirtieron en un jugador recurrente para Lisci, superando los 3400 minutos en la reciente campaña 24/25 y empezando a mostrar la presencia y el techo suficiente para subir un escalón sin pretender, por ello, picar demasiado alto. Su salto al Valladolid le da al Pucela un recurso valioso que ha crecido con su paso a la zaga y potencia la sensación de que, con Tomeo (aunque no solo con él), Almada puede estar contento.
Lo que puede aportar
Desde el punto de vista técnico, Pablo Tomeo destaca por esa salida limpia desde atrás, fruto de su pasado como centrocampista. Aseado en el pase raso, conduce el esférico sin precipitación, toma decisiones con inteligencia y rara vez se complica a la hora de elegir destinatario para la jugada. No es un pasador vertical de riesgo, por lo que no es un futbolista del que tener que temer a la hora de comprometer al equipo con pérdidas. Su capacidad para mantener el ritmo de circulación y encontrar al compañero libre le convierten en un perfil útil en fases de construcción.
En lo táctico, parece mostrar que su mayor virtud es la lectura del juego y la anticipación, siendo capaz de dirigir, además, la salida de balón con criterio y sin alardes. Tomeo interpreta bien las coberturas, se anticipa a las líneas de pase y rara vez queda fuera de la jugada o se muestra indefenso. Esa capacidad de concentración constante y su posicionamiento es uno de los puntos fuertes que mejor pudo valorar una dirección deportiva del Real Valladolid para ir a por su fichaje como central, por ser un futbolista en el que confiar también a la hora de entender cómo y cuándo tratar de robar y, sobre todo, capaz de no ser obtuso con balón.
En términos físicos, es un jugador sin un historial de lesiones llamativo para temer una posible recurrencia. Su 1,86 de altura le da cierto escenario privilegiado para imponerse en duelos, aunque más por anticipación que por choque, y, sobre todo, por alto, aunque sus números al respecto tienen cierto margen de mejora. Donde sí marca la diferencia es en esas jugadas de estrategia ofensiva, siendo un valor fundamental a la hora de leer las opciones al ataque. Tres de los cuatro goles de la última temporada llegaron en acciones a balón parado, lo que habla de su oportunismo y capacidad para hacer daño en el área rival. Esa presencia podría ser un valor interesante para Almada, sabiendo además la importancia de este tipo de jugadas en LaLiga Hypermotion.
Pablo Tomeo es un futbolista trabajador, disciplinado y con buena actitud dentro del grupo. No se trata del típico líder de vestuario en el sentido tradicional, pero sí una figura respetada por el esfuerzo y la capacidad para sumar en todos los contextos y la capacidad que tiene para hacerse notar dentro de su rol y contexto. Ese carácter discreto, pero constante, encaja a la perfección con la necesidad del equipo tras unas temporadas en las que algunos futbolistas se salieron demasiado del marco en lo extradeportivo.
El encaje en Pucela del nuevo hombre de Almada
Con Guillermo Almada como nuevo técnico, el Real Valladolid afronta una etapa que se intuye intensa, valiente en lo ofensivo y exigente desde el propio club y la grada, incluso desde el punto de vista físico y táctico, algo evidente a la luz de las primeras semanas del técnico en pretemporada. Almada apuesta por el juego vertical, de presión alta y estructuras bien medidas que exigirá un escenario en el que la defensa conviva con una línea alta que compense esa transición, una salida de balón limpia y una rápida reacción ante posibles pérdidas y contragolpes.
La figura de Tomeo, por tanto, adquiere cierto valor dentro de estás máximas de Almada. De cumplirse la previsión de sus características como jugador, sería una pieza clave para capaz de dar equilibrio cuando el equipo pierda el balón, lea bien las intenciones del rival a la hora de cerrar espacios en transición y aportar orden sin alardes con balón. Su versatilidad le permite posicionarse con criterio desde la zaga y alternar el rol de central con el de pivote en momentos de partido que así lo exijan, siendo uno de los posibles centrales de salida e incluso aparecer como mediocentro posicional en fases de repliegue.
Un perfil interesante para un equipo que buscará ser protagonista y que aún no ha dado pistas verídicas sobre el sistema a utilizar por Almada. Aun así, sabiendo lo que sabemos y conspirando a través de la trayectoria de Almada, parece que Tomeo podría encajar bien en esa previsión de una defensa de cuatro en el típico 1-4-2-3-1 que puede aplicar el técnico uruguayo en el Real Valladolid, que parece lejos de implementar una línea de tres atrás, nada común en su trayectoria. Si bien la competencia en su posición no está definida, por ser uno de los perfiles con menos piezas dentro del equipo heredado de la 24/25 y por seguir abierta la reestructuración del centro de la defensa del Real Valladolid, Tomeo puede partir como uno de los favoritos de Almada para construir su once tipo.
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