Anuar Mohamed Tuhami en sus últimas etapas, incluida la última firmada en Ceuta.

La vuelta del hijo pródigo

Anuar y la temporada tóxica: «Yo lo sentía por la gente»

Tras una pesadilla de año en el que fue uno de los capitanes, trata de «resetear» volviendo a sus raíces después de rechazar ofertas como la del Granada. El viernes vuelve a Zorrilla entre algodones

José Anselmo Moreno

Lunes, 11 de agosto 2025, 09:19

Hablamos de una temporada «tóxica», la pasada. Ya hay una cierta perspectiva de casi tres meses y Anuar Mohamed Tuhami, ahora un ceutí en el ... Ceuta (aunque todavía hay días que cree despertarse aquí) fue uno de los capitanes del Pucela en el peor año posible. Hay que hablar, entre otras cosas, de esas heridas abiertas porque preguntarle si celebraría un gol en Zorrilla con su nueva camiseta es un topicazo de manual y la respuesta nos la sabemos. La conversación se produce durante la semana previa al primer partido de liga, a la hora de la siesta, y Anuar viene de arrastrar molestias en el cuádriceps que le impidieron jugar dos días antes un amistoso en Chiclana, pero confía en ponerse a tono en los entrenamientos que faltan para viajar a Pucela y protagonizar un reencuentro que está deseando vivir, pero que no estaba en su guión hace algún tiempo. Su marcha no era una plan establecido y, precisamente, que el regreso del Ceuta a la élite sea aquí resulta un curioso capricho del destino.

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La pasada temporada fue «una pesadilla» que le afectó sobremanera. Fue capitán y ambos recordamos la historia de Alberto López Moreno en la campaña 94/95, cuando también fue capitán. El equipo bajó, el delantero sufrió mucho y, al acabar, se marchó al Rácing. Anuar se ha sentido identificado con eso en un año en el que ha visto a compañeros llorar de impotencia tras los pitos en el campo, pero también a aficionados en los desplazamientos. «Alberto y yo hablamos de eso la pasada temporada. Yo lo sentía por la gente, por la afición. Tienes que tener en cuenta que yo fui recogepelotas. Me hacía una ilusión tremenda ir a Zorrilla de recogepelotas, incluso me enfadaba si no me llevaban. Con esa historia detrás las cosas duelen mucho, el doble», asegura Anuar con un nudo en la garganta. Se le nota. Tal vez por eso califica la pasada campaña como «la más difícil» de su carrera y eso que en septiembre de 2022 sufrió una grave lesión de ligamento cruzado anterior que le obligó a perderse toda la temporada.

A pesar de ello, el club le renovó. Lo agradeció. Siempre estuvo agradecido al Pucela y por eso «irme fue una decisión difícil, mucho más de lo que la gente pueda imaginar». Desde su perfil bajo, el año pasado destacó ante el Alavés o el Valencia. Jugó en varios puestos, lateral de ambos lados, interior de ambas bandas, medio centro y media punta. Tras despedirse físicamente en el campo, le costó emocionalmente un poco más, pero afirma que tiene la conciencia tranquila de haber «dado todo» y tenía asumido que su ciclo en el club había concluido. Eso sí, se ha ido con orgullo y la conciencia muy tranquila. «Si no hice más es que no sabía, y si no lo hice mejor es que no podía. Cuando uno da todo lo que tiene puede estar en paz consigo mismo, dormir tranquilo».

En realidad, el último año no durmió tranquilo algunas veces. Las derrotas no podía «metabolizarlas», sobre todo tras ver a la gente ilusionada en algunos desplazamientos. «Fue duro, yo me ponía en el lugar de esa gente». La clave para jugar bien es «disfrutar del fútbol» y la pasada campaña no lo consiguió. Hubo cierta «toxicidad emocional» y, en este contexto, añade: «He vivido momentos muy bonitos en Pucela, he sido muy feliz, pero el último año me llevaba los problemas a casa, el Pucela es el club donde me crié y no es lo mismo que otro. Lo sufrí, más que por mí por la gente», insiste.

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Al volver a Ceuta, ha encontrado sus raíces y la ilusión de sus paisanos por un equipo «muy humilde» tras más de 50 años fuera de la élite, aunque lamenta que los niños de hoy jueguen menos en la calle que en su infancia. Ha llegado allí con muchos partidos en Primera y como la estrella del equipo, pero encarna el perfil de futbolista de la casa: esfuerzo, superación, liderazgo con el ejemplo y compromiso con sus raíces. «Somos un equipo pequeñito pero con mucha ilusión: A los nuevos compañeros les sorprende para bien la ciudad, no sé si deben pensar antes de venir que esto es el tercer mundo», ironiza.

Desde Ceuta a Valladolid, su carrera ha estado marcada por tres ascensos con el Pucela y esa decisión emotiva al regresar a sus orígenes, con el fin de representar a su gente. No es ningún secreto que Pacheta es gran admirador de su juego y que, por lo tanto, tenía la opción del Granada, pero Anu no sabe (ni quiere) separar la cabeza del corazón. «Hablé con Pacheta y me quería, en aquel momento no sabía lo que iba a ser de mi futuro, pero al final acabé aquí».

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Desde fuera ha visto este verano la evolución de su Pucela y el cambio de propiedad con expectación: «Estoy muy pendiente y tengo por ahí informadores que me tienen al tanto. Me sigue alucinando lo de la afición, el número de abonados porque yo recuerdo jugar en Zorrilla cuando debuté y ver el campo medio vacío. Parece que la nueva propiedad está haciendo las cosas con seriedad, se han hecho varios fichajes y me dicen que están trabajando duro físicamente con Fran Albert, que es un fenómeno y los va a poner como aviones».

Nacido un 15 de enero de 1995 (capricornio y, por ende, cabezota), Anuar comenzó a jugar en el colegio San Agustín de Ceuta y con 13 años se trasladó a la cantera del Pucela, donde desarrolló su carrera hasta hace tres meses. Debutó en Copa un 15 de octubre de 2014 y en Liga, el 1 de mayo de 2016. Marcó su primer gol en Primera ante el Real Madrid en marzo de 2019 pero si mira hacia atrás, en su balance, reconoce que arriba «no siempre llegan todos los mejores, sino los más disciplinados o quienes tienen más suerte». Por el camino vio compañeros superiores a él quedarse en casi nada y eso le da aún «más motivos» para seguir siendo un guerrero. Su fútbol es de raza y compromiso. Si no esperas delicadeza, filigranas, elegancia y refinamiento es un jugador correcto, que siempre va a sumar en tu equipo: «Yo sé lo que soy».

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Tras la entrevista se va de paseo con la familia. Antes, en Valladolid, muchas tardes terminaban todos en VallSur, pero ahora se está aclimatando a una nueva vida. La gente le muestra admiración por la calle. «A todos nos gusta que nos valoren y aquí no se creían que pudiera venir». La última pregunta fluye sola. ¿Se sintió valorado en Valladolid? La respuesta es «sí», aunque no lo detalla mucho, ya que añade que no es «nada fácil» ser canterano. Además, Anuar soñaba con ser capitán y lo fue en medio de una película de terror. Por cierto, sin preguntarle, acaba diciendo: «espero estar para jugar unos minutos en Zorrilla, pero es imposible que celebre un gol allí. Lo puedo marcar, claro, pero no puedo perder en un segundo el cariño de la gente que me quiere». Anuar es Anuar.

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