El territorio como oportunidad
«Emprender en el medio rural no es fácil, por desgracia, pues las actividades se someten a la tutela de múltiples autorizaciones sectoriales, más pendientes de congelar la realidad que de ponerla en valor o mejorarla»
Disponer de territorio en un mundo con problemas de superpoblación, debe verse más como oportunidad que como amenaza, pero sin ignorar que es fundamental corregir ... desequilibrios para evitar la obsolescencia de amplios territorios. La España desarrollista vivió un intento vertebrador con los Planes de Desarrollo, que funcionó en algunos casos, pero menos de lo deseado. La realidad es que la Unión Europea tiene una densidad de 105,36 hab./ km² y España de 99 hab./km² y, aunque sea ligeramente inferior a la media, se habla de la España Vacía, lo que se explica por dos motivos:
Los países más desarrollados de la UE tienen densidades bastante más elevadas, como los casos de Holanda (416), Bélgica (384), Alemania (225), Italia (207) o la Francia Metropolitana (120)… Esas densidades facilitan la actividad económica.
Los desequilibrios territoriales españoles concentran población en periferias costeras y un centro dinámico y convierten el resto del territorio en un vacío salpicado por algunos núcleos urbanos. Lo que dificulta cubrir servicios y en algunas zonas las densidades son próximas a la desertización.
España es un país europeo con una relevante cultura urbana, de tradición mediterránea, y aportaciones históricas, desde el titánico esfuerzo colonizador en América, al referente de figuras reconocidas. Ildefonso Cerdá o Arturo Soria, entre otros, destacaron tanto por su labor teórica como práctica. No ha sucedido lo mismo con su territorio: la fruición metafísica del baldío mesetario inspiró a pensadores y poetas, pero fue poco operativa en planificadores territoriales, asociados al Regeneracionismo político de finales del siglo XIX. Joaquín Costa fue su mayor exponente y, aunque no vio aplicadas sus ideas sobre la europeización del campo español y un plan hidráulico, fueron aplicadas gradualmente por sucesivos regímenes políticos. Ciertamente hay diferencias entre la cultura sajona, de interdependencia entre ciudad y territorio, y la cívitas latina, construida frente al territorio como expresó el mito de Rómulo y Remo.
Históricamente se producen grandes crisis de población en diferentes épocas y zonas del planeta; epidemias, guerras, migraciones… España no ha sido ajena a ello; en la Edad Media, la consolidación del avance cristiano atrajo a población francesa, pero la peste negra la redujo a cuatro millones en 1400. El esfuerzo colonizador, las guerras imperiales y las hambrunas periódicas provocaron otras crisis de población, que también atrajeron colonos europeos. España tardó dos siglos (1600- 1800) en aumentar de ocho a diez millones su población. Desde entonces, mantiene el incremento poblacional. Lo que sucede ahora es que el mundo afronta problemas de superpoblación y limitación de recursos, que agravan desequilibrios territoriales y la explotación rural se ha mecanizado. La población busca oportunidades y servicios que el campo no ofrece y es atraída por aglomeraciones urbanas de imparable crecimiento. El siglo XX español vivió un creciente desplazamiento de población a las ciudades; salvo en los años «40» porque el hambre se llevaba mejor en los pueblos; pero la amenaza actual es la pérdida y envejecimiento de población incluso en ciudades pequeñas y medias interiores, con buena calidad de vida.
'La España Vacía'era un problema tan conocido y advertido por el INE, desde principios de siglo, como ignorado, pero el libro de Sergio del Molino le ha dado una merecida relevancia pues, en el contexto global, ese vacío territorial puede aportar oportunidades nuevas y alternativas de calidad de vida. Pero, a diferencia de ocasiones anteriores, aunque el campo parezca vacío, está activo: se mecanizó, se ha concentrado la propiedad, hay inversores estratégicos del sector alimentario, comparte la política agraria de la UE, aumenta la masa forestal y crecen huertos solares y aerogeneradores. Muchos municipios se han encontrado con importantes recursos y sin población que se beneficie. La covid-19 ha mostrado que el campo ha abastecido las demandas urbanas, que controlar brotes infecciosos es más complejo en aglomeraciones urbanas y que los confinamientos muestran carencias habitacionales, en muchas viviendas urbanas, para asumir nuevas actividades como el teletrabajo o la educación no presencial.
La pandemia volvió la mirada al campo y a segundas residencias. Hablar de 'urbanismo rural' parece un oximorón y, tal vez por ello, la experiencia ha sido discreta durante los últimos cuarenta años. Quizá porque la lógica de lo urbano y su compleja gestión difiere de lo rural, donde prevalecen las comarcas en el territorio y que cuentan con estructuras de salud y educativas; pero para ser atractivo el campo precisa una mayor complejidad funcional, incorporar nuevos usos y servicios y mejores precios. Emprender en el medio rural no es fácil, por desgracia, pues las actividades se someten a la tutela de múltiples autorizaciones sectoriales, más pendientes de congelar la realidad que de ponerla en valor o mejorarla. Facilitar la actividad y simplificar la maraña administrativa son objetivos básicos, para convertir la oportunidad de 'lo Rural' en una fortaleza real.
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