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Raquel Martínez Carrascal
Lunes, 8 de septiembre 2014, 11:24
Desde su puesta en marcha el 20 de marzo, el Teléfono de la Esperanza de Palencia ha vivido su época de mayor número de llamadas en verano, concretamente en dos fines de semana del periodo estival. Puede parecer un poco contradictorio, ya que es precisamente en los meses de julio y agosto cuando cualquier servicio o empresa registra menos actividad, pero la explicación es sencilla. En verano se unifican las llamadas de los teléfonos de la esperanza que hay en Castilla y León y se reparten entre todos los centros, de manera que dependiendo del número de voluntarios que tenga cada uno, así le corresponde atender el servicio más o menos días. En Palencia, donde hay una veintena de voluntarios y el Teléfono de la Esperanza no llega a medio año de existencia, les tocó dos fines de semana y la tarde del correspondiente viernes. Y durante ese tiempo recibieron 200 llamadas.
«Han sido dos fines de semana muy intensos, con llamadas casi continuas procedentes de toda Castilla y León y también nos entró alguna de otros puntos de España, porque como el número de teléfono es público, puede llamar cualquier persona desde donde quiera», explica Maite Prada, delegada del Teléfono de la Esperanza de Palencia. «Fue sorprendente y nosotros estamos aún más sorprendidos porque es nuestro primer verano, nunca antes habíamos centralizado todas las llamadas de la región», apostilla Maite Prada, quien reconoce que todavía no se han puesto en contacto con el resto de teléfonos de Castilla y León para saber si el volumen de llamadas registrado en Palencia ha sido la tónica general del verano. «No pensábamos que íbamos a tener tantas llamadas, porque tenemos la idea de que en verano todas las personas están de vacaciones, pero los problemas surgen en cualquier momento. Cuando hay problemas, no hay vacaciones», enfatiza.
Al tratarse del primer verano que el Teléfono de la Esperanza está funcionando en Palencia, los voluntarios no establecieron turnos para atender las llamadas durante esos dos fines de semana intensos, ya que aunque el servicio de Palencia solo funciona dos horas los días laborables de 20:00 a 22:00 horas, el resto del día la línea telefónica permanece activa, pero las llamadas son desviadas a la sede central y atendidas por voluntarios de otras provincias en las que también existe este servicio durante los fines de semana que han centralizado el servicio lo han hecho de manera intensiva, las 24 horas del sábado y del domingo y la tarde del viernes. «Lo normal es que se establezcan turnos de seis u ocho horas, pero como era nuestro primer verano, ha dependido de nuestra voluntariedad y no ha habido problemas», señala Maite Prada satisfecha, quien agrega que durante el mes de septiembre el servicio seguirá centralizado en Castilla y León.
Vuelta en octubre
El piso de la calle Francisco Reinoso, donde tiene su sede el Teléfono de la Esperanza de Palencia, recuperará su pulso en octubre, cuando los voluntarios palentinos vuelvan a descolgar el auricular dispuestos a escuchar atentamente a la persona que al otro lado de la línea demande su ayuda. Desde el 20 de marzo hasta finales de junio, atendieron 180 llamadas, cuyos protagonistas fueron hombres y mujeres a partes iguales, aunque están constatando un aumento del número de varones que, refugiándose en el anonimato, marcan el 979 170 100 para desahogarse y hablar. «Llaman muchos hombres, chicos jóvenes por temas de pareja, angustiados porque les han dejado, y también hombres más mayores que se sienten solos», especifica la delegada del teléfono en Palencia.
Y es que la soledad es uno de los temas que más llamadas protagoniza, junto al desamor y la angustia vital. «Últimamente, con la crisis, ha habido y está habiendo llamadas de personas que tienen que dejar su lugar habitual de residencia y están con la angustia de dejar a sus hijos, de perderlo todo... Gente preocupada, con miedo a lo que pasará», asegura Maite Prada, quien señala que la mayor parte de las personas que llaman son de edad media, «aunque también atendemos a jóvenes angustiados porque el tema de la media naranja todavía preocupa mucho», agrega.
Pero, sin duda, una de las llamadas que más ha marcado a los voluntarios ha sido la de una persona que les manifestó su intención de suicidarse. «Es algo muy angustiante, te ves abrumada ante la situación», señala con pesadumbre Maite Prada. «Las llamadas sobre posibles suicidios se tratan con mucho tacto, intentando que la persona que llama te hable, que no se vaya y se enganche a ti para quitarle la idea», abunda la delegada del Teléfono de la Esperanza en Palencia, quien destaca que en este tipo de conversaciones existe mucho paralenguaje. «Al principio hablan más rápido o entre sollozos, pero según se desarrolla la conversación, o mejor dicho, su conversación, porque suelen ser ellos los que más hablan, se van tranquilizando, y ya al final, cuando les preguntas cómo se sienten, verbalizan que están mejor y nos lo agradecen», añade. «Un señor me dijo una vez: ¡sois ángeles, sois ángeles! Esa es la forma de agradecérnoslo. Te llaman angustiados y terminan más tranquilos, en eso consiste nuestra función», concluye.
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