Manuela Velasco, actriz
«Ver actuar a mi tía Concha avivó mi llama por la interpretación»
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Manuela Velasco, actriz
«Ver actuar a mi tía Concha avivó mi llama por la interpretación»Manuela Velasco (Madrid, 1975), premio Goya a la mejor actriz revelación en 2007 por su papel en la primera entrega de la saga fílmica de ... terror '[REC]', y la bailarina Estela Merlos cerrarán este jueves -a las 20:30 horas- la cartelera de la Primavera Cultural en el Teatro Principal de Palencia con la obra 'El sillón K; cartas desde el olvido'. La intérprete, sobrina de Concha Velasco y cuyo abuelo materno era palentino, ha trabajado, sobremanera, en cine y en series de ficción, pero también ha demostrado su valía profesional sobre las tablas.
-El Teatro Principal de Palencia acogerá este jueves la representación de 'El sillón K', pero no es la primera vez que se sube al escenario de este coliseo municipal.
-En Palencia estuve representando una obra hace ya muchos años, pero no recuerdo cuál fue. En estas giras recorres tantos lugares que luego no te acuerdas de qué representación se trataba, pero la ciudad es muy entrañable para mí porque mi abuelo materno era palentino y la primera vez que actué en Palencia me tocó la fibra al ser su tierra y, en esta ocasión, me pasará lo mismo. Y, más aún, porque mi familia irá a verme. El año pasado mi hermana se casó con el periodista palentino Óscar Castellanos y ambos, junto a mis padres, estarán en el patio de butacas. Ese día Óscar será nuestro guía durante la visita por la ciudad, algo que me hace mucha ilusión. Por otro lado, yo estudié Historia del Arte y admiro mucho el románico palentino.
-La obra es un monólogo epistolar y un texto reivindicativo de la figura de las escritoras Carmen Conde y Katherine Mansfield. ¿Qué más añadiría sobre este montaje?
-Carmen Conde fue la primera mujer que ingresó en la Real Academia de la Lengua, donde ocupó el sillón K, y yo empiezo la obra con su discurso, que tiene un valor emotivo e histórico. Y tan interesante como el discurso de Carmen fue el texto de réplica que le hizo Guillermo Díaz-Plaja, quien evidenció que hasta ese año, 1979, no se había admitido a una mujer en una institución con más de dos siglos y medio de historia. La obra no es un recorrido biográfico de Carmen Conde, sino que repasa su prolífica obra y, como dice de ella su autora y directora, Paula Paz, es como abrir un libro de poesía, que casi nunca se lee de principio a fin, sino que te quedas con determinadas impresiones, sin buscar una lógica. De esta función también destacaría que es un diálogo entre la palabra y la danza, ya que yo no estoy sola en el escenario; hablo con la voz y Estela Merlos lo hace con su cuerpo, encarnando los poemas de Katherine Mansfield, que se escuchan en inglés.
-«La amistad no necesita, a veces, del mutuo alimento; basta con que uno de los amigos hable, piense, ame, aunque el otro calle y sea invisible». ¿Comparte esta reflexión de Carmen Conde?
-Totalmente, y de eso te das cuentas con el paso del tiempo. Carmen, que procedía de una familia humilde, nació en Cartagena en 1907 y fue autodidacta. Le maravillaron los pocos textos traducidos al castellano de Katherine que se podían leer en España en aquella época y decidió convertirla en su interlocutora para poder desarrollar su creatividad.
-¿Hay algún rasgo de la personalidad de esta escritora española que vea reflejado en sí misma?
-Admiro muchos rasgos de Carmen que para mí son fuente de inspiración, pero no tienen nada que ver con mi forma de ser. Ella creyó en su vocación más que nadie, nunca se amilanó, llamó a todas las puertas para que reconocieran su valía. Yo, en cambio, ante un 'no' por respuesta, me repliego y me juzgo más. Me sigo frustrando cuando no me cogen para un papel, aunque luego recapacito y pienso que los castings son como la elección de una paleta de colores. Quizás, me una a Carmen nuestra pasión por nuestras respectivas vocaciones.
-Es licenciada en Historia del Arte. ¿Sintió tardía su vocación interpretativa?
-Yo creo que mi vocación surgió cuando, de niña, iba a ver a mi tía al teatro, donde pasaba también,mucho rato entrecajas y en su camerino. Entonces yo ya sentía que en ese lugar era donde yo quería estar. Sin duda, verla a ella avivó mi llama por la interpretación. Y cuando pienso en mi vocación, pienso en el teatro, que es lo que a mí me mueve, no pienso en el cine o la tele, aunque también son géneros que me encantan. Mi vocación no fue tardía, sino que esperé voluntariamente hasta terminar mis estudios, de lo cual no me arrepiento. La verdad es que he tenido una suerte inmensa en mi trabajo. Desgraciadamente, en la carrera de la interpretación no prima tanto el grado de talento que uno tenga, sino más bien las circunstancias y la suerte. Eso sí, siempre hay que ser muy profesional y tener una vocación ilimitada.
-Revisando su biografía, se descubre que con 11 años intervino en 'La ley del deseo', de Almodóvar.
-Cuando terminó el rodaje, estuve mucho tiempo llorando y reclamando a mi madre que me llevara a más rodajes. Pero tanto mis padres como mi tía decidieron, con buen criterio, que tuviera una infancia y adolescencia normal sin exponerme públicamente y que luego yo decidiera mi destino. Yo quise estudiar una carrera y cuando la finalicé, opté por tomar el rumbo de la interpretación. Recuerdo que en 'La ley del deseo', Antonio Banderas, como así se lo dije en la entrega de los premios Talía –el 13 de mayo–, me ayudó muchísimo y me dijo que rodar era como un juego y, en mis escenas más complicadas, ahí estaba él dándome instrucciones. Me dio mucha confianza y me enseñó lo que significaba ser buenos compañeros en la profesión que, al final, son los que te hacen la mitad del trabajo o más. Tanto Antonio como Carmen Maura fueron excepcionales en esa película y, en teatro, donde debuté en 2010, tuve la suerte de tener a Carlos Hipólito y a Gloria Muñoz como padrinos, dos bellísimas personas y generosísimos compañeros.
-Cuando se mira al espejo, ¿se identifica con algunas trazas de su tía Concha Velasco?
-La verdad es que no. No me parezco a Concha, quizás he desarrollado el carácter contrario por estar cerca de ella, como hizo mi padre, que es al que más me parezco. Mi tía, que tenía una energía sobrenatural, ejercía como estrella, que lo era, tanto dentro como fuera del medio, y yo fuera soy súper tímida. De hecho, huyo de la prensa rosa porque valoro muchísimo mi vida privada. En lo que sí me identifico con mi tía es en la pasión por el teatro. De ella me encantaba esa fuerza que desprendía y su autoestima, pero es que mi tía era muy guapa, graciosa y simpática e hizo papeles inolvidables.
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