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Javier Lostalé.

Javier Lostalé: «La poesía reflexiva exige una depuración del lenguaje»

El escritor y divulgador de poesía en RNE interviene mañana en los V Encuentros con la Poesía de El Norte de Castilla

Fernando Caballero

Miércoles, 13 de mayo 2015, 11:37

Javier Lostalé nació en Madrid en 1942, pero su familia materna era palentina. Ahijado de unos tíos que residían en Palencia, de joven pasaba con ellos sus vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano. Mientras estudiaba Derecho en Madrid, a finales de los años sesenta, colaboraba con Radio Juventud de España haciendo entrevistas, y allí le comunicaron que un locutor de Palencia se había ido y que buscaban a una persona para sustituirle. Dada la relación con la ciudad del Carrión, se presentó y comenzó a trabajar en la emisora local. Lo hizo entre 1971 y 1974. Este último año marchó a Madrid, pero más tarde regresó a la emisora otra temporada. Instalado ya definitivamente en Madrid, Lostalé ha desarrollado una larga trayectoria profesional en RNE, que ha compaginado con su actividad creativa. En 2002 reunió su obra poética en La rosa inclinada, y desde entonces ha publicado los poemarios Tormenta transparente y El pulso de las nubes, a finales del año pasado.

¿Cómo recuerda su paso por la radio en Palencia?

Fue muy importante en mis inicios, porque en Palencia se hacía de todo: se escribían guiones, se presentaban programas cara al público, informativos y se grababan cuñas publicitarias cuando me vine a Madrid nunca he vuelto a hacer esas cuñas.

Usted cultivó la amistad de Vicente Aleixandre. ¿Tiene ahora el reconocimiento que merece?

Creo que no, pero no porque no se lea, porque, según me dijo Alejandro Duque Amusco, que preparó la última edición completa de su obra, en las bibliotecas públicas de Barcelona, entre los libros de poesía que sacaban los chicos jóvenes, eran sobre todo de Vicente Aleixandre. La lectura no solo se mide por los libros vendidos, también por los préstamos de las bibliotecas o los que se leen en las mismas bibliotecas.

¿Cómo fue su relación con él?

Fue muy estrecha, sobre todo de 1971 a 1976. Yo entonces vivía en Palencia y él me mandaba muchas cartas, en las que me decía que fuera a Madrid, porque Palencia, decía, era una ciudad muy triste y no había nada. Constantemente me animaba a que dejara la radio y me fuera a Madrid. No se metía con Palencia, ni con los palentinos ni sus monumentos, pero me decía que era una ciudad que en relación a lo que se podía hacer en Madrid estaba muerta. Fue como un segundo padre para mí. Me aconsejaba, incluso en las aventuras y desengaños amorosos que tenía de joven. Cuando estaba triste e iba a su casa, salía mucho más alegre, tranquilo y con más ilusión.

Jimmy, Jimmy

¿Poéticamente qué les une a Aleixandre y a usted?

Él leyó algunos poemas de mi primer libro, Jimmy, Jimmy, cuando los estaba escribiendo. Este libro tiene influencia de Vicente Aleixandre, en concreto un poema dedicado a él encarnando su figura en el poema. Quise hacer un retrato de él a través de un poema. Utilizo un lenguaje muy surrealista, como la etapa primera suya, y también esa construcción que era tan corriente en él de utilizar la o con carácter identificativo y no disyuntivo. La influencia yo creo que fue nada más en el primer libro, sin que los poemas tengan nada que ver con su mundo.

¿Y cómo evolucionó su poesía?

Figura en el paseo marítimo se publicó en 1981 y ahí empezó una etapa de silencio en la que fui escribiendo La rosa inclinada, que escribí tan despacio que me duró catorce años su escritura. Yo pensaba a través de sensaciones. Mi pensamiento es, por tanto, muy sensorial. En estos libros está presente, además siempre del tema del amor. Hay otros elementos para mi claves, como el mar, el color azul, la rosa

¿Qué le lleva a un poeta a hacer su poesía más concisa, especial, libre de artificios, como la actual?

En el libro Hondo es el resplandor, publicado en 1997, ya hay un pequeño atisbo de lo que iba a ser la última etapa mía. Es un libro que tiene de la primera etapa y de la segunda. En él intento entrar en lo que sucede dentro de una cabeza, y hay elementos de otro tipo, reflexivos y que tienen algo, no mucho, de lo que iba a pasar después. En 2007 me jubilé de Radio Nacional. Desde entonces, escribo con más tranquilidad y el paso de los años y la edad hacen que los elementos autobiográficos vayan perdiendo peso, aunque no desaparecen nunca, pero la mirada de la vida es muy diferente, se ve de una forma más viva lo que se ha ido perdiendo a lo largo de la vida, está también uno más próximo a la muerte Todo esto hace que la poesía sea más reflexiva, y la reflexión exige una depuración mayor del lenguaje y una supresión también de metáforas, y de encontrar un lenguaje que llegue a lo esencial, pero sin necesidad de que tenga brillos. Tormenta transparente es un libro de amor al límite o de desamor. Es un libro donde todo lo que sucede ocurre en el lenguaje, de modo que yo he vivido quizás uno de los amores más intensos de mi vida a través de la escritura de ese libro, pero ese amor solo existe en lo que crea el lenguaje. Una vez que se termina el poema y vuelvo a mi vida, no existe ese amor, sino que es una creación pura del lenguaje. Esto indica la fuerza que tiene la poesía, que puede hacerte vivir lo que nunca has vivido cada día. Tormenta transparente recoge las turbulencias del amor y la transparencia que es quietud. Y he sido siempre partidario de que la poesía no se desborde, que aunque sea una poesía de amor en el límite y apasionada, haya siempre una contención. Esto es lo que intenté en ese libro. Después de escribir Tormenta transparente empecé de una manera extraña a escribir El pulso de las nubes, que es un paso más, aunque está conectado con el anterior, pero significa más habitar lo invisible, lo que se desvanece y la pérdida. En este sentido, hay algún poema incluso en el que las pérdidas están relacionadas con la poesía de Gamoneda cuando habla de desapariciones. Se llama El pulso de las nubes porque estas son lo que existe y se desvanece, es el pulso de lo inexistente, lo que no ha nacido o lo que nació y ya no existe, pero sigue latiendo.

Primero el título

¿Continúa con los poemas que escribe ahora en esa línea?

Tengo ya doce poemas escritos de un nuevo libro que profundiza en esa línea de los anteriores. De hecho, su título es muy significativo, Borrado. En mis libros el título ha nacido casi siempre antes, y luego los poemas se sujetan al título. En el nuevo he jugado ya con tres títulos: Borrado y celeste, pero alguien me dijo recuerda un poco Pandémica y celeste, de Jaime Gil de Biedma. Luego surgió otro título, Huésped de la niebla, y por fin Borrado. En mi primera etapa, los libros estaban hechos con poemas que se iban escribiendo y luego se reunían, pero desde Hondo es el resplandor, aunque también La estación azul, me gusta escribir un libro, no colecciones de poemas que se reúnan en un libro, sino un libro con unidad, que responda a un mismo tema o a una misma visión del mundo.

¿Cómo es la poesía amorosa en siglo XXI?

El tema del amor es universal, inagotable, como es inagotable la misma experiencia amorosa. El amor tiene una capacidad de multiplicación enorme, y hay por tanto tantas voces distintas como poetas, pero en el fondo el amor está presente en gran parte de la poesía. El amor luego puede ser en tono de desamor o en el sentido más abstracto de relación con la naturaleza. En muchos poetas jóvenes de ahora hay mucha tendencia al hablar del amor de utilizar elementos de la naturaleza. También hay una corriente de relacionar el amor con lo sagrado. En mi caso, el amor tien un componente muy sensual y muy corporal en mis libros primeros, y en los últimos, el amor se mueve dentro de lo invisible y de lo abstracto, aunque lo abstracto no quiere decir que sea sinónimo de frialdad.

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