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Un ambiente muy diferente al de la zona básica de salud de Torquemada se vivía ayer en la capital palentina. La fase 1 todavía se ... hará esperar y no está claro cuándo se darán esas condiciones necesarias para poder avanzar en la desescalada y reactivar paulatinamente tanto la vida económica como social de la ciudad.
Por ello, ayer, 11 de mayo, en Palencia no pudo instalar ninguna terraza de hostelería y toda la actividad comercial continuaba desarrollándose bajo el modelo de cita previa, con gran parte todavía de las tiendas cerradas a cal y canto, y solo unas pocas con las puertas abiertas, para ofrecer una mínima imagen de normalidad, que quedaba desdibujada en cuanto se daba un paso hacia el interior. En lugar de sonrisas, era una mascarilla la que recibía al cliente, al que se le invitaba o bien a ponerse unos guantes o limpiarse las manos con gel hidroalcohólico, colocado en una pequeña mesita junto a la puerta.
Y después, la negativa a atender a los visitantes si no se acudía con la consabida cita previa, «por si acaso, que no me la quiero jugar», según reconocía alguno de los comerciantes de la zona centro de la ciudad.
Porque Palencia ayer continuaba ofreciendo una clara imagen de ciudad en estado de alarma. Puede que en los últimos días determinadas calles, debido al volumen de transeúntes, ofrezcan una imagen de cierta actividad y desconfinamiento, pero se trata de una falsa ilusión, puesto que un verdadero paseo por el centro de la capital palentina, en donde se hallan buena parte del comercio, la hostelería y la actividad administrativa y empresarial, permite apreciar que realmente no hay apenas movimiento económico, más allá de las obligadas compras en los establecimientos de venta de alimentación y productos básicos.
Sí, las farmacias están abiertas, y también los bancos, de hecho, las mayores -a excepción de algunos supermercados- colas se pueden apreciar diariamente en la puerta de las entidades bancarias. También funcionan las papelerías, tintorerías, las tiendas de alimentación, los quioscos y desde la semana pasada las peluquerías, tiendas de aparatos electrónicos o ferreterías, en estos últimos casos, también con cita previa. Y además, los albañiles volvieron al tejo hace unas semanas. Pero la verdad es que la apatía sigue sobrevolando una ciudad, en la que los guantes y las mascarillas se han vuelto ya parte consustancial de su vida diaria.
«Yo he abierto hoy, aunque podría haber estado atendiendo desde el principio, porque las tintorerías estamos consideradas como un servicio esencial. Pero no he querido abrir antes por precaución. Estoy funcionando con cita previa, porque todos los clientes interesados han llamado antes para preguntar si estábamos abiertos y les he ido citando para hoy. Es un establecimiento pequeño y solo puede entrar una persona», explica la propietaria de la tintorería Berlín, situada en la calle Valentín Calderón.
Y mientras este establecimiento abre, en las proximidades, la Cervecería Flandes, permanece aún cerrada y no está claro que vaya a abrir ni siquiera cuando Palencia alcance la fase 1. «Yo podría abrir porque tengo una terraza amplia y podría funcionar, pero qué hago con los trabajadores. Yo no puedo pagar a toda la plantilla si solo voy a poder utilizar la mitad de la terraza. Y si abro y necesito algún camarero o alguien para la cocina, tengo que cancelar el ERTE y eso es insostenible», explica el propietario, Carlos Vian, quien reclama que se aprueben definitivamente las medidas de flexibilización de los ERTE, tal y como se ha prometido desde el Gobierno a la patronal de la hostelería. «Dicen que van a prolongar los ERTE después del estado de alarma y que se van a flexibilizar las condiciones. Pero a la hora de la verdad, no hay nada. No se ha publicado nada oficialmente y hasta que no veamos que podemos abrir con una parte del personal y que los demás sigan en el ERTE, será muy difícil que abramos», recalca el hostelero.
A pesar de tener las puertas abiertas de su establecimiento, el pesimismo también pesa sobre los propietarios de la tienda de modas Osselet, situada en la Plazuela de la Sal. «Estamos funcionando con cita previa, porque nos han ido llamando algunos clientes. Pero así no se puede trabajar realmente», lamenta la propietaria Susana Hueso, desde detrás de una gran mascarilla blanca. «Tenemos gel en la puerta para cuando llegan los clientes y la plancha de vapor conectada para desinfectar todas las prendas. Aquí tengo algunas piezas que se probó una clienta el sábado. Las dejo colgadas aparte 48 horas y después las desinfectamos con el vapor que sale a casi 100 grados. De todas formas, en nuestra tienda ya estábamos acostumbrados a planchar con vapor todas las prendas continuamente, por lo que eso es lo de menos», señala, recalcando que no es una medida de higiene que únicamente se haga por el cliente, sino también por ellos mismos. «Nosotros no queremos exponernos tampoco. Pasamos muchas horas en la tienda y pueden venir muchas personas de las que no sabes nada y no queremos correr riesgos, por eso, la desinfección y la limpieza van a ser fundamentales», señala la comerciante.
En cuanto a la situación económica, no duda en mostrar su preocupación por haber perdido ya, a estas alturas de año, buena parte del negocio. «Para nosotros son fundamentales cuatro temporadas en la primera mitad del año, las bodas, las comuniones, las ventas de la Semana Santa y el Día de la Madre. Y nos los hemos perdido todas. Eso es irrecuperable, y tal como se va planteando el resto, va a ser muy difícil que este año podamos levantar cabeza. ¿Quién va a tener ganas de comprar algo o de hacer una celebración, que son una parte fundamental de nuestras ventas?», señala.
También Judith Castro, propietaria de una tienda de lencería -lleva su nombre- en la calle Colón ve con profundo pesimismo lo que queda de temporada. «Todo lo de las bodas y las comuniones se ha perdido ya. Y no creo que se recupere, porque muchas de estas celebraciones, aunque se aplacen, no van a ser como estábamos acostumbrados, al menos este año. Y también está complicado el verano, por la incertidumbre que todavía hay», explica esta pequeña empresaria, quien por el momento atiende su tienda en solitario, bajo la fórmula de la cita previa, a la espera de que la ciudad vuelva a la vida comercial para poder rescatar a sus trabajadores.
Otra de las preocupaciones que comparten los comerciantes es la competencia de las grandes superficies, por el más que posible reinicio de la actividad con importantes campañas promocionales y de rebajas. Por el momento, en Palencia, algunas de estas grandes cadenas de ropa ya han abierto sus puertas, con pequeñas modificaciones en el establecimiento, como una puerta para las entradas y otra para las salidas y la instalación de mesas con gel hidroalcohólico para la desinfección de las manos. Todavía atienden con cita previa, pero ya lucen en sus escaparates los reclamos de los descuentos y las promociones. «Si empiezan con las rebajas sin control, va a ser la puntilla», señala una pequeña empresaria.
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